"Nunca más he tocado la puerta de una disquera en Cuba"

El trovador Ariel Díaz opina sobre el significado del Decreto 349 para la cultura nacional

El trovador cubano Ariel Díaz. (14ymedio)
El trovador Ariel Díaz acaba de lanzar su tema ‘Perestroika Tropical’. (14ymedio)
Luz Escobar

13 de octubre 2018 - 19:52

La Habana/Ariel Díaz lleva 25 años pegado a una guitarra. Le ha cantado a todo, desde la nostalgia, pasando por los estereotipos cubanos hasta llegar al derrumbe de la utopía. Esta semana ha conversado con 14ymedio sobre su trabajo, el derrotero de la Trova en la Isla, los beneficios que han aportado a los creadores las nuevas tecnologías y el retroceso que significa el Decreto 349 para la cultura nacional.

Pregunta. ¿Un cuarto de siglo después del primer acorde, cómo se siente?

Respuesta. Tengo las mismas inquietudes, lo que ha cambiado es la circunstancia. Cuando uno empieza y es muy jovencito tiende a imitar a sus paradigmas musicales y es muy intimista. Eso me dio ese halo de que “Ariel es muy poético, muy lírico” y es algo que arrastro todavía. A veces hago canciones que no van por esa cuerda y me dicen que ese no es mi estilo pero es que no tengo un estilo, hago lo que me va saliendo.

P. ¿Cómo se ha insertado en lo que puede llamarse “el mercado de la música”?

R. No he dejado que mis canciones dependan del mercado, de alguien que te dice qué tienes que cantar o qué no, ni de circunstancias políticas o económicas. Hay muchos cantautores que dependen de determinadas circunstancias que les imponen para lograr determinado éxito, pero yo he tenido la suerte de ser tan ignorado que me ha dado libertad. Esa libertad se paga con el anonimato.

P. ¿Cómo valora actualmente a la Nueva Trova?

R. La generación histórica de la trova de los años 60 y 70 es vista como la vocera del proceso revolucionario cubano y de Latinoamérica, pero no empezó así. Las mismas canciones que fueron catalogadas aquí de contrarrevolucionarias, alternativas y pornográficas son las que después se convirtieron en voz de la Revolución. No fue esa generación la que cambió, fue la circunstancia.

P. ¿Le gusta que lo llamen “trovador”?

R. Prefiero juglar. Los trovadores, en la Europa Medieval le cantaban al rey, eran los voceros de la corte. Por otro lado ese ha sido un término muy maltratado aquí en muchos sentidos y hay toda una generación de jóvenes que rechazan automáticamente la palabra trova, porque les suena a teque político, de ahí que en Cuba se haya acuñado esa frase de “no me bajes esa trova”.

Un joven me contó que cuando estudiaba en la Lenin por la mañana lo levantaban con canciones de Silvio Rodríguez y cuando había un acto político ponían a Gerardo Alfonso y por la tarde volvían a poner trova, así -obviamente- empezó a rechazarla. Solo cuando un grupo de jóvenes trovadores fue a su escuela y cantó temas que le interesaban, descubrió que la trova era otra cosa.

P. ¿Se escucha la trova en las calles?

R. Hoy, lamentablemente, la trova está en los teatros, en los bares, la trova no está en la calle que es donde tiene que estar. Eso pasa porque no existen los mecanismos para llevarla hasta la gente. Hace unos años propuse hacer unas giras por las tabaquerías porque me parecía interesante, pero como siempre ese tipo de ideas que no parten de una institución oficial son muy difíciles de llevar a cabo por la desconfianza que hay.

P. ¿Está afiliado a alguna entidad estatal?

R. Pertenezco a una empresa del Estado que nos emplea (el Centro Nacional de Música Popular) que es donde están casi todos los trovadores. Es un andamiaje medio extraño que nadie entiende para qué sirve y que cobra el 15% de las ganancias extras, o sea las que están fuera de mi salario fijo, que para ganármelo tengo que hacer tres actividades gratuitas al mes.

También hay actividades para las que la empresa me llama que generalmente es cuando hay uno de esos días históricos o luctuosos. En esa dinámica te vas enredando sin saberlo a veces en una especie de red de actividades político culturales.

P. ¿Es un mecanismo que va tragándose poco a poco a los artistas?

R. Soy de la generación de las tribunas abiertas por la devolución del niño Elián González, a las que un amigo apodó “el cabaret político”, porque detrás de la tribuna había unas mesitas con bocaditos, una botella de ron y los artistas convocados se reunían ahí a esperar su turno de participar, cuando les tocaba salían a escena tocaban y volvían al buffet.

"Me di cuenta del carácter de ese mecanismo que cuando dejas de ser útil te tira a un lado"

Sé lo que es estar de pronto en el ojo de un ciclón sin saber cómo llegaste ahí, incluso estando de acuerdo con determinadas cosas. Me di cuenta del carácter de ese mecanismo que cuando dejas de ser útil te tira a un lado.

P. ¿Pero ya no depende de participar en esas actividades para que le graben un disco, verdad?

R. Por suerte ha llegado la época de la independencia con las nuevas tecnologías, cuando aprendí que me podía grabar un disco nunca más he tocado la puerta de una disquera en Cuba. Si puedo grabar el disco como yo quiero, cuando yo quiero, diciendo lo que quiero y pongo las canciones que deseo... ¿para qué quiero una disquera? Sí, me va a dar cinco minutos de popularidad y me va a poner un video clip en la televisión dos veces. Probablemente mi disco va a terminar en una tienda de Artex en el aeropuerto vendiéndose a 3 CUC.

Públicamente el Ministerio de Cultura tiene una política de promover en los jóvenes las buenas costumbres y los valores, pero por detrás hay otra cosa totalmente distinta pero que está generando ingresos. Un cantante de pop o de reguetón es contratado por Artex y hay ganancias. Estamos en la era del dinero. ¿Cómo ellos van a combatir lo que les está dando el dinero? Es un divorcio total entre el discurso y la realidad.

A nivel de promoción, las nuevas tecnologías también han traído cambios. Antes tenías que arriesgarte y gastar dinero en afiches que había que salir a pegar por toda la ciudad a riesgo de una multa, ahora es todo más diáfano, si sabes dónde postear tus anuncios tienes una buena vía de comunicación.

P. ¿Esa es la manera que ha elegido para difundir su más reciente tema?

R. Perestroika Tropical me salió en 20 minutos a raíz de una discusión que habíamos tenido en la casa sobre los cambios del país. En el debate participó mi novia, que tiene 19 años y estudia periodismo -como es natural no piensa igual que yo en un montón de cosas- y un amigo. Después me quedé escribiendo el tema y pensando que la gente en el barrio ya no habla igual que antes. Fui a dos asambleas donde se discutió la Constitución y los comisarios del Partido que estaban presentes se vieron en situaciones para las que ellos no están preparados, no saben cómo reaccionar ante la desfachatez con que la gente habla.

Con Perestroika Tropical quise hacer algo chistoso con los cliché de la izquierda que es el paño árabe y la capucha. Lo subí a internet y cuando me volví a conectar ya tenía casi 4.000 visitas. Hay gente que me han dicho que ahora puedo tener problemas, pero no tengo nada que perder. ¿Qué me van a quitar, el Lada? ¿La oficina con aire acondicionado que me dieron? Porque nada de eso tengo.

P. ¿Los espacios para la trova en el sector privado?

R. El sector privado no ha comprendido todavía lo importante que puede llegar a ser la cultura, la música, la plástica, para su negocio, generalmente prefieren tener una pantalla con los éxitos de moda y no salir de eso para no verse en la situación de tener que pagar por un artista. No lo ven como una inversión y de manera general cuando lo hacen es con un tipo de música que puede llevarle gente. Me parece bien porque es su negocio, sin embargo, creo que no han entendido que hay un sector de la población que no está representado en su esquema como cliente habitual.

"Cuando se supone que el país tiene que abrirse y tratar de ser más inclusivo está regresando a cosas que ya vieron que no dieron resultado en épocas pasadas, como las prohibiciones"

P. ¿El Decreto 349?

R. Hoy por lo que sabemos vienen tiempos complicados con el Decreto 349. Cuando se supone que el país tiene que abrirse y tratar de ser más inclusivo está regresando a cosas que ya vieron que no dieron resultado en épocas pasadas, como las prohibiciones. Es algo que no apruebo y no comparto a pesar de que estoy en un sector que de alguna manera podía estar salvado dentro de las nuevas leyes porque tengo una empresa que me representa, pero igual me parece una barbaridad.

Cuando todo parecía que iba a mutar de lo institucional a lo privado parece que no y ahora están tratando de frenar eso por todas las vías. En el gremio artístico y también fuera de él ha tenido un rechazo masivo. El cuentapropista que antes me contrataba directamente ahora tendrá que ir a mi empresa y negociar, algo que complica todo porque ya conocemos la ineficiencia de la burocracia de esas entidades. Es un enredo que al final va a terminar con que los pocos que contrataban a artistas para tocar en vivo van a poner una pantalla y vamos a tener que seguir tocando en los lugares del Estado.

Todas estas nuevas regulaciones del 349 generan además un halo de corrupción. Si tú quieres trabajar tienes que pagar, además de ese 15% a la empresa, a un productor para que te busque trabajo. Si te fijas siempre son los mismos en las listas de éxito, no entiendo cómo puede haber una circular para que en los medios de difusión no puedas poner una canción de Frank Delgado. He trabajado en la radio y la televisión y puedo decir que existe esa circular por más que los funcionarios digan que no hay nada escrito, te digo que sí la hay y señala quién no puede estar en los medios.

P. ¿Una vuelta de tuerca?

R. Se están cometiendo los mismos errores que se cometieron antes, ese divorcio de las instituciones del Estado de la realidad es brutal y esa ley viene por ahí. Están desconectados totalmente de la gente al pensar que pueden aceptar algo así. Con este tema de la reforma de la Constitución hay una sola cosa positiva: ellos mismos han abierto una caja de Pandora que ha generado un estado de conciencia sobre la existencia de la Carta Magna.

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