El pueblo hace las maletas

Migrantes cubanos en varados en Centroamérica. (Archivo sputniknews)
Migrantes cubanos en varados en Centroamérica. (Archivo sputniknews)
Eliécer Ávila

03 de julio 2016 - 13:53

La Habana/Mucho se ha escrito en estos meses sobre la crisis permanente de cubanos varados en distintos países de Centroamérica. Los que viven fuera de la Isla y los escasos “conectados” de adentro, seguro habrán leído algunas noticias o tuvieron acceso a los conmovedores videos que circulan mostrando incluso a familias con niños pequeños que piden desesperadamente una salida que les permita llegar a EE UU.

Lo cierto es que los gobiernos de los países implicados parecen estar decididos a no cooperar en ninguna forma para atender la actual ola migratoria. El propio canciller de Cuba se encargó de persuadirlos en una gira y consiguió el compromiso unánime en aras de la “seguridad y estabilidad” de la región.

Lo verdaderamente preocupante, por increíble que parezca, es que la inmensa mayoría de los cubanos que viven dentro de la Isla no se han enterado de la gravedad de la situación que enfrentan en estos países sus parientes y conocidos. Esto es una consecuencia directa de la censura sobre esta información en los medios oficiales, los cuales han hecho escasas y vagas referencias al tema.

Como resultado, me asombra y me asusta enterarme de la cantidad de personas que en este instante están haciendo maletas. Hoy mismo, dos amigos a quienes les tengo mucho aprecio pasaron a despedirse y a preguntar algún que otro detalle sobre aeropuertos y acerca de “lo que hay que decir” cuando inmigración haga las preguntas de rigor.

Me asombra y me asusta enterarme de la cantidad de personas que en este instante están haciendo maletas

Uno de ellos con casi 50 años y trabajador de hotelería, me dice: “Yo me voy por Guyana, un socio se fue por ahí y ya está allá, eso está pegado a México y hay unos taxistas…” . Ahí mismo lo interrumpo: ¿Compadre tú has visto un mapa? ¿Tu sabes dónde está Guyana?. Voy por un mapa y le muestro. Hay que ver la cara de asombro que puso al ver que Guyana está antes de Venezuela y antes de Colombia en el recorrido.

Le pregunto a los dos si están al tanto de la crisis y los peligros y me contestan: “Bueno… sí, eso siempre es difícil, pero yo conozco a uno que ya llegó y me dijo que se puede”. Yo los miraba y veía la cara de dos personas cuyos deseos de irse son superiores a cualquier advertencia, además ya vendieron hasta la perra parida para reunir la plata.

El mayor, que se quedó dudoso después de darse cuenta de su desliz geográfico, me dice: “Pensándolo bien compay, creo que me voy con este por Rusia, enséñame ahí donde está Rusia”. Le muestro, mira de derecha a izquierda que Rusia está a un extremo y EE UU al otro del mapa y refunfuña: “Mano, pero esto es más largo, esto es en barco por lo menos…”. Me da un poco de gracia pero le explico pacientemente que recuerde que la tierra es redonda y el extremo derecho de Rusia está pegado casi a Alaska, separado por el estrecho de Bering. Le digo también que, no obstante, supongo que los vuelos directos desde Cuba irán hasta Moscú que está pegado a Europa y hay que dar bastante rueda para llegar al otro extremo, menos poblado y a lo mejor de difícil acceso.

Mi amigo mira a su amigo y reafirma: “Mira, al menos este es un solo país y yo hasta recuerdo algunas frases en ruso. Vámonos por ahí mismo”, concluye.

Por mi mente pasó todo el tiempo la idea de hablarle de partidos políticos, derechos humanos, economía de mercado, resistencia cívica o Somos+, pero la verdad es que cuando alguien está bajo el efecto de un frenesí como éste, es como si su pensamiento racional estuviera anulado por la obsesión que lo mueve.

Que tarea más complicada esta de pararse en frente de una avalancha humana e intentar que cambien la dirección de sus pasos por el bien de todos, de la nación, del futuro, cuando para la mayoría estas cosas sagradas suenan a muela y bla-bla-bla.

Así que decidí abandonar el papel del pesado padre protector y les di un abrazo fuerte. Me despedí de ellos reconociendo al menos que en esta época del año, los paisajes de Rusia deben ser preciosos.

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