Trump aprovecha la buena acogida de su discurso más sobrio en un momento crucial
Washington/(EFE).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio este martes ante el Congreso su discurso más convencional y sobrio cuando más lo necesitaba, tras semanas de sensación de caos en la Casa Blanca, y desde este miércoles quiere empezar a sacar partido a la buena acogida de esa intervención para avanzar su agenda.
En un encuentro con periodistas sin cámaras, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, aseguró que fue "una gran noche para el presidente", quien está "conmovido" por cómo ha sido recibida su primera alocución ante una sesión conjunta del Congreso.
Trump no cambió su agenda nacionalista ni sus promesas de campaña en el discurso, pero lo cierto es que su tono fue mucho más presidencial que en otras ocasiones, y conciliador y optimista frente a la intervención oscura y apocalíptica del día de su investidura.
Eso le ha valido los elogios unánimes del Partido Republicano y de muchos ciudadanos, según algunos sondeos divulgados en las últimas horas.
De acuerdo con una encuesta realizada por CNN entre sus espectadores, el 78% consideró positivo el discurso de Trump -muy positivo el 57% y algo positivo el 21%-, mientras que solo el 21% lo vio como negativo.
En la misma línea, otro sondeo de la cadena CBS mostró que más de tres cuartas partes de sus telespectadores definieron como positiva la alocución del magnate y otro dato más revelador: que un 82% la calificó de "presidencial".
Sobre inmigración, Trump sorprendió al afirmar que cree posible lograr "una reforma migratoria real y positiva", siempre y cuando los objetivos sean, como enfatizó, mejorar los empleos y salarios de los estadounidenses
Ese discurso "ha generado un montón de impulso", declaró Spicer al anotar que Trump lo está aprovechando desde este miércoles para empezar a trabajar en sus metas, en reuniones con sus asesores y en un almuerzo que mantuvo en la Casa Blanca con el liderazgo republicano del Senado y la Cámara de Representantes.
En su intervención, el mandatario ofreció pocos detalles sobre sus políticas, pero dio al Congreso pautas para eliminar y reemplazar el "Obamacare", como se conoce a la ley sanitaria del expresidente Barack Obama, pidió financiación para infraestructuras y urgió a buscar compromisos que se traduzcan en una reforma migratoria.
Con respecto a "Obamacare", el presidente quiso "extender una rama de olivo a demócratas y republicanos" para que trabajen en el plan alternativo a esa ley, de acuerdo con Spicer.
Y sobre inmigración, Trump sorprendió al afirmar que cree posible lograr "una reforma migratoria real y positiva", siempre y cuando los objetivos sean, como enfatizó, mejorar los empleos y salarios de los estadounidenses, fortalecer la seguridad nacional y restablecer el respeto a las leyes.
Horas antes de su discurso, durante un almuerzo privado con periodistas de las principales cadenas de televisión del país, el presidente se mostró incluso abierto a una vía a la legalización, pero no a la ciudadanía, para aquellos inmigrantes indocumentados que no hayan cometido delitos graves o violentos.
No obstante, Trump volvió a reiterar su promesa de construir un muro en la frontera con México, criminalizó de nuevo a los inmigrantes y propuso establecer un sistema de inmigración "basado en el mérito", para proteger a los trabajadores de Estados Unidos.
Al respecto, Spicer puntualizó este miércoles que hay una diferencia entre "sacrificar los principios" del presidente en materia migratoria y mostrarse dispuesto a trabajar para lograr una solución "integral" al problema.
Por otro lado, el portavoz sugirió que Trump no prevé firmar est miércoles la versión revisada de su polémico veto migratorio a refugiados y ciudadanos de países de mayoría musulmana, como habían anticipado altos funcionarios del Gobierno a varios medios.
La nueva orden que prepara Trump excluirá, a diferencia del primero, a los ciudadanos de los países afectados que tengan residencia permanente en Estados Unidos o a los que ya estén en posesión de un visado
Spicer no quiso aventurarse ni siquiera a confirmar si la nueva orden ejecutiva de Trump al respecto, cuya firma se ha retrasado ya en varias ocasiones, será emitida esta semana.
Con su primer veto migratorio, emitido el 27 de enero, Trump prohibió la entrada al país de los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana (Irak, Irán, Somalia, Yemen, Libia, Siria y Sudán) durante 90 días y suspendió el programa de acogida de refugiados durante 120 o, en el caso de los sirios, de manera indefinida.
Tras una semana de caos y confusión, un juez suspendió el veto de forma temporal para estudiar su constitucionalidad, una decisión que luego mantuvo un tribunal de apelaciones al que Trump había recurrido.
La nueva orden que prepara Trump excluirá, a diferencia del primero, a los ciudadanos de los países afectados que tengan residencia permanente en Estados Unidos o a los que ya estén en posesión de un visado, de acuerdo con lo filtrado por fuentes anónimas a varios medios.
Además, es posible que Irak salga de la lista de países afectados en la nueva orden, en reconocimiento a su papel en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico, y que se incluya a los ciudadanos de otras naciones no recogidas en el primer decreto.