Todos somos perfectos desconocidos

La Habana/Parece atrevido llevar a los escenarios una comedia que ya ha tenido éxito en el cine. Ese es el atrevimiento que necesitó Hugo A. Vargas para presentar en la sala El Sótano la obra Perfectos Desconocidos, que con bastante fidelidad versiona a Perfetti sconosciuti, la película del director italiano Paolo Genovese que en 2016 ganó el premio al mejor guion de cine internacional en el Festival de Tribeca y obtuvo también el David di Donatello a la mejor película.

La cinta nunca se ha proyectado en los cines cubanos ni se ha transmitido en los canales de televisión, pero sí ha estado en el paquete semanal. Ya tiene otras versiones en España, México, Francia y Corea del Sur.

¿Acaso hay algo más actual y más universal que la omnipresencia en nuestras vidas de los teléfonos celulares? A eso se le suman otras "universalidades" como la amistad, el matrimonio, la confianza y la traición

La ausencia de "cubanismos" (lingüísticos o temáticos) no solo se justifica en esta versión presentada en La Habana sino que se entiende, por tratarse de un tema de actualidad universal. ¿Acaso hay algo más actual y más universal que la omnipresencia en nuestras vidas de los teléfonos celulares? A eso se le suman otras "universalidades" como la amistad, el matrimonio, la confianza y la traición.

Siete amigos que durante años se han reunido para celebrar diferentes acontecimientos se encuentran en la casa de Carmen e Iván, ella psicoanalista y él cirujano estético. Allí acude otra pareja: José y Dulce que se ocupan en diferentes trabajos de oficina; los más jóvenes son un matrimonio reciente: Ana y David, ella es veterinaria y él comerciante; finalmente aparece Pepe, un solterón de nebulosa ocupación, ya con bastantes años, que se disculpa por no haber llevado a su nueva pareja porque "está enferma".

Todo transcurre como siempre: beben, comen, hacen chistes y hasta se asoman al balcón a contemplar un eclipse, pero a Carmen se le ocurre la idea de hacer un juego para dejar claro que son amigos que no guardan secretos. La idea es mantener sobre la mesa esos impertinentes aparatos y escuchar cualquier llamada, leer en voz alta los mensajes y mostrar las fotos recibidas.

Para usar una frase de connotaciones teatrales, allí no queda títere con cabeza, pero eso tiene que disfrutarlo el espectador en su butaca y no enterarse por una reseña.

Sin grandes alardes escénicos todo ocurre en menos de dos horas, en un solo acto y en la sala comedor de los anfitriones. Los apartes se solucionan discretamente apagando luces e iluminando rincones. En ocasiones los actores se desplazan a los pasillos en contacto directo con el público. El sonido ajeno a los protagonistas son las diferentes tonalidades de timbres y las voces sin rostro de los que están del otro lado del teléfono develando secretos, provocando confusiones y enredos de todo tipo.

Dudo que algún espectador haya llorado y estoy seguro que ninguno dejó de reír y mejor que eso, de reflexionar. A la salida del teatro, un señor con aspecto de burócrata comentó a su esposa: "¿Te imaginas si hiciéramos ese jueguito en nuestra casa, la cantidad de cosas que descubriríamos de nuestros compañeros?" Ella fue lacónica: "Ni se te ocurra".

En su primer fin de semana Perfectos desconocidos llenó todos los espacios donde alguien pudiera sentarse. Continuará presentándose en El Sótano, en la calle K del Vedado, al menos hasta que termine febrero

En su primer fin de semana Perfectos desconocidos llenó todos los espacios donde alguien pudiera sentarse. Continuará presentándose en El Sótano, en la calle K del Vedado, al menos hasta que termine febrero. Le escuché decir a Vargas, el director de la obra, que el cineasta italiano, Paolo Genovese, no solo está al tanto de la versión cubana sino que es muy probable que venga a verla.

El elenco cuenta con Mario Aguirre, merecedor en 2019 del premio ACTUAR por la obra de la vida y que interpreta aquí al complicado Pepe, simpático y gruñón.

Yamira Díaz es Carmen, Misael Álvarez hace de Iván, José Alejandro de José, Orelvis Díaz de David, mientras que Ludmila Alonso y Yanel Gómez simultanean el personaje de Ana y Lisandea Arteaga y Ana Martín se reparten el rol de Dulce.

Todos ellos, desde un escenario, que podría estar ubicado en cualquier parte, nos dejan con una inquietante y reflexiva idea: uno cree que conoce a sus amigos.

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