En libertad la opositora Taimir García Meriño tras cumplir cuatro años de cárcel
Presos políticos
"Lo que pasé en esa prisión no se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo, que son ellos mismos", cuenta la activista a '14ymedio'
Madrid/Antes de ser puesta en libertad, este lunes, poco después de las nueve de la mañana y tras cuatro años recluida, la opositora Taimir García Meriño tuvo que esperar a ser atendida por agentes de la Seguridad del Estado. Yamilé Robles, jefa del centro donde cumplía condena, el campamento de trabajo llamado El Anoncillo, en Camagüey, no podía dejarla salir sin que lo supervisara la policía política, según refiere la propia activista a 14ymedio vía telefónica. “Ellos tenían que llegar a amenazar, porque si no te amenazan, dejan de ser quienes son: unos dictadores”.
García Meriño, que insiste en llamar “batistianos” a los agentes, cuenta cómo fue advertida por uno de ellos, el que llegó a la hora de su salida: “Mucho cuidado a la hora de hacer una denuncia, mucho cuidado con moverme, mucho cuidado con lo que publico en redes, porque cuando me vuelvan a trancar, ya no voy a salir más a la calle”. Ya no serían los cinco años a los que fue sentenciada por un tribunal de Las Tunas, sino que, prosiguió su coacción, “serían de 15 o 20 años para arriba, porque así lo están haciendo con nuestros hermanos que han salido, en mi cara me lo dijo”.
Las amenazas han sido, de hecho, la constante en su presidio, cumplido por “los falsos delitos de atentado, desacato y resistencia”. Miembro de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) y de la promotora Cuba Decide, la opositora fue detenida el 21 de abril de 2021 en Las Tunas, al interponerse en una discusión entre inspectores y un vendedor callejero.
“Fue muy duro, porque me separaron de mi familia, me desterraron”
Aquel día, ella y su marido, Holmis Rivas Carmenate, se encontraron al también activista Adrián Góngora. Mientras el esposo de García Meriño realizaba una diligencia, Góngora y ella vieron “un tumulto de personas” y decidieron acercarse: “Era un vendedor de plantas medicinales con cuatro inspectores que le querían imponer una multa de 8.000 pesos por vender sus plantas, teniendo patente”.
En ese momento, empezaron “a manifestarse”, y tanto ella, como Góngora y el vendedor, Damián Hechavarría, fueron apresados. “El hombre empezó a defenderse, yo también intervine en la situación, y en esto llegaron todos los dictadores [los agentes de la Seguridad del Estado]. Fue una detención violenta, arbitraria, con golpes, ofensas”.
Llevada a la cárcel de mujeres conocida como Veguita, en Las Tunas, la tuvieron tres días en una celda de aislamiento. “Para que no hiciera contacto con las demás reclusas”, explica, “porque para ellos yo era lo peor, una contrarrevolucionaria. Bueno, todo lo que está en contra de la dictadura es contrarrevolucionario para ellos. Todo el que diga la verdad”.
Al tercer día, la trasladaron a la cárcel de Granja 5, en Camagüey, a más de dos horas de su lugar de residencia. “Fue muy duro, porque me separaron de mi familia, me desterraron”. Era, estima, la manera de castigarla aún más, no solamente a ella, sino a los que la rodeaban, por ser “enemiga de la dictadura”.
“Cuidado con hacer una denuncia, cuidado con decir algo, cuidado con regar algún papel, cuidado con interactuar con las internas comunes”
En el penal de Camagüey continuaron las amenazas: “Cuidado con hacer una denuncia, cuidado con decir algo, cuidado con regar algún papel, cuidado con interactuar con las internas comunes”. Incomunicada, solo pudo decirle a su familia dónde se encontraba “al quinto o sexto día”.
El juicio, que se celebró 11 meses después, no lo esperó en libertad como debía, ni siquiera en un “destacamento de preventiva”, de menor severidad. “Siempre me tuvieron viviendo con presos comunes, delitos de asesinato, de violación, de robos. Viví con lo peor que había en Granja 5”.
De lo que pasó en aquella prisión, que califica como “los peores días” de su vida, dice: “No se lo deseo a nadie ni a mi peor enemigo, que son ellos mismos”. “Desde el día uno que me trancaron, han hecho mucho daño en mi vida, mucho”, reafirma. Uno de los momentos más dolorosos fue cuando su madre enfermó de cáncer y tuvo que ser operada. “No tuve el derecho de ni siquiera poder hablar por teléfono con mi mamá. No pude ni verla, no me llevaron, porque los contrarrevolucionarios no tienen derecho a un conduce [un permiso]”.
El proceso al que fue sometida fue “un circo montado por la Seguridad del Estado”
Además de sufrir por su salud –fue diagnosticada con diabetes y de una afección pulmonar–, padecía el acoso y el maltrato por parte de las internas comunes, azuzadas por la Seguridad del Estado para gritarle a modo de insulto “contrarrevolucionaria” y “gusana”. “Trataban de darme golpes, me decían que me iban a picar, todo eso mandado por los batistianos de la dictadura. Y eso era continuamente. Todos los días era lo mismo y lo mismo y lo mismo”.
El proceso al que fue sometida, junto a Góngora y Hechavarría –que fueron sentenciados, respectivamente, a dos y siete años de cárcel–, fue “un circo montado por la Seguridad del Estado”: “Fui sancionada a cinco años de privación de libertad con testigos falsos y pruebas falsas”.
Tres años y medio de su condena los pasó en Granja 5, y el resto, en El Anoncillo. Tal y como explica, ha cumplido íntegramente la sentencia, por las rebajas a las que tiene derecho al pasar cada año: “Cumplí hasta el día de ayer cuatro años y 25 días al físico o crudo, como dicen los comunistas”.
Taimir García Meriño aún siente temor por todo lo que vivió. “Creo que voy a salir a la calle y voy a chocar con esta gente”. Y por lo que puede esperarle: “Nosotros, los opositores, estamos constantemente bajo vigilancia por la Seguridad del Estado. Donde vayamos, donde nos movamos, ahí van a estar ellos siempre, porque son nuestros enemigos. Tenemos restricción de movimiento constante”.