“Regular sí, controlar no”

Hablamos con el cineasta Fernando Pérez sobre la Ley de Cine, la relación de la política y el arte y Tania Bruguera

El cineasta Fernando Pérez durante la entrevista con Henry Constantin. (14ymedio)
El cineasta Fernando Pérez durante la entrevista con Henry Constantin. (14ymedio)
Henry Constantin

21 de enero 2015 - 14:00

Camagüey/Entrevisté a Fernando Pérez en una salita del poco cine que sobrevive en Camagüey, un día después de la presentación de su último filme, La pared de las palabras, película muy bien hecha sobre la que no le hice una sola pregunta. Decidí entrevistar no al director de cine, sino al intelectual, al hombre público que participa en la vida de Cuba con algo más que su obra.

Fernando Pérez merece cuantas preguntas difíciles uno quiera. Sus películas, siempre profundas y nunca aburridas, demuestran la capacidad intelectual y cinematográfica, y cierta inconformidad social, suficientes como para tomar muy en serio al hombre delgado y sencillo en vestuario y trato. El cineasta no tiene pose de artista ni de figura empinada, por mucho que tenga derecho a ambas cosas, y trata con amabilidad a la prensa y al público.

Yo tenía que hacerle alguna pregunta complicada en mis escasos minutos de entrevista, porque no mucho me quedaba por oír después del vertimiento oral que había hecho aquel hombre a manos de los camagüeyanos en los distintos espacios donde estuvo aquel día.

Pregunta. Después de la prohibición de las salas de propiedad privada dedicadas al audiovisual en 3D, ¿ustedes los cineastas aún conciben en sus propuestas de Ley de Cine la distribución y exhibición independientes?

Respuesta. Nosotros hemos avanzado en una propuesta que, por supuesto, incluye la distribución, la exhibición y la preservación del patrimonio.

Por la parte de la exhibición, son muy pocas las salas que cumplen con los parámetros de una verdadera sala cinematográfica. Hay generaciones de jóvenes que no saben lo que es una verdadera proyección cinematográfica en un momento donde las formas de exhibición y distribución se han diversificado, para bien o para mal. Es fundamental rescatar la cualidad de una sala cinematográfica. Yo puedo ver una película en una pantalla menor, en una laptop, no me niego a eso, pero su verdadero sentido está en una sala de cine, no por lo de la sala oscura y la pantalla grande, sino por la energía que se crea cuando la ves con un público. Es como si vieras otra película. Nuestros cines o se han convertido en salas de multivariedades o el deterioro ha dictado el fin de muchos de ellos.

"La iniciativa personal da resultados mucho más positivos que esperar por decisiones centralizadas"

Por otro lado, la distribución está todavía centralizada dentro del ICAIC. Hay que discutir una política editorial concreta, real, segura, porque hay materiales nacionales –y no te hablo de los internacionales– que no se exhiben por una política editorial que no está clara. Eso tiene que ser regulado también, no puede estar sujeto a decisiones circunstanciales, temporales.

P. ¿Conciben al ICAIC como único ente distribuidor y exhibidor en Cuba en su propuesta de Ley de Cine?

R. No exactamente, aunque nosotros no tenemos todas las respuestas, porque es un trabajo muy extenso y dependen de un entramado económico que no manejamos ni vamos a manejar. Pero sí estamos previendo y analizando la posibilidad de una desagregación, de una descentralización de muchas de estas actividades, donde la iniciativa independiente, regulada y no controlada, logre iniciar una mejoría y un desarrollo más dinámico de esta perspectiva.

Yo pienso que no solo en el audiovisual cubano, sino que la estructuración de nuestra sociedad en una pirámide centralizada ha hecho que muchos aspectos de la realidad tengan procesos retardatarios, que no se solucionan, que no son dinámicos y que están burocratizados porque dependen de decisiones centralizadas que no pueden darle respuesta a todo. Una libertad de movimiento mucho más abierta daría espacio a la iniciativa personal, y la iniciativa personal da resultados mucho más positivos que esperar por decisiones centralizadas.

Esa flexibilización de alguna manera tiene que estar prevista dentro del sistema que nosotros imaginamos. No te puedo dar soluciones concretas, porque de hecho estamos discutiendo. No queremos que salgan únicamente de nosotros, queremos confrontarlas con otras instancias que rigen en el país. No todo va a ser factible de inmediato.

Sentimos que esa política no está trazada, o que tú no sabes a dónde va, o está demasiado centralizada, que comienza en una línea rutinaria, muy difícil de conmover.

"Quizás Tania tenía previsto que no iba a ocurrir y esa era la verdadera 'performance', que no iba a haberla"

P. Por lo que he visto de su obra, usted me parece una persona de las que creen que el arte puede servir para cambiar el mundo en que vive. ¿Cómo ve usted la relación entre el arte y la política?

R. El arte debe relacionarse con la vida, y en esa relación debe tener su discurso propio, con el ser humano en el centro de todo. Mientras la política va a lo general, el arte va a lo particular. La política puede servir al arte, sustentando siempre la libertad expresiva que el arte necesita, y el arte puede servir a la política, cuando complejiza la realidad en la que vive, sin convertirse en propaganda. Si el arte deviene en medio de propaganda política, su alcance es mucho más limitado.

P. Le preguntaba eso porque me interesa saber su opinión sobre la performance de Tania Bruguera y lo que ocurrió en torno a ello.

R. Lo de Tania Bruguera ha sido una situación muy, muy, muy complicada. Yo pienso que en algún momento pueda ocurrir que la Plaza de la Revolución tenga un micrófono abierto, lo que pasa es que Tania lo planteó en un momento en que se sabía que no puede ser. Para que una performance tenga un resultado deliberado, tiene que tener en cuenta su alcance. Quizás Tania tenía previsto que no iba a ocurrir y esa era la verdadera performance, que no iba a haberla. Entonces la performance fue todo el proceso de olas de detenciones, de censura... no fue el micrófono para que la gente hablara. Eso algún día ocurrirá, pero no va a ser ahora.

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