Nadie tiene la exclusiva de la oposición

Un debate serio no puede basarse en tergiversar las ideas del adversario

René Gómez Manzano

12 de febrero 2015 - 07:55

La Habana/En el artículo "Hablar con la misma voz", de Antonio Rodiles, no encuentro una sola frase en la que se discrepe de pedir la "liberación incondicional de todos los presos por motivos políticos", el respeto de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos" o la ratificación ("sin reservas") de "los pactos internacionales" en esa materia. Tampoco se rechaza el "reconocimiento de la legitimidad de la sociedad civil cubana", o "una reforma constitucional y también legal" con vistas a efectuar "elecciones libres, democráticas y competitivas".

En vista de esa ausencia de objeciones de principio a lo firmado en el Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana, me pregunto qué motivaciones tuvo el líder de Estado de SATS para levantar bandera aparte. También considero que, en lo fundamental, él aceptó de manera tácita la tesis que enuncia el título del trabajo que me publicó sobre este tema 14ymedio: "No hay diferencia sustancial entre los Cuatro Puntos y la Hoja de Ruta". Que era justamente lo que yo aspiraba a demostrar.

Desde los tiempos de Concilio Cubano, se evitó centrar las divergencias internas de la disidencia en políticas de países extranjeros. Se eludía así el falso dilema "embargo sí-embargo no". Rodiles olvida esto al aseverar que "el anuncio realizado por el presidente Barack Obama el pasado 17 de diciembre polarizó la oposición en dos tendencias". También habla de "diferencias esenciales entre los dos grupos", y afirma que ellas "no están sólo en si se apoyan o no las medidas lanzadas por Obama".

Hay varias razones por las que no resulta posible tomar en serio la pretensión del ex profesor de Ciencias Exactas de atribuirse el trazado, dentro de la oposición interna, de un hipotético parteaguas que separa a los demás de los adscritos al Foro por los Derechos y Libertades.

La primera razón para rechazar esa aspiración son los nombres que se repiten. De un modo u otro, varios de los opositores más conocidos y prestigiosos que respaldaron a Rodiles figuran también en el otro grupo. Berta Soler fue una de quienes en Madrid redactaron y firmaron los Cuatro Puntos. Guillermo Fariñas, Félix Navarro y Eduardo Díaz Fleitas, que asistieron al Foro, participan en los consensos alcanzados en el Espacio Abierto.

Impugno la pretensión de que ellos sean los únicos que actúen con “total transparencia”, o tengan la exclusiva en considerar ilegítimo al actual régimen

Pretender que esos prominentes compatriotas, cuando apoyan los Cuatro Puntos, están aceptando que "el proceso de transición vaya principalmente, o al menos en un inicio, de la mano de los actores políticos del régimen" —por sólo poner ejemplos tomados del mismo Rodiles— y que a los varios días, al entrar en la sede de Estado de SATS, se niegan a concebir "el futuro de Cuba de la mano de los herederos políticos y familiares de los Castro", parece aún más grotesco que absurdo.

No pongo en duda que los coaligados en el Foro tengan los criterios que "Hablar con la misma voz" les atribuye. Sí impugno la pretensión de que ellos sean los únicos que actúen con "total transparencia", o tengan la exclusiva en considerar ilegítimo al actual régimen.

Por otra parte, es lamentable la forma en que Rodiles, de manera arbitraria, endilga ideas a quienes no lo apoyan. El párrafo que habla de "la política de Obama" asegura que ella "es aplaudida por quienes se agrupan en el Espacio Abierto". Después agrega: "Se considera que los cambios democráticos vendrán como evolución de supuestas transformaciones económicas que el régimen se verá motivado o presionado a realizar".

¿En base a qué hace esas afirmaciones? ¿De dónde las sacó? ¡En ninguno de los dos escritos consensuados y publicados el 22 de diciembre se plantean esas cosas! Por supuesto que cada uno de los firmantes de los Cuatro Puntos puede expresar todas las opiniones que estime conveniente, ¿pero qué derecho hay a extrapolarlas al resto de los participantes, como si también ellas fuesen comunes?

En el citado párrafo de su trabajo, supuestamente consagrado a enumerar de manera ordenada las características del Espacio Abierto y sus documentos, se entremezclan en forma confusa y lamentable cuestiones esencialmente diferentes. Lo mismo se habla de la política exterior norteamericana en el apartado primero ("se le da legitimidad al régimen al restablecer relaciones diplomáticas") que de cuestiones internas cubanas en el siguiente ("se piden los 4 puntos mencionados, sin fijar la metodología"). ¡Menuda mescolanza!

¿Alguien puede discrepar de lo oportuno que es "discutir con total claridad"? ¿Cabe rechazar la idea de un "debate serio y directo"? Es evidente que no; pero tampoco esa discusión puede basarse en alegatos arbitrarios como los arriba señalados.

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