El régimen cubano se defiende de las acusaciones sobre sus vínculos con el narcotráfico
Narcoterrorismo
Se apresura en desmentir las declaraciones de 'El Pollo' Carvajal sobre el papel de La Habana en la creación del cartel de los Soles para inundar EE UU con cocaína
La Habana/El Gobierno cubano, consciente de su vulnerabilidad actual, está reaccionando con una rapidez inusual. Horas después de que se publicara la carta de Hugo El Pollo Carvajal –ex jefe de la inteligencia venezolana– en la que acusa al régimen chavista y a la Isla de haber diseñado una estrategia de narcotráfico contra Estados Unidos, La Habana convocó una rueda de prensa para aclarar que “Cuba no es productor ni país de tránsito de drogas”.
Los funcionarios del Ministerio del Interior y de Justicia reunidos este jueves en el Centro de Prensa Internacional ofrecieron una imagen de control, pero el momento de la comparecencia dejó al descubierto la urgencia política. La carta de Carvajal, dirigida a Donald Trump, detalla dos décadas de operaciones de narcoterrorismo, cooperación con guerrillas, manipulación electoral y una relación estrecha con los servicios de inteligencia cubanos. En una de sus afirmaciones más contundentes, el ex general sostiene que “este plan fue sugerido por el régimen cubano a Chávez a mediados de los 2000”, en referencia al uso de las drogas como arma geopolítica.
La presencia del ministro de Justicia, Oscar Silvera Martínez, del primer coronel Ibey Carballo y del coronel Juan Carlos Poey marcó el carácter excepcional de la rueda de prensa. La Habana evita, por regla general, dar explicaciones públicas sobre seguridad interna, pero esta vez la complicada crisis doméstica, así como el despliegue militar estadounidense en el Caribe, están apretando los aceleradores de la dictadura más vieja de Occidente.
Poey, jefe del órgano antidrogas de Interior, calificó la presencia militar de Estados Unidos en la zona como “una seria amenaza a la seguridad y soberanía de Cuba”. Y añadió un argumento que intentaba voltear la tortilla: “Las drogas sintéticas que circulan hoy en Cuba provienen mayoritariamente de Estados Unidos”.
Carvajal afirma que la inteligencia cubana le mostró “sus redes dentro de bases navales estadounidenses y miles de espías enviados durante décadas”
Para suavizar el tono, Carballo, segundo jefe de las Tropas Guardafronteras, hizo énfasis en la cooperación con Washington: “Intercambiamos información en tiempo real con los guardacostas estadounidenses. Les damos posición, rumbo y características de las embarcaciones con droga”.
La carta de Carvajal, dirigida a Trump desde una cárcel estadounidense, no se limita a describir delitos. Sitúa directamente a Cuba como actor clave en la construcción del llamado cartel de los Soles, asegura que la Isla proporcionó asesoría estratégica, y afirma que la inteligencia cubana le mostró “sus redes dentro de bases navales estadounidenses y miles de espías enviados durante décadas”.
También asegura que grupos criminales como el Tren de Aragua se formaron “por órdenes de Chávez y luego Maduro, con apoyo coordinado del Ministerio del Interior y fuerzas de seguridad”, y que parte de esos operativos fueron enviados al exterior. Aunque Cuba no es mencionada como participante en esas bandas, sí aparece como asesor y aliado de la estructura que las creó.
La publicación del texto coincide con un aumento de la presión militar de Estados Unidos en el Caribe. Washington ha vinculado directamente al presidente venezolano, Nicolás Maduro, con el narcotráfico y ha ofrecido una valiosa recompensa por su captura. Su presencia militar cerca de Venezuela se ha reforzado de manera considerable, con ataques letales contra lanchas de narcotraficantes, amenazas con extenderlas en tierra e imponiendo el cierre total del espacio aéreo venezolano. En este contexto, cualquier referencia al papel de Cuba adquiere un peso adicional.
En su conferencia, el Ministerio de Interior informó que más de dos toneladas de droga han sido “aseguradas” en Cuba en lo que va de año, aunque sin detallar rutas, redes o responsables. Las autoridades reconocen un aumento del consumo –especialmente entre jóvenes– pero no publican estadísticas completas. La respuesta interna sigue enfocada en juicios rápidos, largas condenas y castigos ejemplarizantes.
Menciona el uso de grupos armados como las Farc, el ELN y el libanés Hezbolá en operaciones coordinadas con Caracas y La Habana, así como la exportación de tecnología electoral manipulable a otros países mediante la empresa Smartmatic
Silvera insistió en que la postura cubana es “preventiva” y permite que la Isla “no sea productor ni país de tránsito”. Sin embargo, no ofreció explicaciones sobre por qué el Gobierno decidió ahora hacer una declaración pública sobre el tema, ni mencionó directamente las acusaciones de Carvajal.
La rapidez con que se organizó la conferencia, la presencia de altos mandos y la insistencia en la cooperación con Estados Unidos sugieren que la prioridad del Gobierno no era informar a la ciudadanía cubana, sino responder al impacto internacional del testimonio del ex jefe de la inteligencia chavista.
Carvajal no solo señala a La Habana como asesora del cartel dirigido por la cúpula venezolana, sino que afirma que diplomáticos y oficiales norteamericanos habrían colaborado con Caracas y que Rusia instaló un puesto de escucha en la isla venezolana de La Orchila con conocimiento de Cuba. Estas denuncias amplían el caso mucho más allá del narcotráfico y colocan a la Isla dentro de un entramado de operaciones que, de confirmarse, tendrían implicaciones militares, diplomáticas y de seguridad nacional para Washington.
El documento también menciona el uso de grupos armados como las Farc, el ELN y el libanés Hezbolá en operaciones coordinadas con Caracas y La Habana, así como la exportación de tecnología electoral manipulable a otros países –incluido Estados Unidos– mediante la empresa Smartmatic. Aunque la conferencia oficialista evitó abordar cualquiera de estos puntos, la coincidencia con las acusaciones subraya la gravedad del momento.
La acusación de que Cuba está directamente relacionada con una organización calificada oficialmente como terrorista coloca al régimen en un terreno sumamente delicado, justo cuando crece la tensión en el Caribe y cuando La Habana depende de cualquier alivio económico, financiero o migratorio para intentar salir de la peor crisis económica desde 1959.