El tren de las reformas no llega a la Estación de Ferrocarril de Candelaria

Estación de Trenes de Candelaria, provincia de Artemisa
Los títulos otorgados al inmueble y sus connotaciones históricas han servido de poco. (14ymedio)
Bertha K. Guillén

02 de agosto 2017 - 16:09

Candelaria/A menos de tres cuadras del centro del pueblo se erigen las ruinas de la estación de ferrocarril de Candelaria, punto neurálgico de la vida de este municipio artemiseño. El lugar, que un día fue un hervidero de viajeros y mercancías, se ha convertido ahora en refugio para las nostalgias y los murciélagos.

Durante el verano y con el ajetreo de las vacaciones escolares la situación se agrava al aumentar el flujo de clientes. Los pasajeros se las arreglan para evitar las tejas que caen desde el techo de la terminal y miran a través de las ventanas el interior deteriorado que hasta hace unas décadas bullía de actividad.

Los candelarienses esperan que el deterioro pueda ser detenido antes de que el inmueble, de mediados del siglo XIX y con gran valor patrimonial, se derrumbe o dañe irremediablemente. Sin embargo, la reparación anunciada en los medios oficiales tarda más de lo deseado.

Las inversiones extranjeras que se espera que beneficien al sector "se dedicarán a otras zonas del país" alejadas de Candelaria y "con mayor valor turístico o comercial"

A finales del año pasado el Gobierno anunció un programa para reparar las estaciones ferroviarias deterioradas por todo el país con un presupuesto de 40 millones de pesos. El proyecto se extenderá hasta 2021, según confirmó a la prensa oficial Ricardo Aguiar Castro, director de inversiones y mantenimiento constructivo de la Unión de Ferrocarriles de Cuba.

En los últimos meses las autoridades del Ministerio de Transporte se han propuesto acelerar las obras para conmemorar el 180 aniversario de la inauguración del primer tramo del ferrocarril en la Isla, el próximo noviembre. El servicio comenzó con 27,3 kilómetros de vías entre La Habana y Bejucal, y fue el primer ferrocarril en construirse en Iberoamérica y el séptimo en el mundo.

Sin embargo, la actual situación económica que atraviesa la Isla ha demorado las obras, según confirman a 14ymedio fuentes del Ministerio del Transporte que prefirieron el anonimato. Las inversiones extranjeras que se espera que beneficien al sector "se dedicarán a otras zonas del país" alejadas de Candelaria y "con mayor valor turístico o comercial", puntualizan.

A finales de este año se cerrará un contrato entre los Ferrocarriles Rusos y el Gobierno de la Isla para que el país euroasiático invierta 1.054 millones de dólares en modernizar la línea central entre la capital y Santiago de Cuba, una intervención de la que también se beneficiará la vía entre Santa Clara y Cienfuegos, además de construirse un nuevo tramo hasta Varadero.

Sin embargo, la reparación de viales o la importación de tecnología es solo parte de lo que queda por hacer en este medio de transporte. Actualmente el país tiene 252 estaciones de ferrocarril y algunas de ellas con gran valor patrimonial están en avanzado estado de deterioro. La más conocida es la Estación Central de La Habana , que se espera que vuelva a abrir sus puertas a los pasajeros el próximo año después de un largo cierre por labores constructivas.

Para Ricardo Aguiar, la recuperación de las estaciones es una prioridad, pues en ellas se produce "el primer contacto de los ferroviarios con los pasajeros". La mayoría de estas edificaciones datan de finales del siglo XIX o principios del XX.

En la lista de las primeras terminales a reparar se hallan también las de cabeceras provinciales como Santa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba, así como la terminal marítima de Cienfuegos junto a los inmuebles destinados a esos fines en los municipios villaclareños de Remedios, Ranchuelo y el artemiseño Candelaria.

La estación candelariense no solo tiene un alto valor arquitectónico sino también histórico, ya que está vinculada con algunas batallas de las guerras de independencia libradas por los mambises, entre ellas la conocida Guerrita de agosto y la Invasión a Occidente. Desde 1996 el edificio ostenta además la categoría de Patrimonio Nacional.

Los títulos otorgados al inmueble y sus connotaciones históricas han servido de poco. Los vitrales y los grandes ventanales de maderas preciosas han sido los más castigados por el abandono y el vandalismo en que ha caído en las últimas décadas el también llamado "paradero de trenes" del municipio artemiseño.

El Gobierno municipal se lava las manos ante la situación. "El edificio es propiedad de Ferrocarriles Nacionales de Cuba, la empresa estatal que se ocupa de su gestión. Lamentablemente nosotros no podemos hacer nada", asegura una representante del Poder Popular en Candelaria a través de la línea telefónica.

"Son ellos los que tienen que velar por la reparación y mantenimiento del local", agrega la fuente, aunque reconoce que "el problema de la terminal es uno de los más planteados por los vecinos en las reuniones de Rendición de Cuentas con sus delegados".

Sin embargo, desde el museo municipal alegan que no se trata de desidia o mala organización sino de falta de recursos. "Hace años se creó un expediente para la reparación de esta obra, inventariamos todo y el costo total de la reparación es demasiado grande, la empresa de Ferrocarriles no cuenta con ese capital", asegura una empleada del centro.

Entre los materiales necesarios se encuentra la madera, los cristales y las tejas francesas, además de vigas y columnas de hierro para varias estructuras muy dañadas. "El trabajo es complejo para que quede lo más fiel posible a la estructura original, depende no sólo de la inversión sino también de una mano de obra especializada", aseguran en el Museo.

Los viajeros deben aglomerarse en una pequeña zona del amplio portal cercana al andén, donde evaden los pedazos del edificio que cae desde la parte superior

Por el momento, entre los carteles que advierten de peligro de derrumbe y las cintas que impiden el paso anidan los gorriones y tienen su guarida decenas de murciélagos. Los viajeros deben aglomerarse en una pequeña zona del amplio portal cercana al andén, donde evaden los pedazos del edificio que caen desde la parte superior.

A pesar del peligro y del menguado itinerario ferroviario que experimenta la zona, el tren sigue siendo el medio de transporte más popular entre quienes quieren llevar consigo un mayor volumen de mercancía y equipaje, los jubilados con bajas pensiones que no pueden costearse el transporte en automóviles u ómnibus y los turistas que buscan vivir la aventura de moverse en sus pintorescos vagones.

Otros se acercan a la estación por pura nostalgia, como Nora, una vecina del edificio, que recuerda cuando era niña haber jugado entre sus paredes a "imitar a las actrices de las novelas de la televisión". Ahora lamenta el nivel de abandono del edificio y siente que a nadie le interesa reconstruir este local que está asociado a los recuerdos de miles de residentes de la zona.

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