"Se salvó del covid, pero no de estos virus supuestamente menos mortales"

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En las funerarias y los cementerios de La Habana, decenas de familias afligidas preguntan: ¿de qué murió?

Frank sentado sobre la tumba de su tía.
Frank resume la sensación que recorre a muchos en la ciudad: “Todos los días veo cómo llegan familias desesperadas". / 14ymedio
Darío Hernández

25 de noviembre 2025 - 13:13

La Habana/En los últimos días, los cementerios y funerarias de La Habana viven una actividad inusual y constante. Carros fúnebres y vans de Etecsa entran y salen sin pausa, mientras el área de recepción y la capilla de Colón, la necrópolis más importante de la capital, permanecen abarrotadas. La misma situación se repite en los cementerios de Guanabacoa y Regla, así como en las funerarias de estos municipios y en la de Calzada y K, en El Vedado.

“Al principio parecía un resfriado, pero luego todo empeoró en cuestión de días”, recuerda Maritza, de 38 años, sobre la enfermedad de su abuela, de 89 años y diabética. “Todos en la familia nos contagiamos. Ella empezó a retener líquidos, a inflamarse y a perder el apetito. En el acta médica figura que murió de un infarto, pero todos sabíamos que el virus precipitó su muerte. No hay tratamiento, no hay plan, y no había nada que hacer”, cuenta a 14ymedio.

“Al principio parecía un resfriado, pero luego todo empeoró en cuestión de días”

La epidemia de dengue y chikungunya, que en la última semana ha elevado hasta los 156 el número de pacientes en cuidados intensivos, está llenando los hospitales, especialmente de personas que ya padecían otras enfermedades.

“Registramos el órgano que falló, no la infección. Pero es evidente que virus como dengue o chikungunya agravan los cuadros clínicos y precipitan fallecimientos”, confirma una doctora del hospital La Benéfica, que recuerda que los ancianos están entre los más afectados.

Los servicios necrológicos reflejan la gravedad de la crisis sanitaria a la que se enfrenta el país. “Hay jornadas en que los carros fúnebres no dan abasto y todas las salas están llenas. Los familiares preguntan constantemente: ‘¿De qué murió, del virus?’”, cuenta un trabajador de la funeraria de Guanabacoa, que describe la saturación que enfrentan diariamente. “Yo no te puedo decir de qué se están muriendo esas personas, porque eso no sale en ningún lado, pero sí te puedo decir lo que comentan los familiares de los fallecidos, y te puedo asegurar que la mayoría de los que llegan aquí están falleciendo por complicaciones con el virus”.

Los servicios necrológicos funcionan como un reflejo sin filtro de la crisis estructural a la que se enfrenta el país.
Los servicios necrológicos funcionan como un reflejo sin filtro de la crisis estructural a la que se enfrenta el país. / 14ymedio

“Tampoco te puedo decir un número exacto”, agrega, “pero sí hay días en que están falleciendo entre 10 y 20 personas, y eso no es normal, o al menos no lo era hace unos meses. Y los familiares claro que están molestos. Mucha gente estaría viva hoy si no fuera por esos virus”. 

Más allá de los números, los servicios necrológicos funcionan como un reflejo sin filtro de la crisis estructural a la que se enfrenta el país. Mientras las soluciones brillan por su ausencia y predomina el silencio, en los cementerios y funerarias la realidad no se puede maquillar. La saturación, el dolor de las familias y la falta de recursos evidencian un colapso de la ciudad que no se había visto desde los tiempos más críticos de la pandemia de covid, hace cinco años.

Los servicios necrológicos funcionan como un reflejo sin filtro de la crisis estructural

“Yo trabajo de sereno cerca del cementerio y casi todas las mañanas luego de la guardia vengo aquí a visitar a mi tía, quien falleció hace un mes a consecuencia del virus. No aguantó.” Sentado junto a la tumba, Frank resume la sensación que recorre a muchos en la ciudad: “Todos los días veo cómo llegan familias desesperadas. Mi tía falleció hace un mes; al principio parecía un simple resfriado, pero en 48 horas su estado se complicó. Sobrevivió al covid, pero no a estos virus que afectan a los ancianos. Ni la llevé al hospital, para qué. Cuando yo me enfermé una semana antes no me dieron nada. Que sí líquido, que sí reposo. Es duro perder a alguien así. Se salvó del covid, pero no de estos virus supuestamente menos mortales, pa’ que tú veas. Y por la negligencia también, porque nadie hizo nada por mí. Estamos solos, sin ayuda”.

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