“Soy optimista: veré la prosperidad en Cuba”

Karina Gálvez Chiu se quiere quedar a vivir en Cuba y ayudar a cambiar el país desde la sociedad civil

Karina Gálvez Chiu. (14ymedio)
Karina Gálvez Chiu. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

08 de agosto 2014 - 09:00

La Habana/Pinareña de pura cepa, licenciada en economía y miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia, Karina Gálvez ha tomado algunas decisiones importantes en su vida. Se quiere quedar a vivir en Cuba, ayudar a cambiar el país desde la sociedad civil y algún día recuperará el trozo de patio que las autoridades confiscaron a la casa de sus padres. Hoy dialoga con los lectores de 14ymedio sobre su evolución personal, la economía cubana y los sueños que tiene para el futuro.

Pregunta: Un poco contradictorio eso de ser economista en Cuba ¿no cree?

Respuesta: Cuando me gradué, el tema final de mi tesis se centró en la efectividad económica del uso del bagazo de caña para hacer tableros. El resultado de la investigación fue negativo, porque construir tableros en aquellas condiciones resultaba caro y la calidad del producto era muy mala. Pero no nos hicieron caso.

P: Desde que concluyó sus estudios se ha dedicado a la docencia ¿Le inculcó alguna vez a sus alumnos que el socialismo era el mejor camino para gestionar una economía?

R: Gracias a Dios, las asignaturas que he impartido han sido más técnicas que de teoría económica. Aún así me busqué algunos problemas. En la asignatura de legislación económica, me hicieron una investigación en la escuela por una consolidación donde puse muchos ejemplos de delitos económicos. El "problema" fue que yo quería separar lo que era delito según las leyes actuales de aquello que es inmoral. Por ejemplo, les decía "matar una vaca es un delito, pero no es una inmoralidad si la vaca es suya y no es robada".

Me hicieron una investigación por decir: “matar una vaca es un delito, pero no es una inmoralidad si la vaca es suya y no es robada”

P: ¿Cómo fue su transformación personal hasta llegar aquí?

R: Yo era militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y a finales de los años ochenta supe lo que estaba pasando en Europa del Este y en la antigua Unión Soviética. Eso me ayudó a abrir un poco los ojos. Al criticar dentro de las propias filas de la UJC, tuve varias sanciones, discusiones y problemas.

Junto a esas decepciones y a mi alejamiento de la UJC, me encontré con un grupo de gente que hacían oposición en Pinar del Río. Empecé a escuchar de ellos algo diferente y me entusiasmó. Después supe que el coordinador principal de aquel grupo trabajaba con la Seguridad del Estado. Una amiga le había prestado su máquina de escribir para redactar unos documentos y entonces la citó la policía política para interrogarla. Cuando llegó al lugar, al otro lado del buró –como un oficial más– estaba el hombre que dirigía nuestra célula opositora. ¡Imagínate qué sorpresa!

P: ¿Pero eso le hizo echarse atrás?

R: No, para nada. Al final el saldo fue positivo porque en las reuniones casi clandestinas de aquel grupo conocí a un profesor de la universidad. Se llamaba Luis Enrique Estrella y había sido expulsado de su trabajo por problemas políticos. Fue la persona que me llevó por primera vez a la Parroquia de la Caridad y allí conocí a Dagoberto Valdés. Estaba funcionando ya un grupo del Centro Cívico y aquella noche debatían el tema de la Constitución.

P: ¿Entonces ya existía el Centro Cívico?

R: Sí, había sido fundado unos meses antes, al principio de 1993. Estaba en ciernes aquella iniciativa y después que estuve allí por primera vez ya no pude dejar de ir. Un día Dago me pidió que fuera a un barrio marginal de Pinar del Río, para impartir allí el tema más sencillo del curso que era "Somos personas". Así empecé como animadora. En el Centro de Formación Cívica llegamos a tener aulas de computación, de música, grupos de profesionales, educadores e informáticos. Después pasé al consejo de la revista Vitral hasta que ésta fue intervenida y en junio de 2008 fundé junto a otros colegas la revista Convivencia.

Necesitamos un sistema financiero que haga circular el dinero, la “sangre” de cualquier economía

P: ¿Cuál considera es el modelo económico que necesita Cuba?

R: No quisiera dar el nombre de un modelo, pero hay cuestiones que son esenciales para que Cuba salga de esta situación en la que se encuentra ahora. Uno de estos puntos es el reconocimiento del derecho a la iniciativa económica, pasando por el derecho a la propiedad privada. Necesitamos un sistema financiero que haga circular el dinero, que es la "sangre" de cualquier economía. Hoy en Cuba no es posible que esto se desarrolle, dado que todos los bancos son estatales, las empresas también son estatales y los ciudadanos no tenemos derecho a invertir.

Como tercer punto, y aquí me sale más lo social, necesitamos un sistema tributario bien eficiente y justo, o con la mayor justicia posible. Ya sabemos que en economía, siempre con la justicia, "hay que taparse hasta donde a uno le dé la sábana", porque el reino de Dios no lo hemos podido inventar todavía. Pero eso sí, hay que tender hacia esa justicia.

P: Eso es en la economía. ¿Y en la política? ¿Cuáles serían sus preferencias?

R: No puedo decir un nombre pero sí un modelo de político, alguien incluyente y dialogante. Y no hablo de complacencia, sino de verdadero diálogo. En Cuba, donde hemos tenido tanta historias de caudillismo, sectarismo y autoritarismo, esas cualidades que acabo de decir serían muy importantes.

P: ¿Es optimista? ¿Cree que llegará a ver el cambio?

R: Sí, y también veré la prosperidad en Cuba. Creo que los cubanos tienen la capacidad de hacer de esta una nación próspera en poco tiempo.

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