Funciones interrumpidas en cines y teatros por los apagones, otra frustración para los cubanos

La Habana

Las proyecciones terminan abruptamente y los espectadores, resignados, abandonan las salas

Buscar refugio emocional en el cine o el teatro se ha convertido, para muchos, en una fuente adicional de frustración.
Buscar refugio emocional en el cine o el teatro se ha convertido, para muchos, en una fuente adicional de frustración. / 14ymedio
Darío Hernández

13 de julio 2025 - 08:15

La Habana/En un domingo que aparentaba normalidad cultural, el Teatro Trianón, en La Habana, vivió una jornada que refleja con crudeza la crisis energética que se ha incrustado en la vida cotidiana de los cubanos. La función de una adaptación de El sabueso de los Baskerville volvió a ser víctima de los apagones. El sábado ya se había cancelado y, el domingo, un video captó el desánimo de los asistentes: “¿Otra vez?”, se quejaban desde las butacas.

En el Trianón, los actores ensayan bajo un calor sofocante. Cientos de espectadores desafían el transporte colapsado, atraviesan media ciudad y sacrifican toda una tarde para, al final, enfrentarse a la incertidumbre eléctrica. Por suerte, esa tarde dominical la función pudo reanudarse, aunque con más de media hora de retraso.

En las provincias, la situación suele ser aún más crítica. Hace apenas unas semanas, en Santiago de Cuba, la página de la Asociación Hermanos Saíz anunciaba sin rodeos: “Suspendida la función de Teatro El Portazo esta noche en el Cabildo Teatral Santiago, por falta de fluido eléctrico. Pedimos disculpas por las molestias ocasionadas”.

En Camagüey, el Teatro del Viento también ha sufrido cortes prolongados que paralizan su quehacer escénico. Su director, Freddys Núñez Estenoz, denunció en redes sociales que llevaban “semanas viviendo un infierno con apagones que oscilan entre 17 y 23 horas diarias”. El 3 de julio escribió: Todavía no podemos ofrecer días ni horarios de las presentaciones. Ni siquiera podemos asegurar que tendremos presentaciones. Estamos a la espera de algo tan simple como conocer la programación de apagones del circuito donde está ubicado el teatro. Y no somos los únicos. También el Ballet de Camagüey espera para el estreno de Drácula”.

La función de una adaptación de 'El sabueso de los Baskerville' volvió a ser víctima de los apagones.
La función de una adaptación de 'El sabueso de los Baskerville' volvió a ser víctima de los apagones. / 14ymedio

En tales condiciones, la creación teatral se convierte en un acto de resistencia. Ensayos interrumpidos, estrenos postergados, funciones canceladas. Es lo que ocurrió con la obra Fibra, que el colectivo camagüeyano planeaba estrenar en su 26 aniversario y que fue postergada por la imposibilidad de iluminar el escenario y habilitar la instalación.

La situación no es distinta en los cines. El pasado domingo, en la sala 23 y 12, proyectaban un ciclo con las películas favoritas del difunto presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, Alfredo Guevara. Pero Cascos de Oro, de Jacques Becker, solo iba por la mitad cuando el cine quedó totalmente a oscuras y la proyección terminó abruptamente. Los espectadores, resignados, abandonaron la sala sin destino claro, sumando otra decepción a la rutina nacional. Buscar refugio emocional en el cine o el teatro se ha convertido, para muchos, en una fuente adicional de frustración.

Los apagones que azotan al país no son meras anécdotas. Con cortes de hasta 22 horas diarias en varias regiones, ni siquiera los eventos planificados con meses de antelación se salvan. Durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, múltiples funciones fueron suspendidas por la falta de electricidad. 

En la sala 23 y 12 la película solo iba por la mitad cuando el cine quedó totalmente a oscuras y los espectadores, resignados, abandonaron el cine.
En la sala 23 y 12 la película solo iba por la mitad cuando el cine quedó totalmente a oscuras y los espectadores, resignados, abandonaron el cine. / 14ymedio

Una cineasta cubana calificó aquella edición como una “vergüenza de organización”: salas a oscuras, señalización ausente y baños improvisados en la avenida 23 de El Vedado, con un hedor insoportable. La reducción de espacios, las cancelaciones de último minuto y las colas interminables son ya parte inseparable del paisaje cultural del país.

El único espectáculo libre de apagones, al parecer, ha sido el estreno de La Colmenita, donde asistieron Raúl Castro, Díaz-Canel y casi toda la plantilla del Ministerio de Relaciones Exteriores. A la propaganda no le falta nunca energía.

En una Cuba donde incluso el arte se ve forzado a esperar el regreso de la luz, el director de teatro Freddys Núñez resumió el sentir general con una frase lapidaria: “¿Qué sentido tiene que sigamos jugando el juego de que algo funciona, cuando en realidad todo está hecho mierda...? Nada funciona. Nada”.

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