"La vida en Cuba es casi un acto heroico"

El joven periodista Adrián Martínez Cádiz cuenta a '14ymedio' sobre el acoso al que lo tiene sometido la Seguridad del Estado

Adrián Martínez Cádiz ha tenido que "conversar" varias veces con la policía política. (Facebook)
Adrián Martínez Cádiz ha tenido que "conversar" varias veces con la policía política. (Facebook)
Xavier Carbonell

25 de octubre 2022 - 21:38

Salamanca/Silencioso, enfático, directo en lo que piensa y dice, el joven habanero Adrián Martínez Cádiz ha tenido que "conversar" varias veces con la Seguridad del Estado. Los agentes son interlocutores difíciles y gesticulan de más. La última cita, este 21 de octubre, duró una hora, con una efusiva y tosca teniente coronel que se hace llamar Kenia, conocida acosadora de numerosos activistas.

Martínez, que trabaja como periodista en varias iniciativas de la Iglesia católica en Cuba y para la cadena EWTN, comenta a 14ymedio cómo es dialogar –por llamarlo de algún modo– con los oficiales del G2, en la estación de la Policía en Plaza de la Revolución.

"Los gestos, las miradas, los tonos y la forma fue amenazante todo el tiempo", afirma el joven, que estuvo una hora en interrogatorio con la oficial Kenia y con otro militar que se identificó como José Antonio.

"Querían advertirme oficialmente de que estoy incurriendo en comportamientos predelictivos al publicar en mis redes 'incitando a delinquir' y haciendo publicaciones contra Díaz-Canel, lo que ellos consideran como desacato", expone Martínez, que fue amenazado con un proceso penal si continuaba siendo crítico con el Gobierno en sus redes sociales.

"Casi al final me pregunta en qué me comprometía, para escribirlo en el acta de advertencia", cuenta Martínez. "A nada", respondió él

Los agentes le mostraron fotos suyas con activistas y figuras opositoras como Anamely Ramos, Omara Ruiz Urquiola, Rosa María Payá y el rapero El Funky. "No harán nada por ti", le dijeron, "lo que quieren es mandar a hacer cosas de Estados Unidos y 'formar teatro'". Él replicó que a Ruiz Urquiola y a Ramos, por ejemplo, les habían impedido entrar al país.

La teniente coronel Kenia alzó entonces la voz y aseguró que "era mentira", que el Gobierno no impedía la entrada de nadie a la Isla. "Casi al final me pregunta en qué me comprometía, para escribirlo en el acta de advertencia", cuenta Martínez. "A nada", dijo él, negándose a firmar el documento.

"Mejor para mí", espetó la oficial y salió de la habitación. Luego del interrogatorio, la Policía dejó entrar a dos funcionarios del Ministerio de Comunicaciones. Martínez abandonó la estación con una multa de 3.000 pesos, aunque –por orden de los oficiales– no le decomisaron el teléfono.

Ese día también fue interrogado el activista Adrián Cruz, conocido como Tata Poet, amigo de Martínez. Un grupo que incluía a varios sacerdotes católicos estaba esperando a ambos jóvenes fuera de la estación.

"Nunca me han dicho claramente 'vete de Cuba'", señala, pero las campañas indirectas se vuelven cada vez más agresivas. Las ciberclarias, afirma el joven, están cada vez más activas en los grupos de compra y venta, en sitios de acceso común o páginas populares. "Y, lamentablemente, hay gente que aún les cree. He tenido amigos en Camagüey que han llegado a casa de un familiar y yo he sido el tema de conversación, repitiendo que me pagan de Estados Unidos por hacer mis publicaciones y decir la verdad", expone.

Otra dificultad notable se presenta a la hora de salir temporalmente del país. "Es una odisea", denuncia Martínez, "siempre me revisan exhaustivamente y me hacen preguntas. A mi llegada de un viaje fui interrogado durante 45 minutos en un cuarto del aeropuerto, y me amenazaron con cárcel si seguía publicando".

En esa oportunidad examinaron su equipaje pieza por pieza, y le retuvieron "bajo investigación" dos computadoras portátiles, discos duros, memorias USB, cámaras y otros artículos vinculados a la comunicación. "Cuando me devolvieron los objetos, las laptops habían sido forzadas y no cerraban bien".

"Hay infiltrados y colaboradores en todos los niveles", agrega, "pero hay que vivir sin miedo. Nosotros no hacemos nada más que decir la verdad y hacer el bien"

Para Adrián Martínez, la vida en Cuba es casi un "acto heroico". A las dificultades cotidianas, los apagones y el desabastecimiento, se añade la vigilancia de la policía política. Los espacios religiosos, como grupos universitarios católicos y parroquias de curas "problemáticos", son infiltrados continuamente por jóvenes agentes.

"Los cubanos tenemos un 'sentido extra' para reconocerlos", señala Martínez, aunque no puede precisar qué es ese algo que delata enseguida a los espías. "Sin embargo, hay que tener certeza antes de acusar a alguien", refiere, "porque también existe la tendencia de pensar que siempre somos vigilados. Además, quienes somos molestados, atacados y acosados podemos caer en el exceso de pensar que todo lo malo que nos pasa lo provocan ellos".

"Hay infiltrados y colaboradores en todos los niveles", agrega, "pero hay que vivir sin miedo. Nosotros no hacemos nada más que decir la verdad y hacer el bien".

La persecución y la vigilancia de la Seguridad del Estado sobre activistas, líderes religiosos, artistas e intelectuales ha hecho que personas de distinto signo ideológico se vean unidas contra la opresión del Gobierno. Ello también ha contribuido a que muchos sacerdotes y religiosas de la Isla, como Lester Zayas, José Luis Pérez Soto, Jorge Luis Gil y Nadieska Almeida, tomen una posición más radical contra el régimen en la capital.

"Cada uno de nosotros ha pasado por estos interrogatorios, por las amenazas, y sabemos lo que representan", afirma Martínez. "Comprendo que la gente tenga miedo, yo también lo tengo, pero hay cosas más grandes que el miedo: eso es lo que nos une frente a una estación de la Policía a acompañar, a abrazar a quien está siendo reprimido no solo por defender sus derechos, sino también los de los otros. No es justo dejar solo a alguien que está defendiendo mi derecho".

El joven opina que la Seguridad del Estado ha logrado expulsar del país a muchos cubanos "incómodos". Quienes permanecen en la Isla –"los que vamos quedando"– deberán enfrentarse a la saña del Gobierno. "A los que se han ido, los respeto y abrazo. Lucho día a día, como tantos otros, contra la tentación de marcharme y olvidarme de todo".

Sobre la pasividad ante el régimen de la que se acusa a los obispos cubanos, que se reunieron el pasado viernes con el papa Francisco, Martínez señala que "muchas veces no estoy de acuerdo con formas de proceder, con opiniones particulares u otras cosas. Cuando tengo la oportunidad lo hago saber y expongo mis criterios. Siempre he sido escuchado con respeto".

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