Cuba y la noche
Matt el viajero y Díaz-Canel: postales desde ‘Fraggle Rock’
Cuba y la noche
Madrid/Los eternos reportajes de la televisión cubana sobre las visitas de Miguel Díaz-Canel a los municipios me recuerdan inevitablemente aquella serie de marionetas que marcó a varias generaciones de cubanos: Fraggle Rock. Pero no pienso tanto en el coro de obreros que cantaba “¡Hay que trabajar, tiempo habrá de descansar!”, sino en un personaje entrañablemente ridículo: Matt, el viajero.
El tío Matt recorría el “mundo exterior” y enviaba postales a su sobrino Gobo contando “descubrimientos” asombrosos, por ejemplo: que los humanos meten los pies en “máquinas rodantes con suelas de goma”. ¿Les suena?
Díaz-Canel, en su versión tropical de Matt, también nos bombardea con postales televisadas desde los confines de la Patria
Díaz-Canel, en su versión tropical de Matt, también nos bombardea con postales televisadas desde los confines de la Patria, informando con solemnidad que en San Germán hay una granja de conejos, o que en Báguanos dos estudiantes piensan en el futuro. La diferencia –y no es menor– es que Matt sabía que era una marioneta.
En la vida real, mientras millones de cubanos lidian con apagones de más de 20 horas diarias y más de 600.000 no tienen acceso regular al agua potable, el presidente designado se desplaza por las provincias en caravanas de siete vehículos, con escolta, cámaras y vítores de plantilla. ¿Su misión declarada? “Identificar dificultades productivas e impulsar el desarrollo”. En criollo: constatar que hay problemas, sin tener ni idea de cómo resolverlos.
Los “resultados” de cada visita suelen ser una pared repintada a la carrera, o una lámpara que aparece mágicamente antes de que pase la caravana. Pero él sigue, municipio tras municipio, en campaña propagandística permanente. Raúl Castro, al menos, era más barato: armaba su pachanga en su despacho o en La Rinconada. Díaz-Canel, en cambio, ha optado por el turismo interno con cobertura gigante en el Noticiero Estelar.
¿Y cuánto cuesta este circo ambulante?
¿Y cuánto cuesta este circo ambulante? El Gobierno, por supuesto, no lo dice. Pero a ojo de buen cubero, entre gasolina, alojamiento, alimentación, guardaespaldas, técnicos, cámaras HD, improvisadores de consignas y los siempre útiles intérpretes del susurro, cada parada podría costar unos 10.000 dólares. Y ya ha estado en más de 100 municipios desde el año 2024. Hagan la cuenta.
La pregunta es inevitable: si el presidente tiene que ir a cada territorio para resolver lo que deberían manejar los gobiernos locales, ¿para qué existen esas autoridades? ¿No les tiene confianza? ¿O todos sabemos que son simples adornos en esta tragicomedia centralista?
Mientras él posa para las cámaras, rodeado de campesinas “erizadas” por ver, por primera vez, un cutis sin sol, los problemas reales siguen ahí: apagones, hambre, hospitales sin insumos y precios que suben más rápido que las cejas del pueblo cada vez que escuchan la frase "resistencia creativa".
Así continúa la travesía del Matt criollo, dejando constancia televisiva de que en Jobabo hay un círculo infantil y en Moa, una fábrica sin insumos. ¿Qué traerá la próxima postal? ¿Una panadería con pan?
Todo por la foto, el apretón de manos... y el minuto de televisión
Los recursos que se esfuman en estas visitas –que bien podrían haberse destinado a reparar líneas eléctricas, garantizar agua potable o importar antibióticos– se evaporan en combustible, dietas, hoteles y efectos especiales. Todo por la foto, la mano apoyada en el hombro del subordinado... y el minuto de televisión.
Y cuando la caravana se aleja y las luces se apagan, siempre queda un despistado que, sin saber bien qué decir, se planta frente a la cámara, mira al reportero y exclama con emoción impostada: “¡Viva Fraggle Rock!”
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