11J en Cuba, la orden de combate sigue en pie

Aquellas manifestaciones no trajeron la libertad a Cuba pero la cambiaron para siempre. Ya pocos dudan de que en la Isla haya una dictadura

Imágenes de la represión desencadenada en La Habana el 11 de julio de 2021. (14ymedio/Captura)
Imágenes de la represión desencadenada en La Habana el 11 de julio de 2021. (14ymedio/Captura)
14ymedio

11 de julio 2023 - 11:46

La Habana/Camisa oscura, mascarilla y gesto autoritario. Así apareció Miguel Díaz-Canel ante las cámaras de la televisión aquel 11 de julio de 2021, cuando las protestas populares más grandes de la historia de Cuba sacudían las calles de la Isla. Fue en ese momento que dijo la frase que ha definido la estrategia política y represiva en estos dos años: "La orden de combate está dada". Y agregó la no menos inquietante amenaza: "Estamos dispuestos a todo".

Desde ese momento hasta ahora, el oficialismo cubano ha seguido al pie de la letra el guion represivo. Más de 700 de los manifestantes arrestados en aquellas manifestaciones siguen tras las rejas, el discurso político se ha radicalizado y miles de ciudadanos críticos han sido empujados al exilio o al silencio. El terror se ha extendido en la vida nacional y el régimen no ha cedido un centímetro en su control sobre la sociedad.

No obstante, en el segundo aniversario del 11J hay muchos más motivos para la indignación ciudadana. La inflación, el empobrecimiento masivo, la devaluación del peso cubano y el deterioro de los servicios públicos, que se han hundido desde la atención médica hasta el suministro de agua, hacen que las motivaciones para la protesta sigan en pie, incluso que se hayan multiplicado.

El régimen, además, se ha ganado muchos enemigos. Cada familia de un preso político es terreno perdido para el adoctrinamiento. Nadie sabe más sobre el fracaso del modelo cubano que esas madres que cada mes deben hacer lo imposible por armar la bolsa con alimentos para llevar a sus hijos a prisión. ¿Quién puede seguir creyendo en el sistema luego de ser visitado y amenazado por un agente de la Seguridad del Estado?

En qué momento el enfado podrá más que el miedo y la miseria empujará más allá de los límites de la represión. Es difícil saberlo

En qué momento el enfado podrá más que el miedo y la miseria empujará más allá de los límites que impone la represión. Es muy difícil saberlo. Un día antes de aquel 11J nadie hubiera podido predecir que horas después los cubanos, adoctrinados por décadas y maniatados cívicamente, iban a saltarse los temores y protagonizarían imágenes para la historia: patrullas policiales volcadas, puños en alto, labios que pronunciaban la palabra prohibida: "libertad".

Dos años después, ni la amnistía ha llegado para los arrestados en aquellas protestas ni el régimen ha implementado medidas significativas para abrir paso a la crítica y a la disidencia en los espacios públicos. Contrario a la apertura, ha cerrado filas y apretado la tuerca ideológica. El extremismo se ha extendido, las últimas máscaras para aparentar un espíritu democrático han caído y ya no queda ni gota de pudor para simular que se gobierna con apoyo popular.

Ni el indulto a los más de mil presos políticos ha llegado, ni los pasos en la dirección de un cambio democrático han comenzado a darse. En lugar de eso, La Habana se ha acercado a la Rusia de Vladímir Putin en busca de sostén económico, apoyando la invasión a Ucrania y posando para la foto familiar con los regímenes más impresentables y autoritarios del planeta.

Aquellas manifestaciones no trajeron la libertad a Cuba pero la cambiaron para siempre. Ya pocos dudan de que en la Isla haya una dictadura. La fractura entre el régimen y la sociedad se ahondó considerablemente y los cubanos aprendieron algunas lecciones que aplicarán en el futuro. ¿Cuánto falta para poner en práctica las enseñanzas de aquella jornada dominical de hace dos años? Nadie se atreve a ponerle fecha a la próxima protesta. Nadie hubiera podido ponerle fecha a aquel 11J.

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