Estados Unidos revela cómo ocurrió la "Operación Nica Bienvenidos", por la libertad de 222 presos políticos

La historia del vuelo que llevó a la libertad a los opositores encarcelados por Daniel Ortega

Los nicaragüenses, liberados horas antes, despegan de Managua, rumbo a Estados Unidos. (Mileydi Guilarte)
Los nicaragüenses, liberados horas antes, despegan de Managua, rumbo a Estados Unidos. (Mileydi Guilarte)
Kate Applegate

18 de diciembre 2023 - 17:02

Washington/El avión despegó pasada la medianoche, casi vacío. Sentados en una cabina prácticamente vacía, diez funcionarios del Servicio Civil y del Servicio Exterior de Estados Unidos charlaron, escucharon música y trataron de calmar sus nervios. Uno regresó a un asiento vacío para orar. Dos días antes, la mayoría no tenía idea de lo que estaba por suceder. Lance Hegerle, entonces subdirector de Asuntos Centroamericanos del Departamento de Estado, había invitado crípticamente a varios colegas a una misión, facilitándoles los más mínimos detalles: hispanohablantes. Viaje en avión. Pasaporte diplomático. Veinticuatro horas.

Justo antes del despegue desde una base naval en Norfolk, Virginia, a última hora del 8 de febrero de 2023, el equipo conoció su misión completa. Sonaba más a Hollywood que a HST. Saldrían de la Estación Naval de Norfolk en un avión financiado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), aterrizarían en Managua, llenarían el avión con unos 200 prisioneros políticos sacados horas antes de sus celdas y los llevarían a Estados Unidos, todo en cuestión de horas.

La misión no era secreta, pero había vidas en juego. Hablar de más podría echar a perder el viaje, condenando a los presos políticos a seguir encarcelados bajo el régimen de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Muchos presos políticos habían pasado años tras las rejas. El plan para liberarlos surgió en cuestión de días, después de largos meses de diplomacia encubierta. Llegó a buen término el 29 de enero, cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, le planteó una pregunta inesperada al entonces embajador Kevin Sullivan, quien había encabezado la Embajada de Estados Unidos en Managua desde 2018: ¿Aceptaría Estados Unidos a todos los presos políticos de Nicaragua?

La misión no era secreta, pero había vidas en juego. Hablar de más podría echar a perder el viaje, condenando a los presos políticos a seguir encarcelados bajo el régimen de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo

A ello le siguió una oleada de actividad. El embajador Sullivan abordó un avión con destino a Washington para impulsar la respuesta interinstitucional, confiando a la encargada de negocios, Carla Fleharty, y a un pequeño equipo de la Embajada la tarea de lograr un acuerdo con el régimen sobre la logística, los plazos y la garantía de que solo los prisioneros que consintieran libremente saldrían hacia Estados Unidos.

Las negociaciones con el régimen fueron difíciles hasta el último minuto, cuando el embajador superó un importante desacuerdo que había amenazado con descarrilar toda la operación. Una vez terminada esa llamada telefónica, la Operación Nicas Bienvenidos estaba en marcha.

Mientras el avión volaba de Norfolk a Nicaragua, un equipo de la embajada se reunió en Managua. La encargada de negocios Fleharty, el jefe adjunto de misión interino Ryan Reid, la oficial de información Gaby Canavati, la jefa consular interina Katie Jonas, el oficial de seguridad regional interino Will LaChance y el teniente coronel agregado de Defensa Dennis Rhoan se subieron a una camioneta todoterreno, portando una gran caja de plástico llena con más de 220 pasaportes nicaragüenses recién impresos. Para los prisioneros sin pasaporte previo, el régimen había aportado fotografías policiales.

Aproximadamente la mitad del grupo había sido arrestado en 2018, cuando miles de nicaragüenses protestaron por la reforma de la Seguridad Social. Las fuerzas de seguridad reprimieron la disidencia con munición real, hiriendo y arrestando a centenares de personas. En los meses siguientes, las fuerzas de seguridad mataron a más de 300 manifestantes; algunos, según mostraron los periódicos, habían sido atacados por francotiradores.

El régimen arrestó a otra oleada de prisioneros cuando se acercaba la fecha de las elecciones de 2021. Todos los candidatos presidenciales fueron arrestados, siete en total. Periodistas, empresarios e incluso sandinistas que lucharon junto a Ortega durante décadas, pero luego rompieron con él, fueron encarcelados. Muchos terminaron en la infame prisión de El Chipote, en régimen de aislamiento, sin acceso a abogados ni a sus seres queridos.

Todos los candidatos presidenciales fueron arrestados, siete en total. Periodistas, empresarios e incluso sandinistas que lucharon junto a Ortega durante décadas, pero luego rompieron con él, fueron encarcelados

La represión afectó de cerca a los diplomáticos estadounidenses. Hegerle, funcionario en Managua de 2020 a 2022, recuerda haber recibido a Pedro Joaquín Chamorro, periodista y político, y a su esposa para tomar vino y queso una noche de junio de 2021. Al día siguiente, Chamorro le envió un mensaje justo antes de su arresto. Luego, la línea de WhatsApp de Chamorro quedó en silencio.

El 9 de febrero de 2023, el equipo de la embajada se reunió con sus contactos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua en el aeropuerto de Managua después de la medianoche. Al llegar a la pista, del lado militar de las instalaciones, Reid vio a policías vestidos con pasamontañas y empuñando armas automáticas.

Claramente, a los pasajeros no se les dijo hacia dónde se dirigían. Algunos concluyeron que iban a una audiencia judicial o a otra prisión. Al ver el avión, otros pensaron que se dirigía a Cuba o Venezuela. Varios estaban aterrorizados al pensar que estaban a punto de ser ejecutados. "Parecían no tener idea de lo que estaba pasando", dijo Reid. "Se bajaban del autobús y se les podía vermirando el avión, sabiendo que se iban, pero sin saber exactamente qué estaba pasando".

Fleharty saludó a cada persona cuando bajaron del autobús y les explicó la operación. Reid se movió entre la multitud, hablando con sus contactos. Varios prisioneros se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo al vislumbrar a Hegerle y a la ex subjefa de misión Marta Youth (ahora subsecretaria adjunta principal de la Oficina de Población, Refugiados y Migración), al ex jefe de economía Bill Muntean (2015-2018) y a otros veteranos de la Embajada de Managua.

"¡Marta, te amo!", gritó bromeando Michael Healy, un ciudadano estadounidense que estaba entre los prisioneros, diciendo que este era su segundo rescate por parte del Gobierno estadounidense. Healy estaba de buen humor. Se acercó a Muntean, quien se había dejado una larga barba durante la pandemia, y le preguntó: "Bill, ¿qué diablos te pasó?".

"¡Mike, tú eres el que ha estado en la cárcel durante el último año y medio!", respondió Muntean.

El rostro familiar de Hegerle –y no su cintura– fue bienvenido para algunos. "Estamos más flacos", dijo el ex viceministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de Nicaragua, José Bernard Pallais, a sus compañeros, dedicándole a Hegerle una sonrisa divertida. "Y tú... tú estás más gordo!".

"Estamos más flacos", dijo el ex viceministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de Nicaragua, José Bernard Pallais, a sus compañeros, dedicándole a Hegerle una sonrisa divertida. "Y tú... tú estás más gordo!"

Un antiguo estudiante de Ingeniería bajó del autobús y se detuvo. Reid lo observó inhalar profundamente.

"Hace tres años que no salgo", dijo el estudiante. "Mira mi piel. Mira lo pálido que estoy". Miró al cielo y respiró hondo aire fresco.

Sin personal de la aerolínea, ni empleados del aeropuerto, ni billetes impresos o virtuales, los diplomáticos se pusieron manos a la obra. Le dieron la vuelta a la caja de plástico que contenía los pasaportes y formaron una pequeña mesa. Youth sacó una pequeña linterna que llevaba habitualmente encima, regalo de su marido, para cotejar los pasaportes con los pasajeros. "No creo que mi esposo imaginara alguna vez que estaríamos usando la linterna para leer pasaportes nicaragüenses en la oscuridad", dijo.

Algunos nicaragüenses estaban visiblemente abrumados ante la idea de ir a una prisión indefinida o un futuro desconocido en Estados Unidos. Una mujer se lamentó al darse cuenta de que nunca volvería a ver a su madre moribunda. Un hombre cuya familia lo había visitado el día anterior en prisión estaba angustiado por dejarla atrás. Otros se preguntaban cómo se mantendrían.

El equipo fue sincero ante esas dudas y aseguró que el Gobierno de Estados Unidos estaba comprometido a reunir a las familias. El hombre estaba angustiado sobre si debía abordar el avión.

Hegerle les resumió: los nicaragüenses recibirían permiso humanitario de Estados Unidos por dos años y permiso para trabajar. Además, preguntó al hombre si su esposa le llevaba comida casera a la cárcel, como hacen muchas familias.

–"Sí", confirmó él.

"Si trabajas duro, podrás enviar dinero a tu esposa", señaló Hegerle. "Si te subes a este avión, podrás ser el sostén de tu familia". El hombre subió por la pasarela.

n preso caminaba de un lado a otro cerca del avión, tratando de decidir si quedarse o irse. La Policía amenazó con llevárselo de regreso

En otro momento, aumentaron las tensiones en la pista entre los pasajeros que esperaban y la policía militar. Un preso caminaba de un lado a otro cerca del avión, tratando de decidir si quedarse o irse. La Policía amenazó con llevárselo de regreso. LaChance, Youth y Hegerle se interpusieron entre él y la Policía, lo convencieron para que abordara el avión y lo metieron en la cabina. A Youth le preocupaba que, si los problemas crecían, la Policía detuviera toda la operación, dejando a los prisioneros de los últimos autobuses varados.

El equipo de la Embajada observó en silencio. Canavati sacó un celular para grabar el momento. "Ahí va", dijo mientras filmaba el avión ascendiendo hacia el cielo cada vez más brillante. "Dios bendiga a América."

Dentro de la cabina, los nicaragüenses recién liberados entonaron el Himno Nacional. Se escuchó un coro de cánticos con los nombres de varias ciudades de Nicaragua: "¡Viva, Nicaragua Libre!" ¡Viva Managua! ¡Viva Masaya! ¡Viva Chinandega!

Hegerle utilizó el intercomunicador del avión para advertir de lo que sucedería después del aterrizaje. Los pasajeros compartieron bolígrafos y comenzaron a completar el primero de muchos formularios que verían en los próximos días.

Hegerle pasó el intercomunicador a Youth, que leyó algunas ideas que había garabateado en un papel, como que Estados Unidos nunca los había olvidado y había luchado por los disidentes encarcelados: por mejores condiciones carcelarias, por su derecho a un abogado, por su libertad. "Finalmente, ese día ha llegado. Sé que para todos ustedes nuestra salida de Nicaragua es agridulce. Pero lo importante ahora es que son libres. Están a salvo. Están seguros. Y están con amigos. Tenemos que dar gracias, porque es casi un milagro".

"Estamos aquí para ustedes y es un honor acompañarlos", agregó. "No todos los días puedes viajar con más de 200 héroes".

Esposos, padres e hijos, encarcelados por separado, se encontraron de pronto frente a frente. Tres hermanos compararon sus respectivas experiencias

Comenzaron las reuniones. Esposos, padres e hijos, encarcelados por separado, se encontraron de pronto frente a frente. Tres hermanos compararon sus respectivas experiencias. Pasillos llenos de pasajeros abrazándose, gritando, recuperando el tiempo perdido. Los azafatos apenas lograron pasar con el servicio de comida.

Al aterrizar en Dulles, los presos políticos liberados eran celebridades. El embajador Sullivan los recibió en la pista. Un helicóptero de los medios de comunicación sobrevoló cerca para cubrir en vivo. Familias, amigos y la diáspora se reunieron al otro lado de las puertas corredizas del aeropuerto, sosteniendo las banderas azules y blancas de Nicaragua.

Debido a que la operación se produjo fuera del Programa de Admisión de Refugiados de Estados Unidos, los nicaragüenses no eran aptos para recibir ayuda económica para refugiados. En cambio, se pusieron en manos de voluntarios y organizaciones que desplegaron en apenas unos días lo aprendido durante el reasentamiento masivo de afganos de 2021. Más de 350 empleados de distintas oficinas del Estado se habían ofrecido como voluntarios apenas unas horas antes para dar respuesta a la crisis. Algunos acompañaron a los evacuados hasta un salón de un hotel cercano que se convirtió en un sucedáneo de Ellis Island. Los profesores de español del Instituto del Servicio Exterior tradujeron para que los voluntarios pudieran comprender las necesidades personales de cada preso.

Con representantes del Departamento de Seguridad Nacional y del Departamento de Salud y Servicios Humanos, miembros de los equipos de emergencia de Virginia y del condado de Fairfax, y varias organizaciones no gubernamentales, la sala parecía un refugio con urgencias médicas las 24 horas, comida, ropa de invierno, celulares, artículos de higiene, traslados y reunificaciones. Seis días después, los 222 pasajeros habían partido y se emprendían sus nuevas vidas en 25 Estados distintos.

Queda mucho trabajo. Las ONG continúan con la gestión de estos casos. Los equipos en la Embajada de Managua y la Embajada de San José están ayudando a una agencia interinstitucional a reunir a las familias en medio del aumento de la represión del régimen. Poco después de que los prisioneros fueran deportados, Ortega despojó de la ciudadanía a los 222 nicaragüenses, así como a otros 94, y confiscó sus propiedades. La comunidad internacional lo condenó como una violación de los derechos humanos y continúa pidiendo el regreso de la democracia y el Estado de derecho a Nicaragua.

El secretario de Estado, Antony Blinken, elogió la operación como un "modelo de lo que la diplomacia puede lograr en favor de los derechos humanos y la democracia en las circunstancias más difíciles"

Ninguno de los involucrados olvidará jamás el vuelo de la libertad. El secretario de Estado, Antony Blinken, elogió la operación como un "modelo de lo que la diplomacia puede lograr en favor de los derechos humanos y la democracia en las circunstancias más difíciles".

El entonces director de Asuntos Centroamericanos, Patrick Ventrell, elogió la respuesta de Estados Unidos. "Desde el momento en que el régimen hizo la oferta al embajador Sullivan de liberar a los prisioneros, no hubo dudas sobre cómo responder. Nuestra única discusión fue el tamaño del avión y cómo aterrizarlo", dijo , dijo Ventrell.

Ver a los nicaragüenses liberados bajar de las escaleras mecánicas de Dulles y salir por las puertas "fue probablemente el momento más extraordinario de toda mi carrera", añadió. "Se diseña una política, se logra un gran avance y ese es el momento por el que lo hacemos todo".

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NdlR: este artículo ha sido publicado por el diario nicaragüense Confidencial, que autoriza a este diario a reproducirlo, como traducción del texto Operation Nica Welcome, publicado por American Foreign Service.

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