Silvio Rodríguez canta sus viejos himnos en Madrid ante un público entregado

"Viva Cuba socialista", "patria o muerte venceremos", "abajo el bloqueo", se oyó en las gradas del Wizink Center

Silvio Rodríguez ofreció este sábado un concierto en el Wizink Center de Madrid. (EFE)
Silvio Rodríguez ofreció este sábado un concierto en el Wizink Center de Madrid. (EFE)
Yaiza Santos

03 de octubre 2021 - 16:14

Madrid/Todo aquel que entrara este sábado en el Wizink Center de Madrid, donde Silvio Rodríguez ofrecía su concierto, tenía que pasar necesariamente por la explanada de Salvador Dalí, frente a El Corte Inglés de Goya, y, por tanto, fue testigo de la manifestación convocada por cubanos en el exilio contra la presencia del cantautor en la capital española.

"¡Comunistas de salón!", gritaba el medio centenar de participantes en la protesta a los que veían dirigirse al recinto deportivo. "¡Aquí están comunistas de caviar!". El enojo y los insultos de los manifestantes, custodiados por un perímetro policial de tres metros, contrastaba con la calma de los increpados, bien vestidos, calzados y peinados, listos para su recital, desdeñosos de las consignas que dejaban a sus espaldas: "patria y vida", "derechos humanos para los cubanos", "fascismo y comunismo son lo mismo".

Las filas de entrada fluían, los asistentes no tenían que esperar. Los boletos costaban entre 42 y 50 euros y, según la organización, se agotaron: 8.000 personas, todas sentadas y con mascarillas, como mandan las normas anti-covid, abarrotaban las gradas.

Pasaban 15 minutos de la hora fijada para el concierto cuando salió al escenario el cantante y su banda. Con jeans y camisa azul petróleo sobre pulóver negro y una gorra estampada con la palabra en mayúsculas "aprendiz", Silvio Rodríguez se puso a cantar sin mediar palabra Tonada para dos poemas (La pupila insomne), con letra de Rubén Martínez Villena.

El músico saludó brevemente al público después, y se refirió al poeta como el "dirigente de una huelga que derribó un gobierno tiránico en 1933", sin nombrar al régimen de Gerardo Machado.

Con Casiopea y América, la gente, entregada con aplausos por lo demás, aún no corea las letras. Antes de la cuarta canción, Viene la cosa, Rodríguez se permite el parlamento más largo que dará en todo el concierto. Es críptico, como muchas de sus letras.

"En Cuba hablar de la situación y eso se dice hablar de la cosa. '¿Cómo anda la cosa?' La cosa anda más o menos"

"En Cuba hablar de la situación y eso se dice hablar de la cosa. '¿Cómo anda la cosa?' La cosa anda más o menos". En ese momento una voz lo interrumpe gritando "Viva Cuba socialista" y el músico responde: "Abajo el bloqueo". Después de los aplausos fervorosos que arranca el lema, termina la anécdota: la tonada siguiente la compuso a partir de un barbero de La Habana que tenía colgado en su local la advertencia: "Prohibido hablar de la cosa".

Los oyentes, la mayoría de los cuales no nació en Cuba, se quedan sin saber lo que es exactamente "la cosa", pero sea lo que sea, no podrían imaginar a ningún tipo de audiencia berreando "viva el fascismo" o "viva el nazismo". No pasa con "viva el comunismo", que parece tener indulgencia plenaria.

Los congregados comienzan a corear en Escaramujo y, seguidamente, Sueño de serpientes les sube el entusiasmo. A su término, una voz solitaria grita "patria y vida" y el resto acalla el murmullo que empieza a subir con silbidos y otros gritos: "aupa, Silvio", "te queremos", "eres una persona consecuente", "no te mueras".

El músico, que sigue con dos canciones de amor (Te amaré y Óleo de mujer con sombrero), no volverá a hablar hasta que presente a su hija Malva en el escenario –que también comparte con su mujer, la flautista Niurka González–; no dice que es su hija, sino la "sobrina de un amigo muy querido", a quien dedica la canción que ella canta al piano con vocecita de papel: Albanta. Dado que el compositor de la canción es Luis Eduardo Aute, fallecido el pasado 2020, se entiende que el cubano consideraba al español como de la familia. De él cantará también Dentro, después de ensayar una gracia: "Como viejo, se me duermen las piernas".

Antes de eso, ha cantado La maza y Tonada del albedrío, que está dedicada a Ernesto Che Guevara.

Los taconazos en el piso y las palmas rítmicas en las gradas, que poco a poco se elevan en volumen, convierten en una marcha militar la estrofa que repite "Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera, qué cosa fuera la maza sin cantera". La "maza" suena en realidad, dada la variante lingüística, "masa". Ánimo de combate, tambores llamando a la batalla. ¿Listos para la toma de El Corte Inglés?

"Viva Fidel", "patria o muerte venceremos", interrumpen dos mientras Silvio canta: "Y dijo el Che legendario como sembrando una flor al buen revolucionario sólo lo mueve el amor, sólo lo mueve el amor"

"Viva Fidel", "patria o muerte venceremos", interrumpen dos mientras Silvio canta: "Y dijo el Che legendario como sembrando una flor al buen revolucionario sólo lo mueve el amor, sólo lo mueve el amor". Es la misma canción que dice que dijo Guevara "el humano" que "ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial, del pensamiento oficial".

Después de Yo te quiero libre, el coro vuelve a clamar "viva Cuba", "¡viva!", y un señor contesta: "que les den de comer también, que lo están pasando mal". "Abajo el bloqueo", suena en una cuarta voz.

Entre En el claro de la luna y Quién fuera vuelve a sonar "patria o muerte" en ese recinto, enclavado en una de las zonas más ricas de Madrid. Ambos temas despiertan pasión, pero no tanta como Canción del elegido, esa que termina: "iba matando canallas con su cañón de futuro". "¡Viva Abel Santamaría!", grita con voz cubana un experto.

El fervor del público ya no bajará. Con Eva, enloquecen las mujeres presentes, y las tonadas que forman la traca final son cantadas con los brazos en alto y aplaudidas de pie: La era está pariendo un corazón, Ángel para un final, El necio y, claro, Ojalá.

Hay letras más descriptivas que otras: "Será que la necedad parió conmigo, la necedad de lo que hoy resulta necio, la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio".

Hay letras más descriptivas que otras: "Será que la necedad parió conmigo, la necedad de lo que hoy resulta necio, la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio".

"Muchas gracias por querer a Cuba", dice a modo de despedida Silvio, quien repite: "Abajo el bloqueo" en mitad de los aplausos ardorosos.

La audiencia pide bis y el cantante lo da con creces. Después de Tu soledad me abriga la garganta, canta Pequeña serenata diurna, cuya letra parece una burla a sus compatriotas dentro de la Isla: "Vivo en un país libre cual solamente puede ser libre en esta tierra en este instante y soy feliz porque soy gigante".

Entendiendo el ánimo ambiente, ofrece, por fin, la última: Playa Girón. Las de Silvio son melodías pegajosas, verdaderos himnos de una época. ¿Por qué no le habrán encargado a él algún tema con el que contrarrestar Patria y Vida? Habría sido una de las preguntas que este diario le hubiera hecho si su "mánager personal" no la hubiera negado alegando, vía la productora del concierto, que el artista no daría ninguna entrevista en este viaje. ¡"Yo vivo de preguntar, saber no puede ser lujo"!

Va saliendo la gente con ánimo encendido, eufórica, feliz. "Se tiró el tío un buen rato ahí", pondera un espectador las dos horas y media de concierto, en las que apenas ofreció temas nuevos.

Se va alejando la multitud de la plaza Salvador Dalí, en el corazón del barrio señorial de Salamanca, rumbo a sus coches, a sus casas, bajo el cielo libre de Madrid. ¿Y El Corte Inglés? Cerrado hasta mañana.

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