La universidad, para los tenaces

Expulsado tres veces de la facultad por sus ideas, Henry Constantin, colaborador de 'Convivencia', sigue soñando con obtener el título de periodista

Henry Constantín durante la entrevista. (14ymedio)
Henry Constantín durante la entrevista. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

28 de agosto 2014 - 10:30

La Habana/Henry Constantin es un camagüeyano que nació en Las Tunas el Día de San Valentín de hace ya 30 años. Lo han expulsado tres veces de la universidad por sus ideas, pero aún cree que llegará a tener un título de periodista entre las manos.

Este joven menudo y de hablar claro ha fundado dos publicaciones independientes y acaba de regresar de un proyecto de intercambio cultural. Desde hace años forma parte de la redacción de la revista Convivencia y hoy le abre las puertas de su vida a los lectores de 14ymedio para compartir las vicisitudes de su paso por las aulas.

Pregunta. Tiene el triste récord de tres expulsiones de la universidad ¿Cómo fue la primera vez?

Respuesta. Un día en la pizarra puse la pregunta de quién era el cubano nominado al premio Nobel de la Paz. Mis condiscípulos no sabían y la profesora tampoco, así que escribí con tiza el nombre de Oswaldo Payá. Después elegí como tema de investigación el nivel real de aceptación que tenía la prensa oficial en la población. Me desaprobaron y aquel texto fue discutido como un posible motivo para expulsarme. Al final me dieron baja argumentando inasistencias, lo cual era falso porque la mayor parte de mis colegas tenía más ausencias. Ese año nació mi hijo y la profesora guía me dijo: "ocúpate de eso y no te preocupes por las ausencias".

Ahora mi hijo tiene 8 años, la misma edad de mis problemas.

P. Sin embargo volviste a intentarlo...

R. Un año después conseguí entrar a la facultad de periodismo de la Universidad de Santa Clara. Era el único estudiante que no era miembro de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y, en la sala de Internet de la Universidad, conocí de la existencia de los blogs alternativos. Allí fundamos una revista que empezó llamándose Abdala y finalmente le pusimos la Rosa Blanca. La hacíamos sin computadora, pero salieron cinco números, hasta que finalmente la sustituyó La hora de Cuba.

Cuando terminé ese curso me desaprobaron por un guión para radio cuyo tema era la repercusión en los medios de difusión camagüeyanos del caso contra Huber Matos.

P. ¿Te permitieron presentarlo?

R. Al profesor le pareció una herejía que yo revolviera el caso de aquel comandante de Sierra Maestra condenado a 20 años por renunciar a su cargo. Me sugirió que hiciera un trabajo sobre el periodismo de José Martí y entonces abordé la censura que sufrió el Apóstol a manos del Gobierno argentino por sus artículos en el periódico La Nación. Me volvieron a desaprobar, pero ya no tenía derecho a revalorización.

"Abordé la censura que sufrió José Martí a manos del Gobierno argentino por sus artículos en el periódico La Nación. Me volvieron a desaprobar"

Fui un fin de semana a Camagüey y cuando regresé me estaban esperando para sacarme a la fuerza del lugar. Me informaron que había sido expulsado de la Enseñanza Superior en virtud de un proceso disciplinario ¡Nada ideológico! Cuatro hombres me acompañaron hasta la puerta y dieron instrucciones a los custodios de no permitir que regresara. Al periódico Adelante y a la estación Radio Cadena Agramonte, donde yo había hecho mis prácticas periodísticas, también les advirtieron para que llamaran a la policía si intentaba entrar.

P. ¿Ese fue tu adiós definitivo a las aulas universitarias?

R. No me rindo fácilmente. En Septiembre de 2009 hice las pruebas de aptitud para ingresar en el Instituto Nacional de Arte (ISA), en la Facultad de medios audiovisuales. Obtuve la máxima calificación y fui aceptado. Desde el ISA colaboré con la revista Convivencia, que dirige Dagoberto Valdés en la provincia de Pinar del Río. Me propuso ser parte del Consejo de Redacción y le dije que sí. También colaboré en el programa independiente Razones Ciudadanas.

Otro proyecto en el que participé siendo alumno del ISA fue Hora Cero. Comenzó después de una huelga motivada por la mala comida. Consistía en mantener encuentros con gente de afuera del Instituto en los que mostrábamos audiovisuales. Asistieron Jorge Molina o Gustavo Arcos, pero cuando invitamos a Eduardo del Llano nos pusieron obstáculos.

En mayo de 2011 me citaron a una reunión con la decana del ISA para decirme que habían descubierto que fui expulsado de la Educación Superior. Me faltaban tres días para completar los dos cursos, así que me resistí arguyendo que los estudiantes eran quienes tenían que decidir. Otra vez me sacaron, usando la fuerza, en un auto que me dejó en la Terminal de Ómnibus. Es así como termina mi historia como estudiante universitario y mi obsesión de tener un título.

P. ¿Y después de la tercera expulsión?

R. Regresé a Camagüey y reinicié el proyecto Hora Cero a cuenta y riesgo, en mi propia casa. Comenzamos con exposiciones de fotos de Orlando Luís Pardo, un corto de Eduardo del Llano y música de trovadores amigos. Hasta ahora, hemos tenido buena asistencia de público. El poeta Maikel Iglesias, el grupo de teatro Cuerpo Adentro, el poeta Francis Sánchez y Eliecer Ávila con sus audiovisuales de Un cubano más, han participado también.

"Le dijeron a mi madre que si seguía apoyándome podía perder la cuenta bancaria donde le depositaban su salario"

A Hora Cero vienen estudiantes universitarios, profesores, vecinos, gente con valor que se atreve a intercambiar ideas. Asisten algunas personas a las que les han dicho que informen sobre lo que pasa en estos encuentros y otras que han sido coaccionadas por recibir una simple invitación mía a participar. La primera vez que me visitó la Seguridad del Estado, mi madre, que en ese momento cumplía una misión en Venezuela, fue amenazada. Le dijeron que si seguía apoyándome podía perder la cuenta bancaria donde le depositaban su salario. A otros les han dicho que Hora Cero está sufragado por la CIA.

P. ¿Has vuelto a estudiar?

R. Hace un año oí hablar del proyecto Somos un solo pueblo, para jóvenes que habían tenido dificultades en continuar sus estudios aquí y a los cuales se les daba la oportunidad de hacer un curso de seis meses en los Estados Unidos. Clases de Psicología, efectividad personal, principios de negocios o sociología, entre muchas otras. Fue una magnífica experiencia para mí y aprendí muchísimo.

P. ¿Y ahora?

R. Creo que tendré mucho trabajo en los próximos cincuenta o sesenta años, a juzgar por cómo veo la Cuba actual. Si me queda algo de tiempo quiero escribir ficción... pero como están las cosas tendré que esperar para hacerlo.

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