Después de 20 años, la lucha por la paz en Gaza agota mi esperanza

Omar Shaban

29 de julio 2014 - 15:30

Gaza/A la edad de 52 años es quizá demasiado tarde para replantear y cambiar convicciones y principios. Ante la regresión que hemos vivido, me doy cuenta de que el sueño para el que he estado trabajando se ha alejado y está ahora casi totalmente fuera de alcance. Y me siento cansado, sin esperanza y menos motivado.

Nací en Gaza en 1962 en una familia de refugiados que había sido expulsada de su pueblo, Sawafir, en lo que entonces era el mandato británico de Palestina.

Cinco años después, en junio de 1967, Gaza fue ocupada por Israel, lo que significa que crecí bajo la ocupación. Cuando vives bajo la ocupación, tus ambiciones nacionales se hacen más fuertes y claras.

Me prometí que haría todo lo que pudiera para contribuir a alcanzar la paz y la libertad para nuestro pueblo y región a través de conferencias y debates.

En 1987, cuando tenía 27 años, participé en la primera Intifada, que veía en gran parte como pacífica , con chicos y chicas que tiraban piedras a los soldados israelíes bien equipados.

A través de la lucha, conseguimos ganar los corazones y las mentes, no solo de la comunidad internacional, sino también de muchos israelíes, que se convirtieron en partidarios de nuestro derecho a tener un Estado palestino libre e independiente.

Aprendí, hasta cierto punto, lo que significaba libertad cuando viajé por primera vez en avión, rumbo a Londres vía Tel Aviv en 1993. Amnistía Internacional me había invitado en calidad de fundador de la rama palestina de la organización.

Escribí artículos y aparecí en televisión y radio para promover los derechos humanos y la lucha no violenta; me invitaron a pronunciar discursos ante audiencias israelíes y recibí a ciudadanos israelíes en Gaza. Me presenté también candidato en las primeras elecciones parlamentarias palestinas en 1996.

Entonces, mi sueño de ser un ciudadano libre en un Estado libre creció y prosperó, pero gradualmente con el tiempo se volvió cada vez más débil.

Hace 20 años, la búsqueda de la paz ocupaba las conversaciones diarias de los palestinos. Era muy normal ver a decenas de ciudadanos israelíes caminar libremente por las calles de Gaza, comprando y charlando. Al otro lado de la frontera, una influyente facción israelí abogaba por hacer las paces con los palestinos.

Hoy, la palabra "paz" es quizás la menos usada en el léxico diario de Gaza. Ha sido reemplazada por los términos tanques, F16, matanza, bombardeo, misiles y venganza.

Y en Israel, los políticos y grupos compiten por ver quién será el más agresivo hacia los palestinos. Esto está demostrado por el éxito de la extrema derecha en política.

Hace 20 años, más de 80.000 trabajadores palestinos iban a Israel todos los días para trabajar al lado de los israelíes, actuando como embajadores para la coexistencia.

Hace 20 años, era muy común ver el eslogan y folletos de "Paz ahora" sobre los coches y en tiendas y restaurantes. Hacer las paces con los palestinos parecía ser una prioridad para el pueblo israelí.

Hace poco, el Gobierno israelí construyó un elevado muro de separación entre Israel y los Territorios Palestinos. Ahora que los israelíes ya no nos pueden ver, parece que han perdido de vista nuestra realidad.

Y la realidad se ha deteriorado. Cuando los israelíes empezaron a construir muros de separación a finales de los noventa, muchos de sus ciudadanos murieron por ataques suicidas. En septiembre de 2000 estalló la segunda Intifada y fue mucho más violenta que la anterior.

Hamás ganó las elecciones en 2006 y sacó a Fatah del poder por la fuerza en junio de 2007, lo que llevó Israel a decretar el bloqueo de la Franja de Gaza. La consecuencia fue una crisis humanitaria. Desde entonces, Israel ha declarado tres veces la guerra contra Gaza, en 2008, 2012 y ahora en 2014. Mientras, Hamás y otros movimientos de resistencia se dedican a lanzar misiles caseros hacia las ciudades israelíes.

En este nuevo marco, israelíes y palestinos no son capaces de verse, de encontrarse, de hablar o de interactuar los unos con los otros.

Siempre digo que es fácil luchar en contra de alguien que no conoces o con quien no tienes intereses en común, pero no puedes hacer las paces con alguien a no ser que le conozcas bien y compartas intereses.

Eso explica por qué ha sido fácil para las nuevas generaciones de ambos bandos -israelíes y palestinos- luchar de manera agresiva los unos contra los otros. Nunca se han encontrado y no ven las ventajas de vivir en paz. Hoy en día, comunican a distancia a través de misiles, balas, bombardeos, armas, en lugar de interactuar físicamente.

Las generaciones de ambas partes son rehenes del conflicto, consumen y pierden energías y recursos para hacer la vida del otro más difícil. Ambas generaciones tienen que trabajar más duro para encontrar la oportunidad perdida, que está escondida debajo de la escena del conflicto; tienen que ser formados para aparecer de otra forma.

Cooperación regional

En el actual mundo globalizado, los problemas cruzan las fronteras aunque se perciban como locales. La cooperación regional es necesaria.

Israelíes y palestinos padecen grave escasez de agua, contaminación, crecimiento de la población, radicalización, desempleo. Pero mientras el coste del conflicto es alto para ambos, los beneficios de la paz lo serían mucho más.

Además de la pérdida de sus propios recursos, los palestinos han recibido miles de millones de dólares en ayuda en los últimos 20 años desde los acuerdos de Oslo, mientras que Israel obtiene un apoyo de EE UU de unos 3.000 millones de dólares al año.

Parte de la ayuda internacional y los recursos locales se emplean en fomentar el conflicto, aunque si fueran utilizadas en proyectos de desarrollo, esas sumas colosales podrían marcar una fuerte y positiva diferencia en la vida de las personas.

Los Gobiernos de Israel y Palestina podrían quizás llegar a un acuerdo de paz, pero alcanzar una cultura de paz aún está muy lejos.

Nunca he pensando dejar Gaza o emigrar, aunque siempre he tenido a mano esta posibilidad.

Creo que Gaza necesita un "factor de cambio". He sido y quiero seguir siendo un factor de cambio. Pero me siento cansado, sin esperanza y menos motivado.

NOTA: El economista Omar Shaban es el fundador y director del think tank palestino Pal Think for Strategic Studies, con sede en Gaza, creado en 2007 por investigadores y activistas palestinos.

Publicado originariamente en CNN y cedido a 14ymedio con autorización del autor.

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