“Mi vida se acabó”, dice un mercenario cubano reclutado por Rusia, que logró escapar de la guerra
Desertar
Francisco García pagó casi 13.000 dólares a un traficante para que lo llevara a Grecia, donde sobrevive en la calle
La Habana/A Francisco García le dejaron claro que “regresaría a Cuba en un ataúd o como un héroe”. El hombre de 37 años entendió que el anuncio atractivo en línea que le mostró un amigo meses antes, en que ofrecían 204.000 rublos (2.594 dólares) al mes y pasaporte ruso por reparar edificios dañados por los bombardeos ucranianos, era una méntira. Lo habían reclutado como mercenario. “Mi vida se acabó”, contó al diario británico Daily Mail.
García fue testigo de la muerte de decenas de cubanos en combate, “de rusos que se suicidaron” por no poder soportar la guerra. Sin embargo, a los mercenarios no les “permiten mostrar miedo”, no pueden sentir dolor ni compasión. “Nos pedían que fuéramos como robots en el campo de batalla”.
García, que escapó en octubre pasado y se encuentra en Grecia sobreviviendo en la calle, es uno de los más de 20.000 cubanos reclutados por Rusia desde que comenzó la guerra en febrero de 2022. Un hombre que “ha luchado en una guerra” que no tiene nada que ver con él. Datos de la inteligencia ucraniana muestran que hay cerca de 7.000 cubanos actualmente en el campo de batalla con poco o ningún entrenamiento.
Desde que descendió del avión que lo trasladó de La Habana al Aeropuerto Internacional Sheremétievo, la presencia de un cubano con uniforme militar y respaldado por soldados rusos que los obligaron a subir a camiones del Ejército le generó temor. “No nos dieron ni comida ni agua. Tras un largo viaje, llegamos a una escuela deportiva abandonada, custodiada por policías armados”, contó al mismo medio.
García corroboró el mismo modus operandi por el que han pasado otros cubanos. Una vez en Moscú, les entregan contratos en ruso y, entre gritos y amenazas, los obligaron a alistarse como mercenarios.
Le entregaron un fusil de asalto. “Fue la primera vez que tuve un arma en la mano”, dijo el hombre que vive atormentado por las palabras del presidente ruso Vladímir Putin: “los traidores nunca serán olvidados”. El cubano insiste en que no ha matado a nadie, sin embargo reconoce: “No sé si herí a alguien porque disparé en pánico, pero eso siempre está en mi mente”.
Luego de 30 días en que estuvo al lado de otros cubanos y personas de Asia y África lo empujaron al frente de la guerra sin ninguna advertencia porque “Rusia estaba perdiendo muchos soldados cada día”. A García lo obligaron a portar armamento pesado, entre ellos un rifle de asalto, un lanzacohetes portátil y cuatro granadas.
Rápidamente se dio cuenta que la guerra “no era un juego” y que su misión a partir de ese momento era sobrevivir. “Éramos 90 cubanos como yo al principio, pero más de la mitad murieron en combate”, comentó.
En combate fue testigo de la capacidad destructora de los drones kamikazes, que “los cubanos ni siquiera sabíamos que eran” y que “causaron muchísimo daño, mucho más que el combate cuerpo a cuerpo”.
A los mercenarios, contó García, los abandonan los rusos cuando caen heridos en el frente de batalla.
En una ocasión estando en el frente fue alcanzado por las balas y le dejó una cicatriz en su bíceps derecho. “Me apresuré a protegerme, pero me alcanzaron. Sentí como si me hubieran dado un martillo gigante, pero no sentí mucho dolor por la adrenalina y por intentar salvar la vida”. García quedó en shock y rápidamente le pusieron un torniquete e inyectaron morfina para superar el dolor.
La segunda lesión se dio cuando “una bomba impactó en un edificio cerca de mí. Todavía puedo oír el estruendo. Algunos fragmentos metálicos de la explosión me impactaron en el brazo izquierdo y en ambas piernas, y salió un olor tóxico”.
Tras un año en la brigada de artillería rusa en Rostov, Donetsk y Soledar, al cubano le otorgaron una medalla y un certificado en honor a su servicio. Además, le dieron dos meses de descanso en octubre de 2024. Ese fue el momento que aprovechó para escapar. Contactó a un traficante que, por 1.000.000 de rublos (12.715 dólares), le garantizó llevarlo “sano y salvo a Grecia”.
García contaba con el dinero que le habían pagado por sus servicios debido a que no le permitían enviarlo a la Isla. Su travesía se dio en los aeropuertos entre vuelos a través de seis países, desde Bielorrusia hasta Azerbaiyán, luego a los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, antes de llegar finalmente a Atenas, contó al Daily Mail.
“He pasado por muchas dificultades y nadie me ayuda. Duermo en la calle y lucho por sobrevivir. Ojalá pudiera volver a mi vida sencilla de antes en Cuba, pero no puedo”, lamenta