El Sexto o el rey del spray

Hablamos con El Sexto, el joven que ha hecho del grafiti un camino más para la denuncia

El Sexto en su casa de La Habana. (14ymedio)
El Sexto en su casa de La Habana. (14ymedio)
Yoani Sánchez

26 de junio 2014 - 11:00

La Habana/Guiño al arte, decoración no autorizada sobre los muros, el grafiti conserva ese aire irreverente y clandestino que lo aleja de las galerías y lo acerca a nuestros ojos.

Si un día se hace una ruta del grafiti cubano habrá que incluir a este muchacho desgarbado que es El Sexto. Personaje nocturno, de dedos ágiles, ha marcado con su arte las fachadas, puentes y señales de tránsito de casi toda La Habana.

Muchos lo consideran un artista, otros lo acusan de vandalizar la ciudad y marcar lugares emblemáticos, pero ¿cómo se ve y construye a sí mismo Danilo Maldonado, conocido como El Sexto?

Pregunta. Grafitis, performances, lienzos, dibujos al carbón... trabajas muchas técnicas.

Respuesta. He tratado de insertar también las nuevas tecnologías en mi trabajo. Por ejemplo, desarrollé una línea de colocar en códigos QR (quick response code) mensajes sobre la sociedad y la política en Cuba. Después los dejaba pegados en paredes, en productos del mercado, en la pared de una celda en una estación de policía... La gente tenía mucha curiosidad por saber qué decía aquel cuadradito lleno de píxeles, así que buscaban a alguien que pudiera tener un teléfono inteligente con una aplicación de lectura de QR para enterarse. Entonces leían el mensaje: "El Sexto", "¡Abajo los Castros!" o la difusión de algún evento de la escena alternativa. Era una forma de burlar la censura a través de las nuevas tecnologías.

P. Muchos artistas plásticos cubanos optan por la metáfora, quizás para no meterse en problemas o para no ser censurados. Tú vas hacia un lenguaje cada vez más directo. ¿Ninguna institución se ha acercado para organizarte una exposición?

R. Hasta ahora no se me han acercado para presentar mi obra en ninguna galería institucional. Soy un artista fuera de los límites permitidos. Aunque el mundo oficial no me acepta, otros artistas cubanos me han brindado su solidaridad y sus palabras de ánimo. Al principio pensé que esa escena artística no me estaba mirando, que no sabían de mi trabajo. Sin embargo, he tenido contacto con algunas de estas figuras insignes como Ezequiel Suárez, Garaicoa, Los Carpinteros, y para mi sorpresa valoran mi arte y están al tanto de lo que estoy haciendo. Eso me ha dado mayor grado de compromiso con mi trabajo y me lleva a mejorar cada proyecto que me planteo.

"Tuve que vigilar a los custodios del Museo de la Revolución para poder pintar sobre la fachada del Museo de Bellas Artes"

P. ¿Se puede hablar de un movimiento grafitero en Cuba?

R. Sí, hay gente joven que se está sumando a este fenómeno. Ahora mismo, trabajo con un grupo que ve en el tema de pintar los muros también una forma de promocionar fenómenos sociales. Ayudar a darle rostro y forma a figuras de la escena alternativa y también a proyectos artísticos, tecnológicos y hasta periodísticos. Creamos grafitis, flyers, sombrillas, pullovers... con los símbolos que distinguen estos proyectos y nos vamos a los lugares públicos para que la gente se pregunte, "¿y eso, qué cosa es?". Una forma de despertar la curiosidad y difundir estos fenómenos.

P. En el último año saliste por primera vez del país y estuviste en Miami. ¿Cómo fue esa primera salida?

R. Ha sido un momento muy importante en mi vida. Sobre todo la estancia en Miami donde pude conocer a tantos cubanos y ver lo que han logrado hacer. Eso me dio mucha felicidad pero también me generó bastante tristeza pensar en todas las vidas que se han tronchado del lado de acá por no tener libertad para realizarse. Aprendí mucho sobre publicidad, me nutrí de esas formas en que la gente quiere hacer llegar una idea a la mayor cantidad de personas posibles. Pero también comprendí en esos viajes que yo soy de aquí, de la calle, necesito la calle cubana para realizar mi arte y para inspirarme. Así que regresé.

P. También estuviste en La Haya, Holanda ¿qué hiciste allí?

R. Mi arte intenta llamar la atención sobre lo que nos está ocurriendo. De ahí que en La Haya hiciera una performance pública –que coincidió con la llamada Noche de los Museos en esa ciudad– en la que utilicé 24 metros de cadena para transmitir la sensación de encierro y falta de libertades que vivimos en Cuba. Hacía mucho frío y todo ese temblor de mi cuerpo en la calle, mientras la gente aguardaba en largas colas para entrar a las salas de los museos, se unió también a la pieza y generó un gran impacto en quienes la miraban.

"En La Haya hice una performance con 24 metros de cadena para transmitir la sensación de encierro que vivimos en Cuba"

P. Siempre estás viviendo con un pie en la calle y otro en el calabozo. ¿Tienes miedo?

R. Debo muchas multas por pintar fachadas, multas que nunca voy a pagar, porque ese es mi arte. Este ha sido un camino hacia mi libertad individual, voy construyéndome hacia una mayor sinceridad. A lo mejor caigo preso mañana, pero lo seguiré haciendo.

P. De todos tus grafitis, ¿con cuál te quedarías?

R. El que ha llegado más lejos ha sido precisamente mi firma El Sexto, y aunque me gustan todos, hay uno especialmente que me llevó mucho trabajo por el lugar donde lo hice. Tuve que vigilar a los custodios del Museo de la Revolución para poder pintar sobre la fachada del Museo de Bellas Artes, así que ahí estoy, en ese lugar, a pesar de la censura.

P. ¿Proyectos futuros?

R. Voy a hacer un performance que tiene mucho que ver con la entrega a mi carrera. Todavía no tengo fecha pero ya estoy trabajando. Será una pieza en la que me fundiré con mi arte y mi propio cuerpo será el muro sobre el que pintaré.

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