Colombianos se unen a la lucha de Ucrania contra Rusia
Crónica
Muchos en su país saben poco sobre la guerra, y el Gobierno colombiano los considera mercenarios
Járkov (Ucrania)/En un campo de entrenamiento boscoso en la región ucraniana de Járkov, en el este del país, un grupo de hombres uniformados, muchos con parches que los identifican como colombianos, escucha atentamente a su instructor ucraniano. Son parte de la unidad Guajiro, un contingente de combatientes extranjeros dentro de la Brigada Jartia de la Guardia Nacional de Ucrania.
"Es muy importante aprender cada día un poco más para tener en el campo de batalla la certeza de hacer las cosas de la mejor manera", dice a EFE un soldado con el alias "Pangos", mientras su grupo practica habilidades militares recién adquiridas. Ex infante de Marina colombiano, Pangos oculta su rostro: solo su familia cercana y algunos amigos saben que está combatiendo en Ucrania.
Muchos en su país saben muy poco sobre la guerra, y el Gobierno colombiano lo considera un mercenario, explica. "Llevo un año en Ucrania, soy soldado voluntario y vine a ayudar", subraya. Este colombiano sigue la situación de Ucrania desde la anexión ilegal de la península de Crimea por parte de Rusia en 2014.
Señala que las unidades de élite de Rusia han sido diezmadas tras tres años de guerra, pero que el número de enemigos sigue siendo muy alto
Aunque deseaba unirse al Ejército ucraniano tras la invasión rusa a gran escala de 2022, esperó hasta que su hija pequeña fuera mayor. Antes de integrarse recientemente a la Brigada Jartia, Pango conducía un vehículo blindado de infantería en otra brigada cerca de Pokrovsk, en la región oriental de Donetsk, donde su unidad sufrió numerosas bajas. Su salario allí era menor que en Colombia.
"No fue importante para mí ganar dinero. La idea era apoyar" a Ucrania, enfatiza. Señala que las unidades de élite de Rusia han sido diezmadas tras tres años de guerra, pero que el número de enemigos sigue siendo muy alto.
Afortunadamente, afirma Pangos, no está solo: "hay miles de personas fuera de este país (Ucrania) que están en contra de eso y por eso estamos acá", subraya, y agrega que los locales se lo agradecen encarecidamente cada vez que va a la ciudad durante sus permisos.
La Brigada Jartia, que se enorgullece de aplicar estándares de la Otan y de emplear la guerra robotizada, comenzó a reclutar combatientes extranjeros, incluidos colombianos, hace más de un año para reforzar sus filas con soldados capacitados y comprometidos.
La página web en español de Jartia detalla las condiciones del servicio, y muchos nuevos reclutas se enteran de la unidad Guajiro por recomendaciones o a través de redes
"Están muy motivados. Entienden la naturaleza de esta guerra, por qué están aquí, y tienen muchas ganas de mejorar”, dice su instructor ucraniano, apodado "Lulka".
La página web en español de Jartia detalla las condiciones del servicio, y muchos nuevos reclutas se enteran de la existencia de la unidad Guajiro por recomendaciones o a través de redes sociales como TikTok.
Adaptarse a la cultura, la comida y el clima de Ucrania lleva tiempo, al igual que adaptarse al tipo de guerra que se libra en el país invadido, que depende fuertemente de artillería y drones, a diferencia de sus experiencias previas en Colombia.
A pesar de tener experiencia militar o policial, los soldados reciben entrenamiento para dominar acciones coordinadas en estas condiciones.
"En Colombia uno puede patrullar seis meses y no tiene tanto riesgo al hacerlo. Aquí en cada entrada [en combate] que tienes sabes que puedes no volver o puedes volver herido", relata el sargento "May", nativo de Santa Marta.
Tras retirarse del Ejército colombiano después de 20 años de servicio, se unió a la lucha en Ucrania para seguir haciendo lo que le apasiona y apoyar "una causa justa".
El hecho de que su salario en Ucrania duplique lo que ganaba en Colombia también es un incentivo adicional
El hecho de que su salario en Ucrania duplique lo que ganaba en Colombia también es un incentivo adicional, señaló a EFE.
Aunque la unidad se especializa en atacar y capturar posiciones rusas, May también ha defendido trincheras contra ataques enemigos, sufriendo dos heridas. "Uno todo el tiempo tiene miedo. Desde que uno se monta en el vehículo hasta que se baja del vehículo el corazón va a mil", admite.
Sin embargo, el entrenamiento hace que operar en combate se vuelva instintivo, dice, y explica la importancia del autocontrol: "si yo escucho un dron y en vez de quedarme quieto salgo corriendo, él me puede perseguir y me puede matar". También ha aprendido a recordar, incluso bajo presión, cosas cruciales como que "nunca hay un dron, siempre hay dos".
Un pequeño monumento en el campo de entrenamiento honra a los miembros caídos de la unidad. May subraya que los colombianos llegan plenamente conscientes de los peligros y recompensas que pueden esperar. Los problemas surgen solo cuando los soldados, que corren el riesgo de morir en su primer combate antes de empezar a recibir bonificaciones significativas, no son honestos con sus familias en casa.
El sargento May dice que cuenta con el apoyo total de su familia y que su esposa está dispuesta a irse a vivir a Ucrania si él decide prolongar su contrato actual de tres años. "Yo soy de los que pienso que no hay nada mejor que te paguen por hacer lo que te gusta. Y aquí me siento bien", dice con calma.