"Me cansé de ser un buen esclavo y doblar la cabeza", confiesa un médico cubano

Frente al discurso oficial, que presume de ser "potencia sanitaria", este testimonio revela la realidad del sector en la Isla

En la actualidad, más de 11.000 médicos cubanos integran el programa del Gobierno brasileño 'Mais médicos'
Cubanos del programa Mais Médicos en Brasil, por el que un tribunal de EE UU acaba de admitir a trámite una denuncia contra la OPS. (EFE)
14ymedio

13 de noviembre 2020 - 16:15

La Habana/A sus 45 años, Juan (nombre ficticio) es uno de esos profesionales que fueron a Brasil para trabajar en Mais Médicos, un programa de cooperación que ha sido denunciado ante un tribunal de EE UU por encubrir una "red de tráfico humano" en beneficio del Gobierno de Cuba.

En 2014, Juan fue enviado a un municipio del estado de Minas Gerais, cuando había más de 10.000 cubanos desplegados en Brasil, y regresó a la Isla tres años después.

"Me cansé de ser un buen esclavo y doblar la cabeza", dice hoy este especialista en Medicina General Integral y Otorrinolaringología, que trabaja ahora en un hospital de La Habana. Le tiene miedo a las represalias, pero ha decidido denunciar la precaria situación que viven él y sus colegas médicos en Cuba.

Frente al discurso oficial, que presume de ser "potencia sanitaria", el testimonio de este doctor revela la realidad del sector en la Isla. Salarios miserables, escasez permanente de equipo y de medicamentos, guardias que se llaman "voluntarias" pero a las que son obligados con coacciones y además no se pagan o misiones internacionales que más parecen trabajo forzado, son algunas de sus denuncias.

Pregunta. Es conocido que a pesar de la explotación sufrida a manos del Estado cubano, muchos trabajadores del sector de la salud ven en las misiones internacionales una oportunidad. ¿Qué lleva a estas personas a esta conformidad?

Respuesta. Lo tomas o lo dejas y no hay otra opción. El salario de Salud Pública, aunque es relativamente alto comparado con otros sectores, apenas alcanza para comer. Un poco de pollo, aceite de cocina, unas croquetas, un pedazo de jamonada..., pero no alcanza para comprar el mismo mes un pantalón y un par de zapatos.

El salario de Salud Pública, aunque es relativamente alto comparado con otros sectores, apenas alcanza para comer

Antes de ir a mis misiones, estaba hecho tierra. Vivía en provincia, en la casa de mis abuelos, donde ni la cama donde dormía era mía. Ahora, gracias al sacrificio de la misión pude comprar esta casita en La Habana, que es modesta, pero es mía, y tengo a mi familia conmigo.

Este es el único país de América Latina y probablemente del mundo donde un médico no gana lo que debe ganar. En Brasil el médico que menos gana recibe el equivalente a unos 3.500 dólares y aquí el que gana más lo que recibe es el equivalente a 70 CUC, que es una moneda cada día más devaluada.

Por eso ir a una misión es una bendición.

P. Antes de ir a Brasil, usted estuvo en Venezuela.

R. Allí estuve menos de un año. Había escasez de medicamentos y las condiciones no eran buenas. Había casas con 18 o 20 cubanos, y muchos dormían en literas colocadas en la cocina. El salario era un misterio. Solo "los de arriba" sabían cuánto pagaba el Gobierno venezolano al de Cuba por cada médico. A los cubanos ni siquiera nos querían vender líneas telefónicas. En 2014 tenías que ir a la tienda acompañado de un venezolano para que te vendieran una computadora. Los venezolanos tenían lo que ellos llaman "cesta-tique", un talonario para pagar en las tiendas, pero los cubanos no teníamos nada de eso.

P. Y bajo esas condiciones, ¿todavía era ventajoso cumplir la misión en lugar de quedarse en Cuba?

R. Para un cubano cualquier lugar es mejor que este país, que está en el suelo.

P. ¿Cómo eran las relaciones de los colaboradores cubanos con los que tomaban la decisión de abandonar la misión?

Estaba prohibido terminantemente tener relaciones con los considerados como "desertores", especialmente con aquellos que no habían podido salir de ese país y andaban en casa de amigos, o que se habían buscado una pareja

R. Al principio era muy duro. Estaba prohibido terminantemente tener relaciones con los considerados como "desertores", especialmente con aquellos que no habían podido salir de ese país y andaban en casa de amigos, o que se habían buscado una pareja. Como la política fue cambiando, se empezaron a hacer intentos de "reconquistar" a esos médicos que todavía estaban en Venezuela. Ya no se les tildaba de desertores sino de compañeros que habían cometido un error. Algunos se reincorporaban.

Cuando llegó la convocatoria para ir a Brasil, Venezuela estaba en una etapa crítica. El bolívar no valía nada, y ni siquiera podíamos comprar papas, manzanas ni cebollas, porque estaban muy caras. Para alimentarme tenía que rapiñar con la cocinera del hospital.

Todo el que no tenía "algo personal" que lo ataba a Venezuela quería irse para Brasil.

P. Brasil como paraíso.

R. Las condiciones de trabajo en Brasil eran magníficas. Los brasileños eran muy respetuosos con nosotros y teníamos un consultorio con todo lo necesario: estetoscopio, esfigmomanómetro (para medir la presión arterial), recetario, desinfectante, guantes, aguja, vacunas, medicamentos...

El horario de trabajo era de ocho horas de lunes a viernes, pero teníamos un día para estudiar. Paralelamente, hacíamos una maestría en atención primaria, obligatoria para todos. Nuestra tesis la teníamos que discutir en portugués.

El sistema de salud brasileño no tiene nada que envidiarle al cubano, al revés

Desde el punto de vista de los recursos, el Sistema Único de Salud (SUS) brasileño es de primera. Los pacientes sacaban cita para una consulta y recibían los medicamentos gratis.

Por ejemplo, el conserje que trabajaba en el edificio donde yo vivía se fracturó el fémur y el húmero en un accidente, y el SUS le pagó todo el tratamiento. El sistema de salud brasileño no tiene nada que envidiarle al cubano, al revés.

P. ¿Tuvo dificultades al enfrentar tecnologías que usted no conocía en Cuba?

R. En el lugar donde yo estaba había tecnología desarrollada, pero las diferencias eran comprensibles.

P. ¿Qué puedes decir del tema salarial, comparándolo con los médicos brasileños?

R. El salario de un médico de familia brasileño, dependiendo del lugar donde se estaba trabajando, oscilaba entre los 7.000 y 10.000 reales (unos 4.166 dólares). Firmé una planilla donde estaba escrito que yo ganaba 10.000 reales, pero realmente recibía solo 2.933 reales, menos del 30 por ciento de lo que aparece en el contrato.

Ahora hay en Cuba una guerra contra los intermediarios que compran productos deficitarios y los revenden a mayor precio. Esa actividad se califica de inmoral y abusiva, pero me pregunto: ¿qué cosa es el Estado cubano sino un intermediario entre el Estado brasileño que contrata nuestros servicios, y nosotros, que estamos allí trabajando?

Recuerdo cuando se produjo una devaluación de la moneda brasileña y en consecuencia se decidió pagarnos 1.500 reales más, pero del aumento no vimos nada. Seguimos recibiendo lo mismo. El aumento quedó en manos del intermediario.

P. Paralelamente a lo que usted recibía de los brasileños en Cuba, su familia seguía recibiendo su salario como médico, ¿es así?

R. Al principio nuestro salario en Cuba era de 575 pesos, luego lo subieron a 1.300, que se depositaba en una cuenta bancaria a la que mi esposa tenía acceso.

Firmé una planilla donde estaba escrito que yo ganaba 10.000 reales, pero realmente recibía solo 2.933 reales, menos del 30 por ciento de lo que aparece en el contrato

A los médicos que fueron a la primera etapa de la misión en Brasil, el Gobierno le ponía cada mes en el banco 600 CUC, y en vez de recibir los 2.933 reales (correspondientes al cambio en ese momento), el médico solo recibía en Brasil poco menos de 1.000 reales. Pero el problema es que esos 600 CUC depositados cada mes solo podían cobrarse al finalizar la misión y regresar a Cuba. El que "desertaba" lo perdía todo.

Esto se destapó cuando una doctora cubana [Ramona Matos] se presentó al Parlamento brasileño para denunciar que los médicos cubanos le estaban pagando el equivalente al salario mínimo de un obrero brasileño.

A partir de ese momento, empezamos a recibir los 2.933, pero ya no se depositaban en Cuba los 600 CUC mensuales. Así, empezamos a mandar a nuestras familias el dinero que recibíamos en euros en Brasil y llegaba en CUC a Cuba.

P. ¿Y cuáles eran los gastos que tenías que enfrentar en Brasil?

R. Tengo que reconocer que los brasileños se portaron muy bien con nosotros. Nos pagaban 700 reales para alimentación, aparte de los 2.933, y si no tenías transporte te pagaban los gastos de ómnibus. Yo vivía en un apartamento pagado por el Gobierno brasileño incluyendo el gas y la electricidad. Si hubiéramos tenido que pagar todo eso, no nos hubiera alcanzado para mandarle nada a la familia.

P. Pero en Brasil también hubo lo que el Gobierno cubano llama "desertores".

R. De los 30 médicos que integraban el grupo, la mitad abandonó la misión.

La mayoría de los médicos cubanos son humanitarios y profesionales, pero estamos llegando al agotamiento. Es duro estar al frente de un consultorio sin recursos, sin medicamentos para enfermos crónicos, sin antibióticos, sin soluciones en los laboratorios ni trócar para canalizar una vena

P. ¿Y a usted no se le pasó nunca por la mente?

R. Esa es una idea que le pasa por la cabeza a todos los cubanos que están fuera de la Isla. En mi caso no di ese paso porque me gusta mucho la medicina y evalué que me iba a ser muy difícil seguir en esa profesión en Estados Unidos. Por otra parte, tengo aquí a mi familia. En estos tiempos, si tuviera la misma oportunidad, no sé cómo reaccionaría. Esto se ha puesto tan malo... No hay respeto a la opinión de las personas, no hay libertad para nada, las pocas esperanzas que algunos teníamos con la nueva Constitución se desvanecieron porque al fin y al cabo es lo mismo que la anterior... No hay esperanzas de nada.

P. ¿Usted es una excepción o el resto de sus colegas comparte su forma de pensar?

R. La gente tiene miedo y no se manifiesta, pero creo que no estoy en minoría. Una colega me dijo el otro día que ya estaba hastiada, cansada de hacer guardia de 24 horas cada tres días, y eso es algo muy compartido. La mayoría de los médicos cubanos son humanitarios y profesionales, pero estamos llegando al agotamiento. Es duro estar al frente de un consultorio sin recursos, sin medicamentos para enfermos crónicos, sin antibióticos, sin soluciones en los laboratorios ni trócar para canalizar una vena. Tampoco nos pagan las guardias. Dicen que son voluntarias, pero si no las haces, te dejan fuera. ¿Cuánto tiempo más tiene que pasar para que la situación mejore?

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