¿Quién le cree a un régimen tartufo?

¿En serio el régimen cubano no tiene nada que ver con el reclutamiento de jóvenes para la guerra?

Díaz-Canel y Putin ante la estatua de Fidel Castro en Moscú. (Sputnik Kremlin)
Díaz-Canel y Putin ante la estatua de Fidel Castro en Moscú. (Sputnik Kremlin)
Yunior García Aguilera

05 de septiembre 2023 - 19:19

Madrid/En las últimas horas, varios medios internacionales han publicado que Cuba "detectó" una red de reclutamiento ilegal de cubanos para la guerra en Ucrania. Pero lo cierto es que el régimen de La Habana no ha detectado absolutamente nada. Solo han reaccionado, muy tardíamente, a un escándalo que sacude las redes sociales desde hace varios días. La reciente declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores busca lavarse las manos y lavarle el rostro a una dictadura que ha sido fiel lacaya de Putin desde el comienzo de la guerra.

Fue el influencer Alain Paparazzi quien destapó la caja de Pandora cuando dos jóvenes se comunicaron con él para denunciar su situación. Alex Vegas y Andorf Velázquez, ambos de 19 años de edad, habían firmado contratos para realizar supuestos "trabajos de construcción" en Rusia. Emigrar hacia allí, en las actuales circunstancias, es un reflejo de la desesperación de los jóvenes en Cuba por abandonar el país a cualquier precio. Pero una vez en suelo ruso, les retiraron sus documentos, los reclutaron de manera forzosa y fueron trasladados hacia las primeras líneas de combate dentro del territorio ucraniano.

Díaz-Canel, sin embargo, es un peón que se creé alfil. Y en sus diagonales busca reverenciar a Putin, mientras roza, por debajo de la mesa, la rodilla de Biden

Durante la Guerra Fría, Fidel Castro también se comportó como un peón del Kremlin, pero el barbudo tenía su propia manera de moverse por el tablero. Fue él mismo quien regó entre los cubanos la frase "Nikita, mariquita, lo que se da no se quita", luego de que el líder soviético lo dejara al margen de las negociaciones durante la Crisis de los Misiles y decidiera retirar las armas estratégicas. Cuentan que, en sus viajes a Moscú, el homófobo barbudo utilizaba sus puros como chalecos anti-besos, para disuadir a sus camaradas de aquellas particulares muestras de cariño. Y cuando se desató la perestroika fue capaz de fusilar incluso a su general favorito para enviar un mensaje claro y contundente a los miembros de su nomenclatura que simpatizaban con las reformas de Gorbachov. Por eso, entre otras cosas, el régimen cubano sobrevivió a la caída del campo socialista. El peón cubano se sabía peón, pero aspiraba a llegar al otro extremo del tablero, para convertirse en reina.

Díaz-Canel, sin embargo, es un peón que se cree alfil. Y en sus diagonales busca reverenciar a Putin, mientras roza, por debajo de la mesa, la rodilla de Biden. A pesar de toda la propaganda pro-Putin que desarrollan en Cuba los medios oficialistas, así como TeleSur y RT (Russia Today), la mayoría de los cubanos rechazan una invasión militar con un carácter descaradamente imperialista. Pero el Gobierno no ha votado a favor de ninguna de las resoluciones que condenan la guerra. Ni siquiera la que aprobó la Organización Mundial de la Salud (OMS) por los casi 1000 ataques contra hospitales y centros de salud ucranianos.

El personaje Tartufo, de Molière, es uno de los mejores arquetipos de la hipocresía. Y la dictadura cubana es un régimen tartufo en toda regla. Se han pasado décadas condenando las invasiones, las guerras de agresión, la anexión de territorios, el mercenarismo; pero ahora se encuentran atrapados en su propio callejón moral. Por eso la nota de la Cancillería resulta tan nauseabunda, con toda esa retórica que parece sacada de un comercial de bebidas energizantes.

Y buscan lo que necesita toda nación en guerra: apoyo político y militar. En esta última área, lo único que Cuba puede ofrecerles es carne de cañón

Díaz-Canel no ha tenido reparos en volar hasta Moscú para rendir pleitesía a su zar-en-jefe. Y su última visita le sirvió a Putin para romper un aislamiento feroz, cuando ni Xi Jinping le cogía el teléfono. Por Cuba, además, ha desfilado un pelotón de altos funcionarios rusos, que no solo buscan cobrar sus deudas o multiplicar sus inversiones en la Isla. Buscan también que Cuba sirva como testaferro de sus intereses en América Latina y en África. Y buscan lo que necesita toda nación en guerra: apoyo político y militar. En esta última área, lo único que Cuba puede ofrecerles es carne de cañón.

No es casual que Cuba cuente con tanto personal militar en su Embajada en Moscú. Y no es casual que, durante el encuentro de la agregada militar, naval y aérea de Cuba en Rusia y Bielorrusia, la coronel Mónica Milián Gómez, con el jefe del Departamento de Cooperación Militar Internacional en Minsk, a este se le escapara una posible indiscreción en su cuenta de Twitter. El también ministro adjunto de Defensa bielorruso, Valery Revenco, escribió que "la atención principal se dedicó al entrenamiento de personal militar cubano".

¿En serio el régimen no tiene nada que ver con el reclutamiento de jóvenes para la guerra? Que les crean Orgón y Madame Pernelle, pero nadie con dos dedos de frente se toma en serio las declaraciones de un régimen tartufo.

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