La ejecución del clérigo chií podría provocar una guerra suní-chií

Manifestantes iraníes muestran carteles con el retrato del clérigo y dirigente chií, Nimr Baqir al Nimr, durante una protesta convocada en Teherán. (EFE/Abedin Taherkenareh)
Manifestantes iraníes muestran carteles con el retrato del clérigo y dirigente chií, Nimr Baqir al Nimr, durante una protesta convocada en Teherán. (EFE/Abedin Taherkenareh)

04 de enero 2016 - 16:56

Riad/La ejecución del clérigo chií Nimr Baqir al Nimr el 2 de enero por las autoridades de Arabia Saudí, un país de mayoría suní, y la destrucción ese mismo día de la embajada saudí en Irán (de mayoría chií) han suscitado el peligro de una fitna, una especie de guerra civil entre musulmanes.

Al día siguiente, Riad reaccionó con la ruptura de relaciones diplomáticas con Teherán, medida a la que se sumó hoy Baréin, país que es escenario desde febrero de 2011 de manifestaciones a favor de reformas democráticas, lideradas por la mayoría chií frente a la monarquía suní gobernante.

También Sudán anunció este lunes su decisión de romper relaciones diplomáticas con Irán y, además, Emiratos Árabes Unidos informó de una disminución de su representación en el país de mayoría chií, retirando a su embajador en Teherán y limitando su presencia a un encargado de negocios.

Cronología de tres días de crisis:

2 de enero

Arabia Saudí ejecutó al clérigo chií Nimr al Nimr, de 54 años, después de que en octubre pasado el Tribunal Supremo confirmara su condena a muerte por desobedecer a las autoridades e instigar a la violencia sectaria.

El clérigo había sido detenido en julio de 2012 por varias causas, entre ellas apoyar a células terroristas y los disturbios contra las autoridades saudíes que estallaron en febrero de 2011 en la provincia de Al Qatif, en el este del país y de mayoría chií.

Irán condenó de inmediato la ejecución del jeque y la consideró una "muestra de la profunda imprudencia e irresponsabilidad" del Ejecutivo saudí.

El portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Hosein Yaber Ansarí, dijo que "el Gobierno saudí habla con sus críticos internos con un lenguaje de ejecución y represión, mientras apoya a los terroristas y los extremistas takfiríes (radicales suníes)".

Ansarí advirtió a los dirigentes saudíes de que lo "pagarán".

El mismo día por la noche se produjo el asalto y destrucción de la embajada saudí en Teherán y el consulado de Mashhad.

En Baréin estallaron duros enfrentamientos entre manifestantes y policías tras la ejecución de Nimr.

En Irak, el líder chií Muqtada al Sadr instó a manifestaciones pacíficas en Arabia Saudí y países como Irak, en protesta por la ejecución del clérigo opositor chií, y a impedir "la injusticia y el terrorismo gubernamental en el futuro".

3 de enero

El Gobierno de Arabia Saudí rompió relaciones diplomáticas con Irán por el asalto a su embajada en Teherán y su consulado en la ciudad de Mashhad, y dio al embajador iraní y el resto del personal diplomático en Riad 48 horas para salir del país.

En Irán, el líder supremo, Ali Jameneí, advirtió de que "el injusto derramamiento de la sangre de este mártir inocente (Al Nimr) actuará de forma rápida y los políticos saudíes se enfrentarán a un castigo divino".

En el Líbano, el líder del grupo chií Hizbulá, Hasán Nasralá, acusó a Riad de haber desvelado su "verdadera cara despótica, criminal, terrorista y takfirí (suní radical)", tras la ejecución de Al Nimr.

El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, condenó los ataques contra la embajada de Arabia Saudí en Teherán y su consulado en Mashhad y los calificó de "violación flagrante de los tratados y normas internacionales".

Los gobiernos de Egipto, el Yemen, Jordania y Emiratos Árabes Unidos condenaron el ataque a ambas representaciones diplomáticas.

4 de enero

Al menos un hombre murió y un niño resultó herido en disturbios en la localidad de Al Auamiya, pueblo natal del clérigo chií.

El Gobierno de Baréin rompió relaciones diplomáticas con Irán, debido a "la flagrante y peligrosa injerencia" de Teherán en sus asuntos internos y de los demás países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), integrado por los seis Estados árabes de la zona, incluida Arabia Saudí.

El Ejecutivo de Sudán, aliado de Riad en la coalición que bombardea posiciones del grupo rebelde chií de los hutíes en el Yemen, también anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Irán "de forma inmediata" y "en solidaridad con el reino de Arabia Saudí".

El Gobierno de Emiratos Árabes Unidos anunció una disminución de su representación diplomática en Irán con la retirada de su embajador en Teherán, Saada Seif al Zaadi, y limitó su presencia en el país al nivel del encargado de negocios.

El vicepresidente primero iraní, Eshaq Yahanguirí, aconsejó a los dirigentes saudíes que dejen de tomar decisiones "apresuradas", pues los perdedores van a ser ellos y no Irán, después de que Riad rompiera relaciones con Teherán.

Rusia se mostró dispuesta a mediar en la crisis.

El Gobierno alemán llamó al diálogo a Arabia Saudí y a Irán. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Martin Schäfer, recordó que conflictos como los que se viven en Siria o el Yemen "no pueden solucionarse sin que el poder regional suní de Arabia Saudí y el chií de Irán colaboren".

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