Restos de Sor Juana descansan ya en el sitio que ella eligió
(EFE).- Las campanas doblaron para acompañar el último camino de los restos atribuidos a Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), que hoy fueron depositados en el antiguo templo de San Jerónimo de la capital mexicana con motivo del 320 del fallecimiento de la religiosa.
Resguardados dentro de un ataúd coronado por el rosario con el que fueron encontrados, los restos fueron llevados hasta el Coro Bajo del recinto, cumpliendo así con la voluntad expresada por la autora antes de su muerte.
Allí, rodeados por rosas rojas, fueron depositados bajo los versos “Triunfante quiero ver al que me mata, y mato a quien me quiere ver triunfante”, que escribió la propia Sor Juana.
En su trayecto hasta su nuevo lugar de descanso, el ataúd fue acompañado por un numeroso grupo de personas que se habían acercado al lugar -muchos portando flores- para recordar a la autora, así como por el sonido de las campanas, que doblaron en señal de duelo de la misma forma en que lo hacían en el siglo XVII.
La ceremonia, señaló la rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), Carmen Beatriz López-Portillo Romano, se ha realizado para “honrar” a la poetisa y a las monjas profesas de San Jerónimo que fueron encontradas en las excavaciones realizadas en el antiguo templo entre los años 1974 y 1981.
Frente al ataúd, que ha quedado protegido por un cristal, la rectora recordó la lucha por “la defensa de la libertad y del derecho a la palabra” que ejerció la llamada “Décima Musa”.
Después de las palabras de López-Portillo se escuchó una grabación con la oración fúnebre que el hoy extinto poeta Octavio Paz compuso para Sor Juana, y que recitó en el 300 aniversario de su fallecimiento.
A continuación, la vicerrectora de Investigación y Proyectos Creativos de la Universidad, Sandra Lorenzano, presentó una semblanza de los recientemente fallecidos Arturo Romano Pacheco y Teresa Jaen, quienes encabezaron las excavaciones en que los restos fueron encontrados.
A pesar de que la identidad de Sor Juana no está confirmada en su totalidad, ya que no se pudo realizar una prueba de ADN, sí hay indicios, como un análisis comparativo del cráneo, que apuntan a que los restos sí pertenecen a la autora, una de las figuras más destacadas de la literatura novohispana.
Además, los exámenes realizados a los restos óseos señalan características físicas que concuerdan con las de Sor Juana, como la altura, de alrededor de 1,53 metros, las facciones finas y una complexión poco robusta.
La religiosa fue sepultada con un hábito de gala, acompañado de un medallón de carey en forma oval y un rosario, una pieza de 2,80 metros de longitud que ha sido restaurada para la ocasión.
Su vestimenta, así como su disposición entre el resto de sepulturas, indican que se trataba de una persona con “prestigio en la comunidad religiosa”, remarcó la rectora.
En el acto de homenaje también se ha presentado la estampilla postal conmemorativa de este 320 aniversario, que sigue la estela marcada por otras que se han lanzado para recordar a figuras destacadas de la literatura, como Juan Rulfo, Alfonso Reyes y Salvador Novo.
La estampilla, en la que aparece el rostro de la religiosa, se presenta con una tirada de 200.000 ejemplares.
Para recordar la pasión que la autora de obras como “La carta Atenagórica” y la “Respuesta a Sor Filotea” sentía por la música, el evento cerró con las actuaciones de La Pequeña Cantoría de la UCSJ, el Coro Virreinal Rita Guerrero y el Ensamble Barroco de Solitas de la Universidad.
El depósito de los restos atribuidos a Sor Juana responde a la petición que la Universidad hizo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para que éstos pudieran permanecer “en el lugar que se acostumbra sepultar a las religiosas profesas” del antiguo convento, como dejó escrito la autora.