La portentosa hazaña del niño Faustino Oro
Ajedrez
Su rapidez de cálculo, su intuición estratégica y su serenidad lo hacen comparable a Capablanca, Fischer y Carlsen
Houston/Faustino Oro acaba de ser eliminado de la Copa Mundial de Ajedrez 2025. Su sueño de avanzar un poco más se ha truncado, y al rendir su rey, el pequeño prodigio argentino sintió el peso de la frustración. Para cualquier otro jugador del mundo habría sido un honor inmenso llegar tan lejos; pero para Faustino, que recién acaba de cumplir doce años, la derrota dolió porque quería más.
Este niño ya había conquistado lo que parecía imposible: vencer en partidas rápidas a colosos como Magnus Carlsen, Hikaru Nakamura y otros grandes maestros del circuito internacional. No se trató de meros destellos, sino de victorias legítimas en plataformas de primer nivel, producto de un talento fuera de serie y una madurez insólita para su edad.
En la primera ronda de la Copa Mundial 2025 derrotó al gran maestro croata Ante Brkić, de 37 años, con un Elo de 2.594 puntos, superando por más de 100 unidades el suyo. Aquello bastó para que los comentaristas especializados lo llamaran “el Messi del ajedrez”. La prensa mundial, desde The Guardian hasta AS, destacó la frialdad de su juego y su temple admirable: Faustino no llora, no se queja, aprende y sigue.
Su comprensión del juego asombra a los grandes maestros. Lee posiciones complejas con la naturalidad con que otros leen una página. Su rapidez de cálculo, su intuición estratégica y su serenidad lo hacen comparable a Capablanca, Fischer y Carlsen. De Capablanca tiene la claridad y el instinto posicional; de Fischer, la agresividad y la preparación meticulosa; de Carlsen, la versatilidad y la resistencia psicológica. Pero lo que lo distingue es su madurez emocional: asume la derrota como parte del aprendizaje, no como una herida.
El ajedrez latinoamericano vuelve a tener un representante capaz de desafiar a la élite mundial
Su trabajo es de horas. Entrena bajo la guía de varios preparadores, analiza partidas clásicas y modernas, estudia finales y domina aperturas con soltura de adulto. Cada día acumula conocimiento y disciplina, los dos pilares del ajedrez de élite. Oro combina el genio natural con el método científico: revisa bases de datos, usa módulos de análisis, pero confía sobre todo en su intuición. En tiempos donde muchos dependen del ordenador, Faustino todavía piensa por sí mismo.
Con apenas diez años, se convirtió en el Maestro Internacional más joven de la historia. Hoy, su Elo ronda los 2.509 puntos, y su objetivo próximo es obtener el título de Gran Maestro. Nació en Buenos Aires, aprendió a jugar durante la pandemia, y en pocos años alcanzó un nivel que otros tardan décadas en lograr. Su historia recuerda a los orígenes de Fischer, quien también creció en medio de tableros y libros, convencido de que el ajedrez era el idioma de su destino.
El mundo observa en Oro no solo a un talento precoz, sino a un símbolo: el ajedrez latinoamericano vuelve a tener un representante capaz de desafiar a la élite mundial.
Ser eliminado no es fracasar. En el ajedrez, como en la vida, las derrotas enseñan lo que el triunfo oculta. Faustino Oro no perdió: aprendió. Y el mundo del ajedrez sabe que ese aprendizaje, en su caso, será la semilla de futuras coronas.
El pequeño gigante del tablero ha demostrado que el talento, la fe en uno mismo y la disciplina pueden romper todas las edades. Desde Capablanca hasta Carlsen, el ajedrez ha tenido prodigios; pero Faustino Oro promete ser el primero del siglo XXI en unir la inocencia del niño y la sabiduría del maestro.