Oscuridad, calor y un tren que no llega: la noche en la terminal de Matanzas

Matanzas

Los nuevos horarios ferroviarios empujan a los pasajeros a madrugones y largas esperas en condiciones precarias

Los pasajeros están acostumbrados a los apagones, al cierre del baño y a la ausencia de agua potable en la terminal.
Los pasajeros están acostumbrados a los apagones, al cierre del baño y a la ausencia de agua potable en la terminal. / 14ymedio
Julio César Contreras

31 de julio 2025 - 07:25

Matanzas/La tarde caía lentamente sobre la improvisada terminal ferroviaria de Matanzas, un antiguo almacén de mercancía reacondicionado para suplir la falta de una estación en condiciones. Allí, entre mosquitos y penumbras, decenas de viajeros estrenaban este lunes el nuevo horario que, hasta el 30 de septiembre próximo, tendrán los cuatro trenes nacionales con salida desde La Habana.

Según informó el Ministerio del Transporte, el reajuste responde a "la baja disponibilidad de coches" y a la necesidad de "contar con más trenes durante todo el verano", que saldrán cada cuatro días. Estos convoyes adicionales, precisó el organismo, "garantizarán el traslado de estudiantes, trabajadores, atletas participantes en eventos deportivos, como los Juegos Escolares, y otros sectores", mientras que el resto de la población podrá adquirir capacidades "como ocurre habitualmente durante este período".

Sin embargo, en la terminal yumurina los viajeros constatan una realidad bien distinta. "Tuve que venir desde temprano, porque este lugar está tan apartado que únicamente se puede llegar alquilando algún vehículo", explica Georgina a 14ymedio, mientras recuerda que ya gastó "2.000 pesos en bicitaxi" sin saber aún si logrará abordar el tren a Holguín. "Por la mañana me anoté en la lista de espera. Luego fui a la casa de mi hija, que vive por el Parque René Fraga, a buscar el equipaje", cuenta resignada.

El tren La Habana-Holguín solía pasar por Matanzas alrededor de las 10:00 p.m.
El tren La Habana-Holguín solía pasar por Matanzas alrededor de las 10:00 p.m. / 14ymedio

El tren La Habana-Holguín solía pasar por Matanzas alrededor de las 10:00 p.m., pero el nuevo horario implica que los pasajeros deban esperarlo pasada la medianoche. "Reservé los pasajes desde hace varios días. Pensé que la estancia en la terminal iba a ser relativamente corta, pero ahora me dicen que saldrá de La Habana a las 10:05 de la noche. Eso significa que vendremos a cogerlo después de la 1:00 de la madrugada. Qué falta de respeto", protesta Reidel, acompañado de su esposa y su hijo pequeño.

Acostumbrado a los apagones, al cierre del baño y a la ausencia de agua potable en la terminal, Reidel lamenta que ni siquiera los vendedores ambulantes se atrevan a cruzar el reparto Camilo Cienfuegos de noche. "Traemos la comida desde la casa porque aquí, cuando oscurece, uno no se ve ni a las manos", dice. El joven recuerda que "el mes pasado casi no pude viajar por lista de espera, porque el tren venía con cinco coches nada más. Ahora que compro el pasaje con tiempo, cambian el horario. No hacen nada para beneficiar al pueblo".

Dentro del salón principal, que también sirve como terminal de ómnibus nacionales, el calor y los mosquitos hacen insoportable la espera. Los bancos metálicos, apretados unos contra otros, apenas dejan espacio para moverse entre el equipaje. Algunos, como Isabel, que regresa a Las Tunas, prefieren sentarse fuera, sobre los muros de cemento. "Los empleados pasan trabajo también; tienen que alumbrarse con la linterna de los teléfonos para rectificar pasajes o anotar en la lista de espera", comenta.

Dentro del salón principal el calor y los mosquitos hacen insoportable la espera, por lo que algunos prefieren sentarse fuera.
Dentro del salón principal el calor y los mosquitos hacen insoportable la espera, por lo que algunos prefieren sentarse fuera. / 14ymedio

Con su maletín entre los pies, Isabel calcula que, con suerte, llegará a su casa en 12 o 13 horas. "Mi hijo quería que me quedara unos días más y me fuera en uno de esos trenes extras que anunciaron, pero si no cumplen con las rutas establecidas, no creo que pongan nada adicional", dice, consciente de que la crisis del transporte demorará su próximo reencuentro con los nietos.

Mientras los rostros se desdibujan en la oscuridad, la resignación crece. Un hombre mayor se estira sobre un muro de cemento y cabecea en un sueño inquieto. Otros improvisan conversaciones para espantar la espera, como si hablar pudiese acortar la noche. En la terminal de Matanzas todos saben, aunque nadie lo diga, que el tren difícilmente saldrá puntual ni siquiera bajo los nuevos horarios. Entre apagones, calor y picaduras, aguardan el momento en que el estruendo metálico de la locomotora rompa el silencio.

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