Los niños de Cienfuegos van cansados a clases después de noches de apagones

Una profesora cuenta a '14ymedio' que las escuelas han debido reajustar los programas de clase por los cortes de corriente

Muchos alumnos tienen que viajar largas distancias hasta sus escuelas, lo que les resta horas de sueño
Muchos alumnos tienen que viajar largas distancias hasta sus escuelas, lo que les resta horas de sueño / 14ymedio
Julio César Contreras

21 de septiembre 2024 - 15:59

Cienfuegos/Ojerosos y dejando escapar largos bostezos, los niños y adolescentes cienfuegueros se encaminaban este viernes a sus escuelas después de una noche de intensos apagones en toda la ciudad. Agobiados por el calor, muchos de ellos únicamente pudieron conciliar el sueño durante la madrugada, cuando los ventiladores y aires acondicionados se encendieron por apenas tres horas. Despertar estos días es más difícil que de costumbre, porque la noche se hizo demasiado larga ante el insomnio involuntario. 

"Nos quitaron la corriente a las 6:00 de la tarde y la pusieron de nuevo a las 4:00 de la madrugada. Fueron diez horas ininterrumpidas de apagón en las que mi hijo tuvo que hacer las tareas con la luz de una lámpara recargable. Su comida fue una pizza, porque mi fogón es eléctrico y no pude cocinar. Terminamos acostándonos en el sofá, con la puerta de la sala abierta y entrando los mosquitos", comenta la madre del niño, Ania. 

Ella y su hijo caminan diariamente dos kilómetros, saliendo de su casa en el barrio de Tulipán hasta llegar a la escuela. "La maestra me ha dicho que en los últimos días el niño se ha quedado dormido en el aula. Si yo tuviera con quién dejarlo, no lo llevaría a la escuela mientras los apagones siguen de esta manera", asegura la madre, que confiesa estar muy preocupada porque se ha interrumpido, no sólo el descanso, sino el aprendizaje de su hijo. 

Muchos llegan sin desayunar a las aulas
Muchos llegan sin desayunar a las aulas / 14ymedio

Debido a la ausencia de transporte público, muchos familiares y estudiantes deben levantarse entre las 5:00 y las 6:00 de la mañana para llegar a tiempo a los matutinos. "En La Juanita estuvimos sin electricidad 16 horas seguidas. Aún así, mi nieto quiso venir a la escuela, con un pedacito de pan y un poquito de café como único desayuno. ¿Quién puede aprender con hambre y sueño", se cuestiona Pablo. 

El anciano ve varias aristas del problema, pues su hija es profesora de una escuela secundaria. "Además de lidiar con el cansancio de los muchachos, ella tiene que luchar contra su propio agotamiento físico y mental". Pablo comenta a 14ymedio que, "por si fuera poco, la llamaron del Gobierno para hacer guardias nocturnas en El Prado, para evitar cualquier protesta de la gente por los apagones. Esto es insostenible", añade. 

En las últimas jornadas, de los 60 megavatios que consume la provincia –75 en horario pico–, ha existido un déficit superior al 90%. Para alumnos y profesores, los apagones consecuentes se traducen en bajo rendimiento académico y profesional. "Cuando llegan las 11:00 de la mañana, todos estamos locos por irnos para la casa sabiendo, en el caso de los adultos, que estaremos obligados a realizar todas las labores domésticas sin electricidad", zanja Claudia, quien imparte la asignatura de Geografía. 

A los padres les preocupa no solo las pocas horas de sueño, sino el deficiente aprendizaje de sus hijos
A los padres les preocupa no solo las pocas horas de sueño, sino el deficiente aprendizaje de sus hijos / 14ymedio

Según la profesora, las escuelas han debido reajustar los programas de clase, teniendo en cuenta las dificultades con la electricidad y la baja asistencia del estudiantado. "Estamos comenzando el curso y ya hemos tenido que ponernos a inventar para aprovechar al máximo el poco tiempo disponible. Los padres se quejan, con razón, de que la enseñanza está teniendo mala calidad. Pasamos de grado a los niños sin proporcionarles el conocimiento suficiente", lamenta Claudia. 

No son pocos los alumnos y maestros que arriban a sus escuelas en la mañana con un andar lento. Tienen en sus ojos el peso de varias noches sin dormir lo necesario. "Nadie calcula la gravedad de esta situación, no sólo para el presente, sino también para el futuro del país. A no poder cocinar, lavar o planchar, hay que sumarle el daño que se le está causando al sistema educacional con estos interminables apagones", afirma Pablo. El anciano asegura que las autoridades cubanas, en vez de inquietarse por un posible estallido social, deberían temerle a que niños y adolescentes le hagan rechazo a la escuela por la falta de luz.

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