Ceder hoteles y recursos nacionales a los extranjeros no daría para pagar la enorme deuda de Cuba

El economista Pedro Monreal refuta la propuesta de su colega oficialista, Juan Triana, por ser "insuficiente y menoscabar la soberanía"

Ricardo Cabrisas, viceprimer ministro de Cuba, durante la renegociación de la deuda con el Club de París en 2020. (Cubadebate)
Ricardo Cabrisas, vice primer ministro de Cuba, durante la renegociación de la deuda con el Club de París en 2020. (Cubadebate)
Juan Izquierdo

15 de julio 2023 - 17:50

La Habana/La opción de resolver la deuda externa de Cuba con la cesión de recursos nacionales a empresas extranjeras, defendida este miércoles por el profesor oficialista Juan Triana Cordoví, ha sido refutada por el economista Pedro Monreal. Lo que el primero considera un método para refinanciar y "revitalizar" el socialismo en la Isla, para el segundo supone el riesgo de "ser insuficiente y de menoscabar la soberanía".

Triana, que enseña Economía en la Universidad de La Habana y escribe una columna en el medio OnCuba, plantea la necesidad de renegociar la deuda de la Isla y limpiar la imagen del país, que ha llegado a convertirse en "uno de los de más alto riesgo en la región" en materia de inversiones.

Para ello sugiere que, en una hipotética negociación, se podría echar mano de los "activos" que en teoría pertenecen al "pueblo de Cuba", si bien están gestionados concretamente por su "administrador": el Estado. Triana se refiere, en primer lugar, a los hoteles, que prefiere no entregar completamente a compañías extranjeras sino convertirlas en dueños de "una parte de las acciones".

También alude a las 2.417 empresas estatales, de las cuales –calcula– solo 12 (el 0,4% del total) son realmente "estratégicas" y llevan el peso de la economía nacional. Triana recomienda que estas compañías que "deciden el juego" no se toquen, en parte porque algunas de ellas ya se comparten con entidades extranjeras: es el caso de la canadiense Sherritt International –cuya deuda con la Isla se paga con la sobreexplotación de minas cubanas de níquel y cobalto–, Havana Club –gestionada junto a la francesa Pernod Ricard– y Habanos, que posee en parte España.

Triana recomienda que estas compañías que "deciden el juego" no se toquen, en parte porque algunas de ellas ya se comparten con entidades extranjeras

La negociación se haría con el resto de las empresas estatales, que podrían ser salvadas de su mediocridad financiera si se comparten con inversores extranjeros, que trabajarían, sin proponérselo, para "salvar" el socialismo en la Isla.

A estos dos elementos, Triana añade las tierras ociosas y los solares yermos en las ciudades, donde ya hay "varios edificios construidos por empresas inmobiliarias capitalistas" –como el Centro de Negocios de Miramar–. La fórmula del canje de activos, reconoce el profesor, podría ser cuestionada, pero al fin y al cabo, concluye "algo que comenzó hace más de treinta años cuando se firmó aquel primer negocio con un capitalista extranjero y en apenas meses nació el primer hotel cinco estrellas en Varadero".

Sin embargo, Triana no sitúa la clave para dar el paso en la voluntad del Estado, que bloquea a conveniencia los movimientos económicos del país, sino en el "consenso" con el pueblo, al cual recomienda "explicar" lo que se pretende hacer.

Precisamente de este argumento erróneo –presuponer que el pueblo cubano tiene algún control sobre la gestión de la economía nacional– parte Monreal para rebatir la sugerencia de Triana. En una serie de hilos de Twitter, el economista expone no solo por qué el canje masivo de activos para pagar la deuda es impracticable, sino el grave riesgo político que entraña para Cuba.

Afirmar que el pueblo es propietario de los activos estatales es, como mínimo, un presupuesto "controversial" a la hora de razonar la posibilidad de una apertura económica. "Poder", afirma Monreal, significa capacidad para "decidir una diferencia" y contar con una "propiedad" concreta.

Afirmar que el pueblo es propietario de los activos estatales es, como mínimo, un presupuesto "controversial" a la hora de razonar la posibilidad de una apertura económica

"Difícilmente pudiera validarse el ejercicio del poder del pueblo, específicamente de los asalariados, en el marco de un paquete económico como el 'ordenamiento' que ha 'comprimido' salarios y que recarga desproporcionadamente el costo del ajuste sobre los trabajadores", resume Monreal. "Las explicaciones al pueblo son problemáticas cuando políticamente se le trata como 'arcilla' para moldear y no cómo sujeto activo (ciudadanos) con capacidad efectiva para impulsar o para detener propuestas de políticas públicas".

Además, el pueblo cubano no cuenta con "espacios ciudadanos efectivos de crítica al Gobierno", lo cual imposibilita su participación en la toma de decisiones.

El aspecto económico del problema es todavía más grave, y para analizarlo Monreal remite a los datos que reflejan la gran "escala" de la deuda externa cubana, cuyo "reciente empeoramiento" deja muy poco margen de acción, incluso al Estado.

El economista parte de un argumento central e incuestionable: "La deuda externa acumulada de Cuba es hoy mayor que el Producto Interno Bruto", y la hiper-devaluación del peso cubano en 2021, tras la Tarea Ordenamiento, fue la estocada final en la capacidad del país de asumir el reembolso en la situación actual.

El país tuvo que desembolsar 1.606 millones de dólares para pagar el servicio de la deuda en 2022, al mismo tiempo que registraba un déficit de 1.629 millones en su cuenta corriente, que refleja un total de ingresos (exportaciones de bienes y servicios) inferiores a los gastos. Este alarmante dato apunta a una "severa contracción de los recursos" para enfrentar la deuda.

El deterioro creciente de la cuenta corriente repercute en las reservas de divisas con las que cuenta Cuba, señala Monreal. Además –y aunque los datos oficiales que ofrece La Habana están desactualizados– la crisis actual precede a la pandemia de coronavirus, uno de los pretextos habituales del régimen para justificar el empobrecimiento del país, y se relaciona con un "incremento súbito de la deuda a corto plazo", que complicó la condiciones del pago a los acreedores.

El estancamiento puso a Cuba entre la espada y la pared frente a los bancos internacionales y a sus proveedores, entre ellos el Club de París

Ese estancamiento puso a Cuba entre la espada y la pared frente a los bancos internacionales y a sus proveedores, entre ellos el Club de París. La información que publicó este último organismo expuso las distintas renegociaciones que el régimen de La Habana se vio forzado a hacer con sus acreedores desde el año 2020.

Buscar una solución de pago basada en el canje de activos es peligrosa a nivel económico, asegura Monreal, sobre todo porque, considerando la escala del problema, lo que puede ofrecer Cuba es "relativamente reducido". Por eso, insiste, el verdadero saldo de una medida así se pagaría en lo político y no libraría a Cuba de su condición de "paria internacional" por su desprestigio económico.

Lo que le queda a Cuba –que ya ha entregado, como observa Triana, sus "joyas de la corona": minerales, tabaco y ron– son los servicios de salud, las comunicaciones, el mercado interno en dólares y su dominio sobre las remesas desde el exterior. El Estado cubano está limitado, sostiene Monreal, para negociar estos activos restantes, en parte porque siempre los ha mantenido bajo un estricto control.

La alternativa podría ser, propone Monreal, el sector agropecuario: fomentar la producción agraria privada para garantizar la oferta de alimentos

Queda el mercado en pesos, que tendría que ser "endulzado" para que tenga algún atractivo para el inversor extranjero, a través de privilegios fiscales. Sin embargo, este proceso sería un obstáculo, considera el economista, si se quiere "privatizar" progresivamente las empresas estatales, un proceso –recuerda Monreal– característico de todos los procesos de reforma iniciados por los partidos comunistas en el poder, "con resultados dispares".

La alternativa podría ser, propone Monreal, el sector agropecuario: fomentar la producción agraria privada para garantizar la oferta de alimentos en moneda nacional y permitir que los productores lleven a cabo operaciones, incluso, con grandes empresas fuera de la Isla.

Esta cesión de activos estatales agropecuarios al sector privado nacional –un sistema que Monreal denomina "concertado"– sí podría ser beneficioso, si se acompaña de otras medidas, para reducir la deuda externa. ¿El resultado? Un doble beneficio: garantizar la soberanía alimentaria que tanto anhelan los cubanos y, en suma, proteger la soberanía nacional.

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