El oficialismo pide más cultivos transgénicos para frenar la compra de alimentos a EE UU
Cuba
Cuba pagó casi 286 millones de dólares a su vecino del norte entre enero y julio de este año
Madrid/Las autoridades cubanas cifran en unos 2.000 millones de dólares anuales el dinero destinado a importar alimentos, más de 1.200 en solo cinco productos: maíz, soya, arroz, leche y carne, mayoritariamente pollo. Los datos demuestran que la seguridad alimentaria no deja de ser una muy mentada aspiración que está lejos de lograrse. A estas cantidades habría que sumar lo que gastan los privados en traer, fundamentalmente de EE UU, muchos de estos productos.
Los últimos datos de CubaTrade señalan que, en lo que va de año, desde la Isla se adquirieron alimentos por valor de 285.709.353 dólares solo en EE UU, una cantidad sustancialmente mayor que los 242.085.953 dólares del mismo período de 2024. De ellos 42.353.477 dólares corresponden a julio, último del que hay datos disponibles. Solo ese mes se gastaron 23,6 millones en comprar carne de pollo, 2,3 en la de cerdo, y más de medio millón en huevos. Los cereales no se quedan atrás: se importó trigo por valor de 1,6 millones de dólares, arroz por 1,2 y maíz, más lejos, por menos de 12.000 dólares.
Esos productos, que posteriormente vende el Estado –en las tiendas en dólares particularmente– y las mipymes, podrían producirse en Cuba si prosperase el programa de cultivo de transgénicos que el Gobierno no consigue que los productores adopten de manera masiva, lamenta el diario Granma en dos artículos publicados este martes y miércoles en sus páginas nacionales.
El maíz transgénico made in Cuba, logrado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) hace más de 30 años, no acaba de imponerse
El maíz transgénico made in Cuba, logrado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) hace más de 30 años, no acaba de imponerse a pesar de que hace un lustro que se aprobó formalmente su uso y comenzaron las primeras experiencias de éxito, particularmente en Sancti Spíritus, donde arrancó el programa.
En esos cinco años, según el primer ministro, Manuel Marrero, la Isla gastó en torno a mil millones en traer maíz desde otros países. El cereal es imprescindible (en un 70%) para la elaboración de un pienso que también brilla por su ausencia en Cuba –Mario Pablo Estrada, director de Investigaciones Agropecuarias del CIGB, explica que el 90% del maíz cosechado en el país va al consumo humano–. La consecuencia directa es, también, la falta de carne y otros productos de origen animal, es decir, nuevo gasto en importaciones.
“¿Por qué la carne de cerdo, de ave, los huevos… han desaparecido de la palestra pública, o remontado precios que ni la más certera bola de cristal hubiera podido avizorar décadas atrás? Sin alimento animal no hay rebaño, ni cría, ni carne, ni producción, ni satisfacción de necesidades”, deplora Granma, que considera que si se sigue sembrando como se ha hecho durante siglos “llegaremos a la eternidad incurriendo en gastos millonarios en el exterior”.
El diario ha recurrido a testimonios de expertos, como Osvaldo Hernández Gil, responsable de la semilla en Sancti Spíritus, para confirmar los buenos rendimientos que da frente a la tradicional. El híbrido transgénico supera las 10 toneladas por hectárea frente a 1 o 2 de la semilla no modificada, vulnerable a plagas frecuentes en Cuba como la palomilla, cuyo gen se introdujo a propósito en la variedad transgénica para neutralizar la enfermedad.
Pero también ha tirado de “surco” y ha preguntado a los productores por sus experiencias reales. Félix Álvarez, uno de los campesinos pioneros en Punta de Diamante (Sancti Spíritus), recogió 6,20 toneladas por hectárea en sus inicios y no quiere volver atrás. Reinier Catalá Dueñas, de la Cooperativa de Crédito y Servicios Heriberto Orellana, lleva cuatro años con el modificado y considera que nadie que haya probado con el transgénico quiere sembrar tradicional. Afirma haber tenido ayuda de especialistas que tomaban, además, muestras de la cosecha. “En la primera hectárea de prueba cogí seis toneladas y en la segunda 7,5. Después fue bajando por falta de insumos, sequía y otros problemas”, menciona.
Los achaques que sufre la agricultura en general también afectan a la siembra con transgénicos. Por muy fuerte que sea la semilla, los campesinos señalan los problemas de siempre. “Las irregularidades con el paquete tecnológico, así como en los estragos reales que provocan la falta de combustible o de lubricantes a la hora de preparar la tierra, o de la impredecible energía eléctrica para poder garantizar el riego, o de la bancarización”, están entre las causas citadas por los entrevistados para explicar la caída de la producción.
“Este año no cogí siete toneladas por hectárea, pero sí 3,5”, agrega Catalá, que compara, pese a todo, la cifra con las de otros. “El maíz que sembraron Onel Carrazana y Luis Molina, a lo tradicional, se dio raquítico, entre otras cosas por la sequía. El mío no. Este tiene varias ventajas: crece más rápido, es fuerte, resistente a la palomilla, las mazorcas tienen más hileras a lo largo y a la redonda, puedes poner más plantas en igual área”, explica.
Aunque el diario oficialista ha encontrado multitud de voces a favor de la siembra con esta semilla, el cultivo no se impone y Granma se pregunta por qué. Entre los factores, la burocracia podría ser uno de ellos. “Algunos productores del grano ven en la concesión de esa licencia un factor que frena o torna lenta la incorporación de más campesinos dispuestos a cultivar ese tipo de maíz. No estaría mal echar un vistazo central sobre el asunto por quienes corresponda”, dice en relación al permiso de seguridad biológica o ambiental que debe otorgar el Estado.
“Algunos productores del grano ven en la concesión de esa licencia un factor que frena o torna lenta la incorporación de más campesinos dispuestos a cultivar ese tipo de maíz"
Mario Pablo Estrada sostiene que “el país no acaba de articular un programa nacional, sólido, de producción de alimento animal” y cree que es preciso especializar la producción de semillas mediante alguna estructura o entidad que asegure, entre otras, la calidad de esa semilla. Según la nota, en el mercado internacional el precio de una tonelada de semilla transgénica de maíz está en 12.000 dólares, mientras Cuba tiene una propia y no necesita importar.
El diario no se explica por qué, existiendo esta posibilidad, no se extiende más, y vuelve a incluir ejemplos de éxito, desde una mipyme de Placetas (Villa Clara) que trabaja con productores de la zona para fomentar el cultivo a la “semilla cosechada por seis productores espirituanos” con la que hace cinco años fueron plantadas 542 hectáreas en Matanzas, Ciego de Ávila, Villa Clara y Sancti Spíritus.
Los expertos consultados hablan de incluir en el proceso a científicos, productores y empresarios, además de las autoridades, para dar un salto y aprovechar el potencial que la ciencia ha dado. Aunque Granma no duda, además, en recurrir a la fe. “Preguntémonos qué nos recomendaría hacer el Comandante en Jefe, cuyos pies nunca quitó de la tierra, como tampoco el pensamiento de la ciencia”, demanda, a la vez que pide no olvidar una frase de Raúl Castro: “Los frijoles son tan importantes como los cañones”.