Tras la excarcelación de Ferrer la Unión Europea tiene que ser más exigente con Cuba

Las buenas intenciones no bastan para desmontar las trampas del régimen de La Habana

La tímida respuesta de la UE ante estas violaciones de las cláusulas de derechos humanos contenidas en el acuerdo de diálogo toma a pocos por sorpresa. (Flickr)
La tímida respuesta de la UE ante estas violaciones de las cláusulas de derechos humanos contenidas en el acuerdo de diálogo toma a pocos por sorpresa. (Flickr)
José Ramón Bauzá

06 de abril 2020 - 17:17

Bruselas/La excarcelación de José Daniel Ferrer el pasado viernes supuso una buena noticia en un tiempo de titulares sombríos. Pero, en la alegría del momento, no podemos desviar nuestra atención de las verdaderas intenciones del régimen castrista y del largo camino que aún le resta por recorrer a la democracia en Cuba.

Porque si del largo secuestro de Ferrer y sus compañeros podemos extraer una lección es esta: cuando el régimen de Díaz-Canel necesita algo de la comunidad internacional, toma a su propio pueblo como rehén.

La trágica muerte de tres niñas en enero, tras derrumbarse sobre ellas un edificio abandonado en el corazón mismo de La Habana, ejemplifica la situación insostenible que está viviendo la Isla

Tras seis décadas de Gobierno comunista y de ostracismo internacional, Cuba se desmorona. Por desgracia, no se trata sólo de una metáfora. La trágica muerte de tres niñas en enero, tras derrumbarse sobre ellas un edificio abandonado en el corazón mismo de La Habana, ejemplifica la situación insostenible que está viviendo la isla.

Hasta que la Unión Europea le lanzó un salvavidas, también los pilares del régimen se tambaleaban. Carente de legitimidad, dentro y fuera de la Isla, los líderes castristas necesitaban desesperadamente una ayuda que llegó finalmente en forma del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación –ADPC– firmado en 2016 entre la UE y Cuba.

Desde la posición común adoptada en 1996, Bruselas había condicionado las relaciones con Cuba al cambio de régimen. Este enfoque fue abandonado en la década pasada a favor del compromiso político, en la esperanza de que una profundización de los vínculos haría a las autoridades más permeables a las exigencias de cambio. El secuestro de Ferrer, con una motivación indudablemente política, demostró lo equivocado de este enfoque. Envalentonadas por la legitimación que le otorga la UE y las reticencias europeas a suspender el ADPC incluso ante violaciones flagrantes, las autoridades cubanas han visto la oportunidad de recrudecer impunemente la represión contra la sociedad civil independiente.

La tímida respuesta de la UE ante estas violaciones de las cláusulas de derechos humanos contenidas en el acuerdo de diálogo toma a pocos por sorpresa. Antes de su nombramiento como máximo representante diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell se desempeñó como ministro de Exteriores del Gobierno socialista de Pedro Sánchez, cuyo coqueteo con el castrochavismo en Venezuela y Bolivia ha sido ampliamente criticado. El grupo de Sánchez en el Parlamento Europeo llegó incluso a votar en contra de la resolución de noviembre que exigió la liberación de José Daniel Ferrer, y la líder del grupo socialista en la Eurocámara, Iratxe García, ha sido criticada por visitar la Isla mientras que a otros eurodiputados se les sigue denegando la entrada.

Muchos en Bruselas y Madrid querrán presentar la excarcelación de José Daniel Ferrer como un ejemplo de la mejora de la situación en Cuba y de los progresos realizados por el régimen en materia de derechos humanos. No podemos caer en la trampa que nos tienden el régimen y sus aliados en Europa, ya que solo alargaremos la miseria del pueblo cubano.

Y es que cuando el castrismo busca desviar la atención del incumplimiento de sus compromisos internacionales encarcela a alguna figura de la oposición, sólo para liberarla más tarde, en una muestra de buena voluntad

Y es que cuando el castrismo busca desviar la atención del incumplimiento de sus compromisos internacionales encarcela a alguna figura de la oposición, solo para liberarla más tarde, en una muestra de buena voluntad de La Habana y del éxito de la diplomacia europea. Borrell obtiene así su titular y Díaz-Canel su respiro. Y mientras tanto, cualquier debate sobre la falta de avances reales en Cuba queda sepultada por este círculo vicioso de arrestos, condena internacional y posterior cesión a las presiones.

Es fundamental, por tanto, que redoblemos nuestras exigencias, comenzando con la liberación de todos los presos políticos que aún quedan en la Isla, y la inclusión de la sociedad civil independiente en el diálogo con la UE. De lo contrario, el camino hacia el infierno de Cuba continuará empedrado con las buenas intenciones europeas.

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Nota de la Redacción: José Ramón Bauzá, eurodiputado del partido centrista español Ciudadanos, es miembro de la Comisión de Exteriores del Parlamento europeo

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