Siguen los retrasos en la venta a la población de gas licuado en Matanzas

Energía

Sustituyen la lista física de anotación por un sistema de registro digital mediante Transfermóvil

Punto de venta de gas licuado en Matanzas.
Punto de venta de gas licuado en Matanzas. / 14ymedio
Julio César Contreras

19 de junio 2025 - 11:22

Claves

  • El suministro de gas licuado llegó esta semana a Matanzas después de estar ausente desde enero
  • La cantidad de cilindros de gas que suministró la estatal Cupet apenas alcanzó para una jornada de venta
  • La cola virtual, a través de aplicaciones en el móvil, ahora es obligatoria
  • Los clientes se quejan de la inestabilidad en el abastecimiento y de los nuevos requisitos tecnológicos

La noticia de que llegaría gas licuado al punto de venta corrió como pólvora esta semana al barrio de Versalles, en Matanzas. Desde principios de año, los clientes con contrato para adquirir el producto vivían una espera angustiosa, marcada por calderos tiznados de carbón y noches sin fuego. Con la esperanza de conseguir uno de los preciados cilindros, los vecinos comenzaron a llegar al área de venta desde la noche del lunes, temiendo que lo disponible apenas alcanzara para quienes aún no habían recibido su cuota de enero.

"Aquí hubo gente que durmió en el portal del combinado, cuidando su lugar en la cola. Me temo que la mayoría se irá con las manos vacías, porque las balitas que trajeron no alcanzan ni para empezar", comenta a 14ymedio uno de los custodios del punto de distribución. "Yo mismo pude comprar gas a principios de febrero y lo estoy usando solo para emergencias. Sé que esta vez no me tocará. Hay casos que no compran desde diciembre", asegura.

Un delegado del Poder Popular confirmó que se despacharían apenas 250 balitas. Su rostro, cruzado por la preocupación, no oculta el temor: "La gente lleva toda la mañana bajo este sol insoportable, sudando la gota gorda. Por ahora el ambiente está tranquilo, pero veremos cómo reaccionan las decenas que tendrán que esperar otra distribución. Lo poco que queda se acabará pronto, y espero que no se forme una situación desagradable".

Las personas en la cola buscan desesperadamente algo de sombra mientras el sol castiga los cilindros alineados en la acera

Las personas en la cola buscan desesperadamente algo de sombra mientras el sol castiga los cilindros alineados en la acera. El calor tiene a más de uno al borde de la deshidratación. "Están llamando de dos en dos, con una calma pasmosa. Despachan como si quisieran que los cilindros no se acabaran nunca", se queja Gabino, aferrado a la verja de hierro que da acceso al local. "Trato de mantener la calma, pero todo tiene un límite, incluso la capacidad del cubano para callarse ante tanta necesidad".

A la escasez y la lentitud se suma ahora una nueva medida que ha provocado desconcierto: la eliminación de la tradicional lista física de anotación, sustituida por un sistema de registro digital mediante la aplicación Transfermóvil. "Otra vez se acabó el gas, y ahora dicen que no van a anotar más, que solo se puede hacer por Transfermóvil. ¿Qué significa esto? ¿Que ya no van a usar Ticket?", se preguntaban varios vecinos con incredulidad. La respuesta fue rotunda: sí. La cola presencial y el registro manual, aunque rudimentarios, ofrecían cierta transparencia; ahora todo dependerá de tener acceso a la tecnología.

"Es una medida bastante fuerte. A simple vista parece moderna, pero lo que hace es excluir a los más vulnerables", señala una vecina. "En esas colas uno encontraba personas mayores, que ya tenían su rutina de anotarse diariamente. Ahora los están obligando a hacerlo por una aplicación del teléfono, y el que no tenga móvil tiene que buscar a alguien que le preste uno o pedir favores en la cola". Con excepción de las personas con discapacidad o en una situación vulnerable, el resto de los clientes debe hacer, sí o sí, la fila virtual.

Ni siquiera los empleados de Cupet pueden responder a la pregunta más repetida del día: cuándo continuará la distribución, que este martes quedó parada por falta de suministro. Las autoridades han avisado que se retomará la comercialización el próximo 20 de junio, pero los consumidores temen que la fecha de reinicio vuelva a postergarse, como en tantas ocasiones anteriores.

A veces dejan pasar a alguien que no está en la lista. Hay que ser muy ingenuo para no darse cuenta"

Según informaciones del especialista en energía Jorge Piñón, puede que esté habiendo problemas por falta de pago con el tanquero Emilia, que cargó en Jamaica y se encuentra a las afueras de Santiago de Cuba, esperando desde el 11 de junio.

No así debería haberlos con el Pastorita, refiere el experto, que se prevé llegue este jueves a Santiago y lleva producto nacional. Por lo demás, Piñón especifica, con base en páginas de geolocalización de barcos, dónde se encuentran los gaseros que normalmente abastecen la Isla: el Exelero está en Matanzas desde el día 14; el Fortunato se encuentra en Cartagena de Indias, Colombia, en espera de cargar desde el pasado 3 de junio, y el Eugenia está también esperando para abastecerse en la refinería mexicana de Pajaritos desde el día 8.

Con la crisis energética en su punto más crítico, muchos se ven obligados a recurrir al mercado informal, donde una balita supera los 25.000 pesos, o a resignarse a un nuevo ciclo de espera indefinida. 

"No tengo cómo probarlo, pero estoy seguro de que los dependientes tienen su propio negocio. A veces dejan pasar a alguien que no está en la lista. Hay que ser muy ingenuo para no darse cuenta", denuncia Gabino. Relata que la noche anterior un colero le ofreció asegurarle un puesto a cambio de 1.000 pesos, la mitad de su pensión mensual. "Aunque dicen que la venta es una balita por persona, siempre hay arreglos. Los coleros, los delegados y los dependientes se las ingenian para burlar hasta la mismísima aplicación Ticket".

Oficialmente se prioriza a personas con discapacidad y grupos vulnerables, pero Gabino asegura que la verdadera prioridad la tienen quienes "dejan caer el dinero en silencio", sin hacer escándalo ni pasar diez horas esperando una compra que, para muchos, no llegará nunca. Las colas frente a la dirección provincial de Cupet para recibir uno de los “hago constar”, que permite a embarazadas, enfermos encamados y discapacitados tener un lugar preferente a la hora de comprar el gas, pueden llegar a ser tan largas, lentas y tediosas como las que se necesitan para obtener un cilindro.

A medida que pasan las horas, frente al punto de venta de Versalles, el calor y el cansancio hacen mella. Algunos se preguntan el número que tienen, otros revisan sus teléfonos o matan el tiempo hablando. "Qué va, me voy a almorzar y después regreso, si esto sigue igual", dice una mujer resignada, que ya no cree posible comprar su cilindro. Arrastra una carretilla con una balita vacía y suelta, casi en broma, una amenaza desesperada: "Si este mes no consigo el gas, tendré que picar la mesa en pedazos para usarla de leña. Comeré con el plato en la mano, porque ni para encender el fogón hay con qué".

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