Ricardo Gil Lavedra: "Pocos argentinos apoyaban el juicio a los militares"

El juez formó parte del tribunal que juzgó a los altos oficiales de la dictadura argentina y desvela en un libro los entresijos de aquel proceso histórico

El juez argentino Ricardo Gil Lavedra. (El Mundo)
El juez argentino Ricardo Gil Lavedra. (El Mundo)
Yaiza Santos

01 de abril 2023 - 12:57

Madrid/Es inevitable comparar La hermandad de los astronautas con Argentina, 1985. La publicación del libro donde Ricardo Gil Lavedra, uno de los seis magistrados que integraron la sala de la Corte Federal que juzgó hace casi 38 años a los militares de la última dictadura argentina (1976-1983), escribe la memoria de aquel proceso, coincidió con el éxito mundial de la película de Santiago Mitre que recrea el mismo juicio.

Leyéndolo, destacan sobre todo las omisiones del filme, que el propio Gil Lavedra reitera en conversación con La Lectura. Lo hace con elegancia. El juez agradece a los realizadores la elaboración "de un muy buen producto cinematográfico", reconoce el "tremendo efecto docente que tiene sobre los más jóvenes" y cree que los premios son "un motivo de orgullo para el cine argentino". Sólo a continuación, expone sus peros: "Quienes protagonizamos lo que allí se relata pensamos que con poco esfuerzo se pudo haber tenido un mayor rigor histórico".

'Argentina, 1985' es una buena película, pero con poco esfuerzo se pudo haber tenido un mayor rigor histórico

El primer ejemplo es el menosprecio del filme al presidente Raúl Alfonsín, quien a finales de 1983 decretó el conjunto de normas que permitirían, dos años después, un proceso civil a militares inédito desde Núremberg: "Alfonsín fue quien dio lugar a todo, sin él no hubiera habido juicio, pero su figura aparece muy tenue, casi inexistente". El segundo, el de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), creada a instancias del propio Alfonsín y presidida por el escritor Ernesto Sábato, que en la película "también aparece muy debilitada, cuando en realidad fue clave para la acusación". Y, por último, el de Antonio Tróccoli, entonces ministro del Interior: "Presentarlo como vocero del régimen militar me parece muy mal, porque no fue así".

No deja de ponderar en su libro, eso sí, la figura del fiscal Julio César Strassera, el protagonista de Argentina, 1985, encarnado en Ricardo Darín: "De ser un funcionario judicial típico, como tantos otros, asumió de tal modo su rol de acusador público que se convirtió en un paradigma de fiscal. Un hombre sensible, culto, pasional en extremo, directo".

En cualquier caso, no era intención de Gil Lavedra, con esta obra sobre "la verdad de los hechos", contestar al producto de ficción. Lo que lo motivó a escribir fue "dejar plasmado cuáles fueron los secretos internos del juicio, su arquitectura, el método de trabajo, cómo fue posible llevar a cabo un juicio tan monumental en un lapso tan breve, 14 meses", explica el juez, que subraya la precariedad de entonces: "Sin internet, con máquinas de escribir manuales, papel carbón y dos fotocopiadoras".

Ese relato, explica, sólo podían hacerlo quienes estuvieron sentados en la Sala de Acuerdos: los seis jueces. Junto a él, Carlos Arslanian, Guillermo Ledesma, Jorge Valerga Aráoz y los hoy fallecidos Andrés D'Alessio y Jorge Torlasco formaron la "hermandad de los astronautas", pues se veían a sí mismos dentro de una cápsula espacial con un objetivo: llevar a buen término y con celeridad el proceso, obrando "todos a una, como el trueno entre las hojas".

Cristina Fernández de Kirchner: Cuando uno dice que la justicia o los medios lo persiguen, debilita las raíces de la democracia

Ahora parece obvio, pero, cuenta Gil Lavedra, la opinión pública estaba mayoritariamente en contra de juzgar a los militares: "Los otros jueces nos miraban como bichos raros. Los medios no querían el juicio. Decían para qué remover el pasado, hay que pensar en la reconciliación y mirar hacia adelante". El juez confiesa que nunca ha sentido más desasosiego en su vida que los días previos al inicio de la audiencia oral y pública. "Nos zambullimos en un camino desconocido y, sinceramente, no las teníamos todas con nosotros, en un clima de profundo escepticismo".

Esto, sin olvidar que parte de la población creía que la represión había sido una respuesta adecuada al terrorismo de izquierda de Montoneros o del Ejército Revolucionario del Pueblo. "Eran criminales, pero no es comparable a cuando el Estado establece una represión clandestina, feroz y salvaje, porque el Estado no puede apartarse de la ley nunca". Hijo él mismo de militar, detalla su perplejidad al ir conociendo los crímenes. "Lo siniestro del terrorismo de Estado es que la Junta Militar dominaba todos los aparatos y que el plan de represión del terrorismo era secreto. Yo mismo supe de varios casos de gente que había sido aprehendida, pero no se sabía que era para asesinarlos, esto era impensable".

Gil Lavedra vuelve a ser elegante a la hora de hablar de la relación entre justicia y política en su país en la actualidad, tras la condena por corrupción a Cristina Fernández de Kirchner y sus proclamas de que existe una "mafia judicial": "Aun cuando a mí me perjudique, tengo que aprender a soportar las decisiones de la justicia. Cuando uno dice que la justicia o los medios o los empresarios nos están persiguiendo, debilita las raíces de la democracia constitucional".

Si bien el juez incide en que "el consenso que se consiguió con aquel juicio histórico está un poco quebrado", quiere que prevalezca su ejemplo. "El proceso de verdad y justicia se ha propagado en el mundo", argumenta, y de ello es ejemplo el establecimiento de la Corte Penal Internacional y el rechazo global a esos delitos de lesa humanidad. "La experiencia fue exitosa en la medida en que demostró que una nueva democracia podía fundarse sobre la base de la igualdad de todos ante la ley, aun de los más poderosos".

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Nota de la Redacción: Esta entrevista se publicó originalmente en La Lectura, el suplemento cultural del diario El Mundo.

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