Una plaga de chinches, lo que les faltaba a los cubanos para hundirles aún más en la miseria

Salud

Una familia holguinera cuenta su desesperación ante la escasez de productos para luchar contra la invasión

Los brotes de chinches han pasado a ser noticia frecuente en los medios independientes de la Isla.
Los brotes de chinches han pasado a ser noticia frecuente en los medios independientes de la Isla. / 14ymedio
Miguel García

23 de julio 2025 - 17:27

Holguín/"El que pestañea pierde", repite Joel, mientras explica su malestar por haber comprado solo un tubo de permetrina, justo antes de que la plaga de chinches que azota la ciudad de Holguín hiciera desaparecer el medicamento en el mercado negro. "Esa misma noche sentí las primeras picadas y desde entonces no puedo dormir una madrugada completa".

"Fue mi esposa la que me advirtió que eran chinches", cuenta a 14ymedio el holguinero, de 49 años. "Pensé que eran mosquitos, pero ella encendió la luz y me mostró la costura del colchón que estaba llena de bichos". Era cuestión de días, o de horas, que los insectos llegaran a la casa de Joel y su familia. "Habíamos oído a los vecinos decir que tenían las casas cundidas y hasta vimos a algunos botar los colchones".

"Tenemos medidas higiénicas extremas porque nuestro niño es autista y también padece varias alergias fuertes"

A pesar de la historia que escuchaban, Joel y su esposa pensaron que no serían alcanzados por la epidemia. "Tenemos medidas higiénicas extremas porque nuestro niño es autista y también padece varias alergias fuertes", detalla a este diario. "Por eso vivimos limpiando, lavando, hirviendo la ropa de cama y sacudiendo los muebles". Sin embargo, la plaga se saltó todos esos "anillos de seguridad", reconoce.

La chinche, un insecto que se nutre de la sangre de humanos y de otros animales, se ha vuelto un visitante indeseable en muchos hogares cubanos, donde el hacinamiento, la falta de productos de limpieza y la pobreza han multiplicado sus apariciones en los últimos años. Los brotes en provincias como Santiago de Cuba, Sancti Spíritus y La Habana han pasado a ser noticia frecuente en los medios independientes de la Isla.

"En ninguna farmacia estatal hay nada para tratar esto, te tienes que ir al mercado negro o algún puesto particular de venta"

Uno de los problemas principales que enfrentan los afectados ante la llegada de los molestos insectos es la falta de productos para repeler la infestación. "En ninguna farmacia estatal hay nada para tratar esto, te tienes que ir al mercado negro o algún puesto particular de venta que, aunque no están autorizados para vender medicinas, pueden tener este tipo de productos".

Aunque la chinche es un insecto común en las zonas tropicales, su extensión por los hogares cubanos ha coincidido con la crisis económica, la pérdida del poder adquisitivo de muchas familias que ya no pueden mantener la higiene como antes y el colapso del sistema de Salud Pública que influye en la caída de la oferta de productos farmacéuticos. 

Ahora, también en las principales ferias de venta privada de la ciudad y en los entramados de ofertas informales la permetrina "se ha perdido", asegura Joel sobre la fórmula insecticida, acaricida, además de repelente de insectos y piojos. "Volví para comprar más y ya me dijeron que se había agotado y que los clientes no paraban de llegar preguntando por lo mismo".

Sacaron el colchón hacia el patio “para que le dé el sol toda la mañana a ver si los bichos se van”

Para no quedarse con los brazos cruzados mientras reaparece el medicamento, Joel y su esposa sacaron el colchón hacia el patio “para que le dé el sol toda la mañana a ver si los bichos se van”. Pero la experiencia de algunos vecinos cercanos no les ofrece mucha esperanza. “En este barrio hay gente que ha tenido que quemar el sofá, tirar al río el colchón o deshacerse de las almohadas, nada se salva”.

El desespero también es peligroso. En marzo pasado, la quema de un colchón terminó provocando un incendio que afectó a los vecinos de los repartos Villanueva y La Aduana. Las llamas se extendieron desde un basurero hasta la orilla y sobre las aguas del río Miradero, contaminadas por el fueloil vertido por una fábrica cercana. Poco después se supo que se trataba de un colchón con guata atacada por las chinches.

“El que pestañea pierde”

Los holguineros con más suerte podrán apelar a que sus parientes en el extranjero les compren un tubo de crema, similar al que Joel adquirió a unos 600 pesos, por unos 15 dólares en alguno de los tantos portales comerciales que ofrecen alimentos y medicamentos para entrega en la Isla.

“El que pestañea pierde”, repite el hombre y de tanto culparse por la falta de miras, al comprar solo un tubo de la crema, termina mezclando las sílabas en una letanía que lo martiriza mientras revisa el colchón bajo el sol de julio. “El que pestapierde ñea”, concluye. 

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