Muere en Nueva York el escritor Edmundo Desnoes, explorador de las 'memorias' de Cuba

Desnoes formó parte de la redacción del suplemento 'Lunes de Revolución', que lo puso en la primera línea de batalla en todas las polémicas culturales de los años 60

Bilingüe, hijo de un cubano y una jamaiquina, Desnoes nació el 2 de octubre de 1930 y vivió entre La Habana y Nueva York. (OnCuba)
Bilingüe, hijo de un cubano y una jamaiquina, Desnoes nació el 2 de octubre de 1930 y vivió entre La Habana y Nueva York. (OnCuba)
14ymedio

07 de diciembre 2023 - 17:06

La Habana/El escritor cubano Edmundo Desnoes murió este miércoles en Nueva York a los 93 años. Figura indispensable para comprender la cultura cubana después de 1959 y su relación con la política, fue crítico, ensayista y autor, en 1965, de la novela Memorias del subdesarrollo, llevada al cine tres años después por Tomás Gutierrez Alea.

Bilingüe, hijo de un cubano y una jamaiquina, Desnoes nació el 2 de octubre de 1930 y vivió entre La Habana y Nueva York, ciudades que funcionan como polos de su narrativa. Cercano a escritores del calibre de José Lezama Lima, formó parte del grupo de novelistas que inclinó la balanza literaria de la Isla –tradicionalmente poética– hacia la narrativa.

Se casó en 1956 con María Rosa Almendros, hija del maestro español Herminio Almendros y hermana del cineasta Néstor Almendros, con quien vivió un tiempo fuera de Cuba. A su regreso, Desnoes formó parte de la redacción del suplemento Lunes de Revolución, a cargo de Guillermo Cabrera Infante, que lo puso en la primera línea de batalla en todas las polémicas culturales de los años 60.

Desnoes es conocido por escribir la novela Memorias del subdesarrollo, cuya primera edición, de Casa de las Américas, es hoy inencontrable. La narración, frenética y en primera persona, es similar a la de otros clásicos de la época, como Tres tristes tigres, y comparte con ellos la misma inquietud: ¿Cómo debe ser el intelectual en la revolución?

"Es un libro antifonal: solo sirve para el coro de Castro"

La respuesta la daría el propio sistema, que en la misma década desarticuló Lunes, censuró y sacó de circulación varias obras notables, y rechazó –desde la cúpula hasta los dirigentes locales– a los intelectuales "burgueses" cuyas inquietudes formulaba la novela de Desnoes. El arresto del poeta Heberto Padilla, en 1971, fue la señal más elocuente de que lo que muchos escritores seguían considerando la década más libre de la literatura cubana nunca había existido.

De nada sirvió, en términos políticos, que Gutiérrez Alea llevara al cine la novela. La Revolución de Fidel Castro había dado ya los primeros pasos hacia una regulación de los procesos culturales, y la intelectualidad del país vería pronto suspendidos todo intento de crítica desde el interior del sistema.

Si Sergio, el protagonista de Memorias, apuesta por quedarse en la Isla aunque esto significaba su desaparición como intelectual –y como persona–, Desnoes decidió exiliarse en 1979, tras un viaje a Venecia. La versión cinematográfica de su obra maestra ha sido reconocida como la mejor película cubana de todos los tiempos, y una de las 100 más importantes del mundo en varias listas.

Sin embargo, al igual que algunos de sus contemporáneos menos célebres –como Antonio Benítez Rojo–, Desnoes fue perdiendo notoriedad y los lectores de la Isla solo pudieron acceder a su novela en 2003, cuando el oficialismo editó una tirada insuficiente y lo invitó a ser jurado del premio Casa de las Américas.

Su exilio no estuvo exento de polémica. Tras publicar la antología Los dispositivos en la flor –con textos de intelectuales cubanos del exilio y de la Isla, así como de varios dirigentes de la Revolución–, recibió una feroz crítica de Cabrera Infante, por la "disparidad" del volumen. "Es un libro antifonal: solo sirve para el coro de Castro", escribió el narrador desde su casa en Londres.

Tras las protestas del 11 de julio de 2021 en la Isla, Desnoes –curado de espanto tras su viaje de 2003– dijo en una entrevista al diario La Marea que ya el lema de Cuba no podía ser, como afirmaba Castro, "Patria o Muerte", sino –siguiendo la canción que sirvió de himno a las protestas– "Patria y Vida". Aunque, fiel a su escepticismo, acotó: "La primera etapa de las revoluciones son siempre muy estimulantes, nos atraen y nos conmueven, pero la segunda es represiva y decepcionante".

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