Carlos Manuel Álvarez, una crónica contra la desmemoria

El libro 'Los intrusos', merecedor del Premio Anagrama de Crónica, describe el acuartelamiento del Movimiento San Isidro en 2018

Carlos Manuel Álvarez, entre el rapero Maykel 'Osorbo' Castillo, a la izquierda, y el artista Luis Manuel Otero Alcántara. (EFE)
Carlos Manuel Álvarez, entre el rapero Maykel 'Osorbo' Castillo, a la izquierda, y el artista Luis Manuel Otero Alcántara, a la derecha. (EFE)
Elena Nazco

29 de abril 2023 - 14:46

Salamanca/Un texto como una foto, un recuerdo fijo y persistente, es lo que ofrece el cubano Carlos Manuel Álvarez (Matanzas, 1989) en Los intrusos, el más reciente Premio Anagrama de Crónica. Desde un presente inmersivo y fugaz, el libro describe los sucesos que condujeron en 2018 al acuartelamiento, en un caserón de La Habana Vieja, de un grupo de artistas e intelectuales contestatarios que articularon el llamado Movimiento San Isidro.

No era la primera vez que estas personas se convertían en blanco de la Seguridad del Estado. El Movimiento se había hecho notar por su constante activismo contra el régimen, con exposiciones de arte, conciertos improvisados y las ruidosas protestas contra el Decreto 349, una ley que aumenta el control del Estado sobre la cultura.

A partir del arresto del rapero Denis Solís, en noviembre de 2020, el grupo se consolida y exige la liberación del músico. Convocan a una lectura de poesía en el número 955 de la calle Damas, que escala rápidamente a una huelga temeraria, en la que el propio Álvarez se desliza como personaje de último minuto y va tomando mucho protagonismo en la narración. Su llegada desde Nueva York, donde vive, y su presunta infracción de las restricciones sanitarias establecidas por la pandemia, se convirtieron en la excusa perfecta para que la Seguridad del Estado irrumpiera poco después en la casa. Los agentes, vestidos de médicos y sin identificarse, lo trasladaron a una comisaría, de donde fue liberado seis horas más tarde.

Su llegada desde Nueva York, donde vive, y su presunta infracción de las restricciones sanitarias establecidas por la pandemia, se convirtieron en la excusa perfecta para que la Seguridad del Estado irrumpiera poco después en la casa

El relato fragmentario, como de asmático, estructura un cuadro de gente muy distinta: raperos, intelectuales, científicos, católicos, santeros y musulmanes, que cargan, sin embargo, cansancios muy parecidos. Hombres y mujeres de otra estirpe que se niegan a encarnar al "hombre nuevo" del comunismo y buscan, a través del arte, el espacio que les fue negado. Entre los acuartelados, el artista visual Luis Manuel Otero Alcántara, el músico Maykel Osorbo Castillo, uno de los autores de la canción Patria y Vida, –ambos en prisión– y la profesora Anamely Ramos son quizás las figuras más conocidas. "Representan todo lo que la revolución prometió reivindicar y terminó persiguiendo, cazándolos para ocultarlos", resume Álvarez.

Los intrusos narra el desmantelamiento de la huelga de manera casi cinematográfica. Su autor vive la crónica en un estado de constante estupor y entumecimiento. Recuerda brevemente la sensación de estar aislado en un lugar en el que la realidad avanza de forma distinta. La euforia que viven dentro la casa, convertida en cuartel, contrasta con el relato de la prensa oficial, que los presenta como delincuentes, drogadictos y parias.

El libro contiene, además, quince breves biografías –intercaladas en el relato de la huelga– que describen la ruptura de cada uno de los miembros del Movimiento con el régimen

El libro contiene, además, quince breves biografías –intercaladas en el relato de la huelga– que describen la ruptura de cada uno de los miembros del Movimiento con el régimen. Estas fichas, racionadas con cuidado, registran dos idiomas en tensión: el de la gente común, las conversaciones familiares y las confidencias entre amigos; y el subterráneo, el lenguaje político cargado de consignas, aparatoso, casi plástico. De esta forma, la crónica se transforma en un inventario de calabozos, nombres turbios y uniformados, sin apellidos o existencia real, como la siniestra Villa Marista –sede de la contrainteligencia– o la terrible y cruel ciudad-prisión de Combinado del Este.

El autor lo deja claro: jugar a la política en Cuba es un deporte extremo. La pena por la insubordinación en San Isidro terminó siendo la cárcel y el destierro, dos extremos del silencio a los cuales forzaron a los acuartelados. El régimen, escribe Álvarez, cortó "con pulso quirúrgico cualquier memoria de la resistencia". Sin embargo, el 11 de julio de 2021, ocho meses después de los sucesos en Damas 955, los cubanos marcharon contra el Gobierno exigiendo el fin de la miseria y la falta de libertades.

Como queda claro en el volumen, para Álvarez se hace necesario el rescate de las voces que lo iniciaron todo en aquellas míticas jornadas. Su crónica se confronta a la historia oficial y ofrece su negativo. Los intrusos, publicado en España y México, no llegará a Cuba sino de manera clandestina. Manos hábiles y nerviosas infiltrarán en la isla, a toda costa, otro fragmento de la historia censurada.

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Nota de la Redacción: Este artículo se publicó originalmente en la revista cultural La Lectura y se reproduce con el permiso del diario El Mundo.

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