El hospital pediátrico de Bayamo sigue sin terminarse tras 35 años

En 2015 se anunció un reinicio de las labores constructivas pero el plan no llegó a realizarse otra vez por falta de recursos

Hospital pediátrico de Bayamo. (14ymedio)
El hospital pediátrico de Bayamo hoy solo sirve de refugio a los murciélagos y los mosquitos. (14ymedio)
14ymedio

24 de agosto 2018 - 15:06

Bayamo/Desde la carretera se ve la mole de ocho pisos que debió servir para curar y atender a los niños de la zona pero que nunca llegó a concluirse. La construcción del Hospital Pediátrico de Bayamo, en la provincia de Granma, comenzó hace 35 años y hoy solo sirve de refugio a los murciélagos y los mosquitos.

La edificación del Hospital Materno Infantil, como también se lo conoce por las múltiples especialidades que acogería su estructura, fue anunciada por Fidel Castro durante un discurso en 1982. Al siguiente año la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería comenzó los movimientos de tierra en el lugar.

Entre la multitud, en ese acto por el 26 de julio que protagonizó Castro, un joven de 28 años pensó que sus hijos iban a nacer en aquel centro hospitalario proyectado como uno de los "más modernos de América Latina", evoca ahora, a punto de jubilarse, Reynier Rosas. "Me salieron las canas, se me cayeron algunos dientes y mi hija me dio dos nietos, pero del hospital nada".

"Hice un montón de horas de trabajo voluntario en la construcción del Pediátrico", explica Rosas a 14ymedio. "Al principio había mucho entusiasmo y el lugar estaba lleno de constructores, camiones y proyectistas", recuerda. "Pero poco a poco se fue quedando vacío y hasta las autoridades dejaron de hablar del hospital".

La construcción del Hospital Materno Infantil fue anunciada por Fidel Castro durante un discurso en 1982

En aquella década de los ochenta, cuando se iniciaron las labores para el Pediátrico de Bayamo, el subsidio soviético apuntalaba la economía cubana y financió numerosos proyectos. Eran los años en que comenzaron también en Cienfuegos las obras de la central nuclear de Juraguá, que se pararon tras la debacle del campo socialista.

"En 1988 empiezan a sentirse las primeras señales", recuerda ahora Migdalia, de 68 años y que laboró como cocinera para las brigadas de constructores del inacabado hospital. "Cuando empecé a trabajar ahí no faltaba nada, pero poco a poco el suministro de comida se volvió inestable y empezó a fallar la llegada de materiales".

El Pediátrico no solo estaba proyectado para ser el hospital infantil más importante de la provincia, sino que sería el segundo inmueble más alto de Bayamo, una ciudad con arquitectura de pequeño porte. A pesar de estar inacabado, su imponente estructura puede divisarse desde varios puntos de la geografía local.

Ese mismo año de 1988 Castro volvió a Bayamo e indagó entre los dirigentes del Partido sobre los atrasos de la obra que había prometido hacía más de un lustro. "Algunos de los que se reunieron con él en aquella ocasión le dijeron bien claro que había mucho atraso, problemas estructurales y que sin los recursos no se podía concluir", recuerda Migdalia. "Pero él dijo que había que hacer un sacrificio para inaugurarla".

Después, Migdalia asegura que en 1991 llegó una pausa en las obras y quedaron unos pocos trabajadores, más destinados a evitar que se robaran los materiales que a seguir erigiendo el inmueble. A mediados de los 90 se le intentó dar un nuevo impulso pero "fue peor porque la situación era malísima y solo se logró avanzar muy poco", recuerda.

Las penurias del Período Especial incitaron al vandalismo y en las noches más oscuras los vecinos de las cercanías acarrearon losas de piso, cabillas de acero y otros materiales del lugar para usarlos en sus propias casas. Algunos trabajadores aprovecharon el descontrol para revender en el mercado negro parte de aquellos recursos.

En 2003 el Grupo Empresarial de la Construcción de Granma emprendió las labores para habilitar un policlínico aprovechando una parte del emplazamiento. La obra fue valorada en 30 millones de pesos cubanos y en la actualidad sufre una serie de problemas derivados de su vecindad con el coloso abandonado, como la proliferación de ratas e insectos en sus instalaciones.

"Ahora nos hace más falta que nunca ese hospital porque muchos consultorios del médico de la familia que había en Bayamo ya no están funcionando", lamenta Riza, madre de dos niños en edad escolar. "Además, el pediátrico que está brindando servicio no logra cubrir la demanda", opina.

"Ahora nos hace más falta que nunca ese hospital porque muchos consultorios del médico de la familia que había en Bayamo ya no están funcionando", lamenta Riza

Según cifras oficiales, el número de consultorios médicos o casas del médico de la familia ha disminuido notablemente en el país en los últimos años. Estos locales pasaron de ser 14.007 en 2007 a 10.782 en 2016. El número de policlínicos también se redujo en un 9,2% en ese período, según datos oficiales.

"Este lugar es una maldición, ya no vale la pena reconstruirlo porque se ha dañado mucho con las lluvias y el sol, pero cuesta demasiado destruirlo", agrega Raiza, casada con un albañil que a principios de este siglo fue contratado para uno de los tantos reinicios constructivos, sin éxito, que ha tenido la obra.

El lugar que fue pensado para curar se ha transformado en un foco insalubre. Cada vez que llueve se crean "lagunas de agua en la parte de abajo", confirma a este diario un empleado de seguridad que custodia el lugar. Los charcos terminan convertidos en criaderos de mosquitos, una situación alarmante en una ciudad que ha vivido en los últimos meses un repunte de los casos de zika y dengue.

Las décadas de abandono han dejado huella. El inmueble "tiene serios daños", asegura el ingeniero civil Eriberto Chávez, residente en la ciudad. El especialista alerta sobre el deterioro "en las uniones de vigas con columnas y de columnas con losas". Dada la actual situación se debe "hacer un estudio muy específico y riguroso" para evaluar "si es posible" utilizar la estructura.

En 2015 se anunció un reinicio de las labores constructivas, que comenzarían con la colocación de peldaños y pasos de escaleras para permitir a los proyectistas subir hasta el nivel ocho y la cubierta, pero el plan no llegó a realizarse otra vez por falta de recursos.

Ahora la provincia tiene otras urgencias y con las estrecheces económicas que vive el país a partir de los recortes en los envíos petroleros desde Venezuela, los pronósticos no son nada halagüeños para las "ruinas modernas" del hospital.

Con el paso del tiempo los bayameses han dejado de hacer planes con el lugar aunque las quejas por su situación todavía se escuchan en algunas reuniones barriales o en las conversaciones entre vecinos. "Nos estafaron, una estafa de ocho pisos que tenemos que ver todos los días", dice con crudeza Reynier Rosas. "Yo trato de no mirar para allá porque me recuerda lo ingenuo que fui".

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