Ucrania y Rusia intercambian ataques masivos con drones en una nueva escalada aérea

Guerra

La tecnología no tripulada redefine la ofensiva bélica en ambos bandos

La guerra de drones se ha consolidado como una de las estrategias más dinámicas, baratas y menos arriesgadas.
La guerra de drones se ha consolidado como una de las estrategias más dinámicas, baratas y menos arriesgadas. / EFE
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02 de agosto 2025 - 08:52

Moscú/Una intensa jornada de guerra aérea protagonizaron Rusia y Ucrania durante la noche del viernes al sábado, con el uso masivo de drones en ambos frentes, en lo que constituye una de las mayores oleadas de ataques no tripulados desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. Moscú afirmó haber derribado más de un centenar de drones ucranianos en su territorio, mientras que Kiev aseguró haber alcanzado infraestructuras militares clave en Rusia y repelido una ofensiva rusa con 45 drones Shahed.

Según informó el Ministerio de Defensa ruso a través de su canal oficial de Telegram, las defensas antiaéreas interceptaron un total de 112 drones de ala fija lanzados por Ucrania, entre las 20:00 del 1 de agosto y las 04:40 del 2 de agosto (hora de Moscú). Los drones fueron abatidos en ocho regiones rusas, la anexionada península de Crimea y las aguas de los mares Negro y de Azov.

Las defensas antiaéreas rusas interceptaron un total de 112 drones de ala fija lanzados por Ucrania

En el desglose del parte militar, 32 drones fueron destruidos en la región de Rostov, fronteriza con Ucrania y una de las principales zonas de retaguardia logística rusa. Otros 31 aparatos fueron interceptados en Krasnodar, una región con infraestructura militar y portuaria clave en el sur del país. También se reportaron derribos en Vóronezh (12), Riazán (11), Samara (5), Penza (4), Bélgorod (2), Lípetsk (1) y Tula (2), así como sobre el mar Negro (4 drones) y el mar de Azov (1).

En Crimea, territorio ucraniano anexionado por Moscú en 2014, se derribó un dron más. En total, 12 drones fueron abatidos sobre o cerca de zonas marítimas.

El Ministerio ruso no ofreció detalles sobre daños materiales o consecuencias civiles. No obstante, autoridades locales confirmaron la muerte de dos personas y al menos dos heridos como resultado de la caída de restos de drones interceptados.

Autoridades locales confirmaron la muerte de dos personas y al menos dos heridos

Pocas horas después del parte ruso, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) se atribuyó la autoría de los ataques, calificándolos como una operación de represalia contra la infraestructura bélica rusa. De acuerdo con el comunicado del SBU, drones ucranianos impactaron contra un almacén de drones Shahed en el aeródromo militar de Primorsko-Ajtarsk, ubicado en la región de Krasnodar, y contra la planta militar Elektroprylad en la ciudad de Penza.

El aeródromo atacado alberga, según Kiev, bases de lanzamiento y almacenes de los drones Shahed, de fabricación iraní, que Rusia emplea regularmente contra ciudades ucranianas. "Tras la llegada de los drones del SBU, se produjo un incendio cerca del aeródromo", aseguró el comunicado.

El segundo objetivo, la fábrica Elektroprylad, está situada a más de 600 kilómetros al sureste de Moscú y forma parte del complejo militar-industrial ruso, según el servicio de inteligencia ucraniano. La planta produce sistemas de control digital, equipamiento para aviación, blindados y embarcaciones. El SBU afirmó que sus drones impactaron con éxito en la instalación, generando incendios visibles.

Ucrania continuará golpeando “el potencial militar y económico del país agresor”

"Esta noche, los drones del SBU continuaron operando en instalaciones militares rusas en la retaguardia enemiga", se lee en el comunicado, en el que también se insiste en que Ucrania continuará golpeando “el potencial militar y económico del país agresor”.

En paralelo, mientras drones ucranianos cruzaban hacia suelo ruso, las fuerzas armadas de Ucrania informaron haber repelido un ataque aéreo ruso compuesto por 45 drones, en su mayoría del tipo Shahed. El parte oficial, difundido por la Fuerza Aérea ucraniana, señaló que el ataque fue interceptado mediante una combinación de aviación, sistemas antimisiles, unidades de guerra electrónica y grupos de fuego móviles.

Según la nota, se derribaron o inutilizaron ocho drones a reacción y 37 Shahed, junto con diversos tipos de drones señuelo utilizados para saturar las defensas aéreas. Los ataques rusos fueron dirigidos contra objetivos en el norte, sur, este y centro del país, sin que se informaran víctimas mortales en el momento del reporte.

Los vehículos no tripulados juegan un papel cada vez más central, tanto en el frente como en la retaguardia

El uso masivo y simultáneo de drones por parte de ambos países marca una nueva fase en la guerra de desgaste, en la que los vehículos no tripulados juegan un papel cada vez más central, tanto en el frente como en la retaguardia.

Expertos en defensa señalan que estas acciones buscan debilitar capacidades logísticas y tecnológicas del adversario, más allá del efecto directo de cada ataque. Además, el elevado número de drones utilizados y su alcance geográfico refuerzan la hipótesis de que ambos países han logrado aumentar significativamente su producción o adquisición de estos sistemas, especialmente en el caso de los Shahed, cuyo origen iraní ha generado tensiones diplomáticas en Oriente Medio.

Aunque Moscú y Kiev minimizan los daños propios y exageran los del enemigo, lo cierto es que la guerra de drones se ha consolidado como una de las estrategias más dinámicas, baratas y menos arriesgadas en términos humanos dentro del conflicto.

La frontera entre ataque militar y acto de terror es cada vez más delgada

Sin embargo, el aumento de víctimas civiles como consecuencia de la caída de restos o errores de puntería en zonas pobladas plantea preocupaciones crecientes entre organizaciones humanitarias y ciudadanos de ambos lados del frente. La frontera entre ataque militar y acto de terror es cada vez más delgada.

A medida que se intensifican estos intercambios, analistas no descartan que nuevos ataques a infraestructuras críticas –como refinerías, puertos o plantas eléctricas– se conviertan en un blanco recurrente, aumentando el riesgo de una escalada regional aún mayor.

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