“Si es una huelga, entonces sí es contrarrevolución”, advirtió la rectora de la Universidad de La Habana

Tarifazo

Un audio revela las presiones de Miriam Nicado García para que los estudiantes desistieran de su protesta contra el 'tarifazo' de Etecsa

Nicado es diputada en la ANPP, miembro del Consejo de Estado, militante del PCC y ex rectora de la UCI.
Nicado es diputada en la ANPP, miembro del Consejo de Estado, militante del PCC y ex rectora de la UCI. / Portal Cuba.cu
Yunior García Aguilera

17 de junio 2025 - 14:59

Madrid/El reciente audio filtrado de una reunión entre la rectora de la Universidad de La Habana, Miriam Nicado García, y estudiantes inconformes con el tarifazo de Etecsa, no solo confirma el hartazgo juvenil con una medida arbitraria, sino que pone voz –y tono– al modelo autoritario de pedagogía vertical que se enmascara tras discursos de "unidad y diálogo".

Nicado no es una simple administradora académica. Es diputada en la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembro del Consejo de Estado, militante del Partido Comunista y ex rectora de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), centro emblemático de control tecnológico y lealtad al poder. En otras palabras, es una funcionaria orgánica del régimen, situada en una de las instituciones clave del país: la Universidad de La Habana, cuna histórica del pensamiento crítico cubano.

Empieza con tecnicismos económicos, continúa con condescendencia y termina en velada amenaza

El audio, que se ha viralizado en redes sociales, muestra un debate que empieza con tecnicismos económicos, continúa con condescendencia y termina en velada amenaza. Un recorrido que muchos estudiantes, especialmente los más valientes, conocen de memoria. “Si no vienes a clases, no recibes clases”, dice Nicado con voz calmada pero implacable. “Si es una huelga, entonces sí es contrarrevolución”.

Así, sin rodeos, la máxima autoridad de la universidad equipara una acción cívica estudiantil con “traición a la patria". La petición de los alumnos era clara: que se explicara con transparencia el tarifazo de Etecsa, que se diera espacio a la crítica y al diálogo real, no al monólogo institucional. La respuesta: chantaje emocional, descalificación ideológica y la insinuación de castigos.

“No venir a las clases hasta que ese diálogo se haga realidad”

El reclamo de Amalia Díaz Pérez, presidenta de la FEU de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología, fue respetuoso, articulado y, sobre todo, legítimo: “Como es un problema que no solo afecta a los estudiantes, sino que afecta a toda la población, nuestra postura como Universidad de La Habana también debe ir en ese sentido”. Y los aplausos estremecen las paredes cuando plantea su postura: “no venir a las clases hasta que ese diálogo se haga realidad”.

Pero Nicado prefiere aplastar cualquier fisura antes que asumir un diálogo auténtico. Lo que sigue en su intervención parece sacado de un interrogatorio en Villa Marista, no de un campus universitario. 

La rectora se adelanta a cualquier gesto de protesta: “Tengo aquí en la mano una información”, dice, y saca como carta bajo la manga un supuesto rumor de manifestación. Nadie ha dicho nada, pero ella ya tiene la acusación lista. El método es conocido: desacreditar antes de que el adversario hable. Fabricar la amenaza para justificar el control. Nunca aclara quién o quiénes le pasaron ese dato, aunque ya múltiples estudiantes han denunciado una presencia desproporcionada de agentes de la Seguridad del Estado dentro de las universidades. 

Lo paradójico es que ese exilio al que llaman enemigo es al que están obligando a salvar a su empresa socialista

“Nosotros no podemos hacerles el juego a quienes nos quieren ver en las calles o a quienes nos quieren ver en plantones”, sentencia Nicado, aludiendo siempre a un enemigo externo. Lo paradójico es que ese exilio al que llaman enemigo es al que están obligando a salvar a su empresa socialista, enviando recargas en dólares para sus familiares dentro de la Isla. 

La rectora se escuda en el lenguaje tecnocrático –cifras, clústers, porcentajes– para disfrazar de “explicación racional” lo que en esencia es una imposición. Dice, con tono de quien ha memorizado bien su lección, que Etecsa se basó en “una lógica aritmética” para definir las tarifas, aunque “eso socialmente tiene un costo”.

La presencia de Nicado en el Consejo de Estado no es decorativa. Es señal de que está al tanto –y es partícipe– de las decisiones que afectan la vida de millones de cubanos. Por eso recurre a la misma demagogia: primero endulza los oídos del estudiantado hablando de “cultura e inteligencia", para luego disparar las palabras “chantaje” y “división”. Su retórica es la clásica del poder cubano. Habla de ser transparentes mientras censura y reprime cualquier disidencia. Ofrece diálogo, pero solo si las preguntas no incomodan.

Cada vez son más los jóvenes que deciden levantar la voz

El audio filtrado no es un hecho aislado. Se suma a una serie de expresiones espontáneas de inconformidad que desde las universidades, los centros de trabajo y los barrios empiezan a horadar el muro del silencio oficial. Cada vez son más los jóvenes que deciden levantar la voz. Que lo hagan en un aula, frente a una rectora, sin insultos ni consignas huecas, es muestra de que el miedo ya no paraliza del todo. Que respondan desde el poder con amenazas disfrazadas de pedagogía es señal de que la legitimidad del sistema está resquebrajándose.

Por ahora, Nicado sigue en su puesto. Su voz, al menos en el audio, suena segura, incluso maternal. Pero bajo esa seguridad se percibe la grieta de una autoridad que empieza a ser cuestionada. 

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