El miedo a Obama

La televisión nacional dedicó largos minutos a hablar del pasado colonial cubano evitando tratar la visita de Obama. (@yoanisanchez)
La televisión nacional dedicó largos minutos a hablar del pasado colonial cubano evitando tratar la visita de Obama. (@yoanisanchez)
Eliécer Ávila

21 de marzo 2016 - 19:01

La Habana/La cobertura mediática brindada por los medios cubanos y TeleSur a la llegada a Cuba del presidente de EE UU, Barack Obama, este domingo fue absolutamente irrespetuosa no solo con él y con lo que representa este acontecimiento histórico, sino con las millones de familias que estaban pegadas al televisor esperando la "transmisión especial, minuto a minuto" que fue anunciada previamente y que como burla se podía leer en los cintillos corredizos en la parte inferior de la pantalla.

Tras los pocos minutos que duró el aterrizaje del Air Force One y del saludo al canciller que lo esperaba, TeleSur cortó bruscamente una especie de "análisis" que estaba haciendo la periodista de la Mesa Redonda Arleen Rodríguez junto a dos rancios antiestadounidenses, uno cubano y otro canadiense. El corte dio paso al programa Para un príncipe enano que transmite filmes infantiles.

Por su parte, la TV nacional transmitió breves fragmentos durante el arribo, que volvió a mostrarse en el noticiero estelar en un escueto reportaje, luego hablaron de lo habitual, como si la visita de Obama fuera una siembra de papa más o algo incluso menos trascendente.

Centenares de medios del mundo entero estuvieron informando sobre el suceso a millones de personas en decenas de idiomas. Solo los cubanos nos quedamos con una sed inmensa de información.

Gracias al limitado y caro acceso a internet, algunos pudimos bajar páginas de periódicos y blogs para enterarnos de algo más. Miles de mensajes llegaron desde el extranjero también a través del correo Nauta, llenos de noticias. Pero desgraciadamente, la inmensa mayoría del pueblo hoy no tiene acceso a ninguna de las dos cosas.

El Gobierno cubano ya no halla qué hacer para limitar el impacto de la visita. Creo que nunca antes Raúl deseó con más ganas que tres días pasaran rápido.

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