Muere a los 89 años José Veigas, guardián del archivo artístico cubano

Obituario

“Enseñó –sin adoctrinar– que el arte no se entiende solo por las obras, sino por las vidas que las sostienen”

Su mayor aporte es, sin dudas, el Archivo CIFO-Veigas, que alberga cientos de miles de documentos, registros fotográficos, catálogos y correspondencias.
Su mayor aporte es, sin dudas, el Archivo CIFO-Veigas, que alberga cientos de miles de documentos, registros fotográficos, catálogos y correspondencias. / Facebook / Fundación Mariano Rodríguez
14ymedio

25 de octubre 2025 - 10:38

La Habana/La madrugada del viernes 24 de octubre de 2025 fue confirmada por colegas y amigos la muerte de José Veigas Zamora. El investigador y crítico, fallecido en La Habana –en el hospital Hermanos Ameijeiras– a los 89 años, fue un celoso archivista de la cultura cubana. 

Desde las redes sociales, la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) lamentó el fallecimiento del “destacado investigador, archivero y promotor del arte cubano”. La Fundación Mariano Rodríguez también subrayó que su labor fue un “trabajo silencioso y dedicado al estudio y la preservación de la historia del arte, el basamento para todos los investigadores de hoy” en la Isla. 

El artista cubano y Premio Nacional de Artes Plásticas, Lázaro Saavedra, escribió: "Hoy despedimos a José Veigas, el guardián e investigador de la memoria visual de Cuba. Su Archivo Veigas es el registro minucioso de nuestra historia artística a través de catálogos, revistas y publicaciones que, sin su dedicación, se habrían perdido en el tiempo".

No fue una figura que buscara escaños públicos ni reconocimiento mediático. Veigas hizo su carrera en el umbral discreto del archivo, de la curaduría, de los catálogos razonados y de los apuntes minuciosos que luego servirían como soporte para estudios mayores. En ese sentido, su labor fue sistemática y abundante. 

Su mayor aporte es, sin dudas, el Archivo CIFO-Veigas, que albergaba cientos de miles de documentos, registros fotográficos, catálogos y correspondencias

En instituciones de arte y museos se le recuerda como colaborador constante, curador ocasional, y sobre todo como custodio de documentos y fotografías fundamentales. En su perfil público se reseñan trabajos como Escultura en Cuba, siglo XX (Fundación Caguayo, 2005), Déjame que te cuente. Antología de la crítica en los ochenta (Artecubano, 2002), Memoria. Arte cubano del siglo XX (2002) y Malecón. Luis Enrique Camejo (2012). Fue autor de los catálogos razonados de Mariano Rodríguez, e intervino decisivamente –junto a Katia Ayón– en el catálogo Nkame de Belkis Ayón (2010), así como su segunda edición Nkame Mafimba (2024).

Su mayor aporte es, sin dudas, el Archivo CIFO-Veigas, que alberga cientos de miles de documentos, registros fotográficos, catálogos y correspondencias. En la página oficial de gestión del legado de Belkis Ayón se declaró que contar con la “mirada precisa y sus valiosas observaciones” fue un privilegio, y que su partida representa “una pérdida irreparable para la cultura cubana”. 

Pedro Rizo Peña, investigador y profesor del Instituto Superior de Arte (ISA), así resumió su legado: “Veigas no solo escribió sobre arte cubano: lo organizó, lo rescató, lo sostuvo contra el olvido”. Rizo agregó que Pepe Veigas enseñó, “sin adoctrinar”, que el arte no puede apreciarse solo en las obras, sino en las vidas que las sostienen, en los talleres improvisados, las cartas amarillentas, las conversaciones perdidas y los silencios que no siempre se cuentan. 

Pepe Veigas enseñó, “sin adoctrinar”, que el arte no puede apreciarse solo en las obras, sino en las vidas que las rodean

En un contexto donde el Estado ejerce control casi absoluto sobre la cultura oficial, la labor independiente del archivo y la memoria se convierte también en un acto político. Si el archivo desaparece –por deterioro o negligencia–, el discurso del arte queda en manos de quienes decidan presentarlo. Y ese desbalance suele favorecer versiones oficiales, censuras y omisiones.

Veigas supo moverse en los intersticios del poder cultural cubano. Si bien no se opuso abiertamente, tampoco se lanzó con obediencia ciega a las campañas del régimen. Hizo su trabajo de base, con apuntes, conversación y cotejo. Y los jóvenes investigadores se apoyaron en su labor, porque ya sabían que detrás de muchos catálogos había rigor y esfuerzo. 

La obra intelectual de Veigas está en los libros, catálogos, exposiciones y ensayos que circulan hoy. Pero su herencia más poderosa está en el archivo que entregó al colectivo cultural cubano, y en esa convicción de que sin memoria no hay sentido, y sin archivo no hay discurso confiable. 

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