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“Hay que entender de una vez y para siempre que la diversidad no hace daño”

Hablamos con el artista cubano Yasek Manzano sobre su pasión por el jazz y el futuro de la música en la Isla

El músico Yasek Manzano durante la entrevista en su casa de La Habana. (Luz Escobar)
Luz Escobar

25 de mayo 2015 - 07:30

La Habana/Virtuoso y atrevido serían dos buenos adjetivos para describir al músico cubano Yasek Manzano. Nacido en 1980 en Marianao, este trompetista ha compartido escenario con grandes de la música como Celia Cruz, Arturo O´Farrill, Bobby Carcassés, Los Van Van, Irakere y la banda británica Simply Red. 14ymedio pasó con él la tarde del sábado en su casa en La Habana, donde compartió con nosotros su pasión por el jazz y algunas de sus ideas sobre la educación musical entre otros temas.

P. El último Festival de Jazz de la Habana coincidió con el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos ¿Cómo se vivió la noticia entre los músicos?

R. Con gran positividad. Yo había estado un día antes en concierto con Arturo O´Farrill y eso fue parte del proyecto La conversación continúa, que parte del intercambio que comenzó con el viaje de Dizzy Guillespie a Cuba hace unos años y de su colaboración con músicos cubanos. En ese momento ya estaba colaborando con Chano Pozo que vivía en los Estados Unidos, también con Paquito D'Rivera, Arturo Sandoval y Gonzalo Rubalcaba. Desde aquel tiempo siempre ha habido un vínculo, una conversación, entre la música norteamericana y la cubana como un solo idioma, una sola lengua artística y espiritual.

Entonces, inspirado en esa idea, O´Farrill nos convocó a algunos músicos cubanos para hacer un disco, entre ellos a Alexis Bosch y Michel Herrera. Grabamos en los estudios Abdala y el álbum va a salir en agosto próximo con el título justamente de La conversación continúa. Ahora hemos hecho el lanzamiento del disco en Estados Unidos y es una manera de continuar, de darle un seguimiento a esa conversación que ya había surgido desde antes entre los músicos de aquí y de allá.

P. ¿La escena musical se beneficiará de ese acercamiento?

R. En un concierto que hicimos en Nueva York tuvimos un conversatorio acerca de este tema, no solo el artístico sino también desde el punto de vista político y cultural. Nos enfocamos en la esperanza que ha generado el anuncio, y el público cubano y norteamericano que estuvo ahí se veía muy motivado. Se creó un ambiente muy emotivo acerca de la positividad que estaba surgiendo producto de estos cambios y lo que eso puede contribuir al enriquecimiento cultural de ambos países y a su comunicación.

"A pesar de que he disfrutado de un gran reconocimiento en mi país también a veces he tenido problemas con las instituciones"

P. El dúo que usted protagonizó junto a O´Farrill, interpretando Siboney del cubano Ernesto Lecuona, fue catalogado por The Wall Street Journal como mejor momento de esa noche. ¿Qué fue lo que ocurrió?

R. No puedo explicar con palabras lo que sucedió. Fue algo mágico y creo que salió así porque había mucho amor en este proyecto y mucha dedicación. Toqué muy libremente y él también. Nos mirábamos y surgía una conexión intuitiva, de ese tipo de conexiones que suceden una sola vez. Se creó un éxtasis y ahí está la verdadera raíz del jazz. Siboney es una pieza que de por sí tiene esencia, tiene ese fosforito que hay que prender, y la llama la pusimos nosotros.

P. ¿Ha sido su trabajo reconocido en toda su dimensión dentro de Cuba?

R. A pesar de que he disfrutado de un gran reconocimiento en mi país también a veces he tenido problemas con las instituciones. Si este último viaje hubiera sido organizado por las instituciones, lo habría perdido, porque hicieron las cosas mal.

P. ¿La burocracia o el sistema?

R. A veces la culpa no es necesariamente del sistema, sino una cuestión del personal, o de la burocracia... esa es la parte mala del sistema. Creo que hay muchas cosas que tenemos que mejorar culturalmente en nuestra idiosincrasia acerca de cómo lidiar con los artistas y con el arte en general.

Por ejemplo, si una ciudad como Nueva York tiene el poder de lanzar a grandes músicos de cualquier parte del mundo es porque allí se aprecia y se tiene una sensibilidad hacia el talento. A pesar de que hay también cuestiones dentro del mercado que no ayudan, existen muchas asociaciones sin fines de lucro que tienen un poco más perfilada su filosofía de cómo lidiar con el talento y cómo potenciarlo.

P. No sólo estudió en la Escuela de Arte y Música de La Habana, sino también en la Escuela Juilliard de Nueva York. ¿Cree que hay muchas diferencias entre ambas?

R. Juilliard es una escuela excepcional para la música clásica y para el jazz. Era muy joven y pensé que estudiar con Winston Marsalis era lo mejor para mí en ese momento, que en gran parte lo fue. Él, que a pesar de ser un gran conservador tiene una manera de mirar hacia el futuro muy interesante y un concepto no académico de la música, un día me dijo: "¿Tú quieres aprender bien esta música?, pues ve a la calle, deja esto y toca en Nueva York".

Los cubanos somos muy revolucionarios en el sentido de la creatividad, somos improvisadores natos. La educación musical cubana tiene mucho terreno ganado en términos del estudio profundo de la música clásica europea, pero podría ser mejor si aprovecha ese conocimiento para crear un lenguaje, una vertiente, una brecha en la cual el músico pueda comenzar a crear algo distinto, algo del momento.

"Ayudaría mucho acabar de resolver el problema del acceso a Internet, porque de seguro surgirán redes donde cualquiera puede entrar y bajar información sobre música cubana"

Tenemos grandes profesores, pero también hemos sufrido pérdidas por los profesores emergentes y muchos que han empezado a dar clases sin tener todavía una formación que les permita dar una explicación sólida de lo que sería un estilo u otro. Entonces se valen del pragmatismo para cubrir esas deficiencias, eso lo he visto y lo he vivido. No sé si ahora ha mejorado pero es una de las carencias que tenemos.

P. ¿Y en cuanto a la formación para el jazz?

R. Sí, también ha habido miedo en las escuelas a una apertura, a permitir tocar el jazz. Un error. Desgraciadamente hasta regañaban y "multaban" por tocar esa música. Con el advenimiento de concursos como el JoJazz y otras vertientes alternativas al Festival mejoró esa situación, pero todavía están presentes ciertos lastres. Es algo que hay que curar ya. Hay que mejorar el sistema de las big band para tocar la música de grandes de nuestro país como Benny More y Arsenio Rodríguez.

P. ¿Alguna recomendación?

R. Se debe crear un programa de clases magistrales periódicas con el estudio de la música cubana donde se imparta también la música contemporánea, el jazz latino, la historia de nuestra música, cómo ha influido y lo que está sucediendo socialmente. Los musicólogos tienen que reunirse para crear un programa que nos hable de nuestra identidad actual y pasada. Hay que escribir sobre bandas como la de Isaac Delgado, o los Van Van y ensayar esa música. La gente lo baila y aprende a tocarla, pero no se ha creado un sistema para eso

P. ¿Y solo es cuestión de educación musical?

R. Otra cosa que ayudaría mucho es acabar de resolver el problema del acceso a Internet, porque de seguro surgirán redes donde cualquiera puede entrar y bajar información sobre música cubana. Eso iría fomentando el interés.

P. Tocar, dirigir una banda y ocuparse de los detalles técnicos, ¿cómo lleva todas esas funciones?

R. Me ha costado diez años aprenderlo y todavía estoy en ello. En la primera banda que tuve ni siquiera había un piano. Al final logré reunir el dinero gracias a figuritas de barro que vendíamos a cinco pesos, y así hasta tener mil y pico para adquirir el piano, que todavía lo tengo porque me duele desprenderme de él.

Ahora dirijo con un poco más de sabiduría. Tengo músicos excepcionales como Héctor Quintana en la guitarra, que para mí es uno de los mejores guitarristas de Cuba ahora mismo. Trabajo con diferentes pianistas, con Miguel Ángel de Armas y con Roger Rizo con el que me gusta mucho trabajar. También están Omar González, un bajista muy profesional, y Julio César, que se ha convertido en un excelente baterista. Tengo esa suerte de que en mi banda los músicos se desarrollan, se crea como una especie de taller, porque la música mía también es muy complicada y requiere tocar bien. Es muy osada, no es el tipo de música que puedes decir "vamos sobre este tema" e improvisas y ya todo está resuelto. No, mi música hay que ensayarla, madurarla... entenderla.

"Si vivo en un país donde no tengo la posibilidad de decir todo lo que pienso, aunque pueda estar equivocado, no me voy a expresar igual tocando"

Las cuestiones logísticas son una odisea. Tuve que prepararme para estudiar sonido digital y analógico, para mezclar mi música y maquetar mis propios demos. También tengo que estar pendiente de los equipos que uso, desde un cable que tiene falso contacto. Mi papá es el técnico que me ayuda con los cables y ha hecho un trabajo impecable, pero de todas formas yo estoy al tanto de los detalles. Tengo que bajarme de esa cuestión de "jefe" y ponerme en función de que todo salga.

P. ¿Y la música en la televisión cubana?

R. Hay que crear condiciones en la televisión para que los grupos toquen en vivo. Eso de doblar ya se ha convertido en un modus operandi habitual y no tiene ningún sentido que todos los programas sean doblados, porque está haciendo una televisión muerta. Se deben reformar los estudios para tener técnicos y equipos profesionales de sonido que permitan tocar en vivo... ya la palabra lo dice.

P. ¿Problema de recursos?

R. En la televisión, los creadores y directivos están un poco atados a un dios todopoderoso que dice lo que se puede y no lo que no se puede hacer. Así es bien difícil hacer las cosas. Eso es algo que lacera nuestra cultura, en la medida que se tienen tabúes eso siempre arremete contra la cultura.

Si vivo en un país donde no tengo la posibilidad de decir todo lo que pienso, aunque pueda estar equivocado, no me voy a expresar igual tocando. Porque si no soy del todo quien soy, ¿cómo voy a esperar sinceridad en mi arte? En mi arte, para poder ser sincero necesito sentirme escuchado, necesito sentirme reconocido tal y como soy. Cuando eso falla aparecen los patrones que se repiten, aparecen esos esquemas facilistas que muchos siguen. Esa es un poco la impronta que hemos recogido del falso comunismo, en el afán de hacer un ciudadano modelo... y es que no existe un ciudadano modelo.

P. ¿El hombre nuevo?

R. Cada cual es una individualidad. La solución nunca está en ser igual al otro, psicológicamente eso es lacerante para cualquier creador. Hay que entender de una vez y para siempre que la diversidad no hace daño, sino que crea más desarrollo.

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