En Holguín, las paredes gritan "Abajo el comunismo"

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Para más inri, la afrenta ocurrió en el Reparto Lenin y la pintura para cubrir el grafiti era de pésima calidad

Pese a su aspereza visual, el Reparto Lenin aún parece un oasis urbanístico comparado con las barriadas que lo rodean.
Pese a su aspereza visual, el Reparto Lenin parece un oasis urbanístico comparado con las barriadas que lo rodean. / 14ymedio
Miguel García

19 de mayo 2025 - 16:16

Holguín/En el Reparto Lenin de Holguín, un grafiti con la frase “Abajo el comunismo” apareció recientemente en una de las paredes de los vetustos edificios de arquitectura soviética. Las autoridades locales, en el acto reflejo al que acostumbran, intentaron cubrirlo con una capa de pintura rojiza y deslavada, tan pobre como el argumento del sistema que defienden. El resultado: el mensaje sigue siendo perfectamente visible. Irónicamente visible. Como si la pared, harta de silencio, no quisiera callar del todo. 

Este barrio holguinero, construido en la década de 1970 como parte de los planes de urbanización inspirados en el modelo de Europa del Este, está compuesto por edificios de hormigón armado y diseño funcionalista, con el encanto estético de una caja de zapatos mojada. La fealdad uniforme de los bloques, lejos de ser un descuido, es uno de los signos distintivos de una ideología que durante décadas desconfió de la belleza y sospechó de toda individualidad. Estos complejos fueron pensados para alojar a obreros y sus familias, como testimonio vivo del "hombre nuevo" que debía dormir en colmenas, comer con libreta y aplaudir de pie. 

Pese a su aspereza visual, el Reparto Lenin aún parece un oasis urbanístico comparado con las barriadas que lo rodean. Justo al norte, El Nuevo Llano se extiende como una advertencia: calles de tierra, techos improvisados, tuberías recicladas y zanjas que actúan como drenaje natural. En contraste, los edificios soviéticos parecen casi poéticos, aunque en versión gris plomo. 

Cuando aparecen grafitis de este tipo, las autoridades activan un protocolo digno de CSI versión tropical

Cuando aparecen grafitis de este tipo, las autoridades activan un protocolo digno de CSI versión tropical: llegan peritos calígrafos, agentes de la Seguridad del Estado y comités de vigilancia. Se estudia la inclinación de la letra, la fuerza del trazo, la profundidad del spray. El Código Penal cubano, en su Sección Quinta, tipifica estos actos bajo el delito de “propaganda enemiga”, con penas de hasta 15 años de prisión. Adicionalmente, los artículos del 263 al 266 abordan el delito de desórdenes públicos, como si una pared pudiese alterar el orden más que el hambre o los apagones. 

La respuesta oficial muchas veces va más allá del brochazo: en otros episodios, se han organizado actos de reafirmación revolucionaria frente a muros que osaron pensar distinto. En la barriada habanera de Santos Suárez, por ejemplo, se movilizó a niños con pañoletas, se improvisaron discursos y se repitieron consignas coreografiadas. 

El nombre del reparto, claro, no es casual. Se llama Lenin. Y no por capricho municipal, sino por fidelidad doctrinaria. Aunque el culto a Stalin se llevó la mayor parte de la mala fama, es saludable recordar que fue Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, quien fundó la estructura represiva del Estado soviético. Disolvió la Asamblea Constituyente, suprimió toda prensa no bolchevique, legalizó el terror como instrumento de gobierno y creó la Cheka, germen de todas las futuras policías políticas del bloque comunista. Fue, además, un pionero en el arte de convertir la utopía en dogma y el dogma en cárcel. 

Lo que está escrito con rabia rara vez se borra con brocha.
Lo que está escrito con rabia rara vez se borra con brocha. / 14ymedio

En estos días, en que Cuba celebra congresos campesinos entre discursos y regaños, conviene también recordar el llamado “comunismo de guerra” que aplicó Lenin en la URSS: una política de requisas forzosas de alimentos a los campesinos. El resultado fue hambre, revueltas como la de Tambov y una represión brutal que se convirtió en modelo para futuras generaciones de autoritarismo ilustrado. 

Si bien no se ha podido probar que Lenin diera la orden directa para asesinar al zar Nicolás II y su familia, como jefe del Gobierno bolchevique asumió –sin remordimiento– la responsabilidad por la ejecución clandestina. Lo importante no era la justicia, sino consolidar el poder. De ahí su famosa frase: “Todo es ilusión, menos el poder”.

Por todo esto, resulta un acto de justicia poética –o al menos de ironía– que en el Reparto Lenin de Holguín haya aparecido un cartel que diga, sin ambages: “Abajo el comunismo”. Una frase simple, pintada con rapidez, como quien deja una huella en la historia desde una esquina olvidada. El régimen intentó borrarla con su paleta habitual de opacidad y represión. Pero como suele pasar con las paredes, lo que está escrito con rabia rara vez se borra con brocha.

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