Aquel primer Comité Central
La Habana/Hace ya 50 años se presentó el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Quedó integrado por un centenar de personas entre las cuales había 57 comandantes, nueve capitanes, un teniente y 33 civiles. De aquella pléyade solo permanecen con vida y en funciones ocho personas, sin incluir a Fidel Castro. El promedio de edad de estos "sobrevivientes" llega hoy aproximadamente a los 83 años.
La última vez que hubo una elección formal de miembros del Comité Central fue en 1997 durante el quinto Congreso del PCC. En aquella ocasión, de los integrantes de la lista inicial quedaban 14, pero han pasado 18 años desde entonces y, tras la muerte de Vilma Espín, Juan Almeida y, más recientemente, de Jorge Risquet, más el retiro por destitución o enfermedad de Rogelio Acevedo, Osmany Cienfuegos y Pedro Miret, la llamada "Generación histórica de la Revolución" ha visto considerablemente achicado su número.
Habría que considerar el caso del comandante Guillermo García, aún en activo, que aunque no es miembro del Comité Central actual, sí estuvo en aquel inventario de revolucionarios probados que se dio a conocer el 3 de octubre de 1965, el mismo día en que, para justificar el trabajo de los confeccionadores de efemérides, se bautizó al partido con el apelativo de Comunista, se leyó la carta de despedida de Ernesto Guevara y se fundó el periódico Granma.
Aparte de Raúl Castro, se mantienen en activo Ramiro Valdés (83 años), José Ramón Machado Ventura (85), Abelardo Colomé Ibarra (76) y, el más joven de todos, Leopoldo Cinta Frías, que el 17 de julio de este año cumplió solo 72 años. Se suman Armando Hart (85), que solo se mueve en silla de ruedas, el general Ramón Pardo Guerra, al frente de la Defensa Civil, y Julio Camacho Aguilera, que apenas aparece en las conmemoraciones de menor importancia. La fecha de nacimiento de estos dos últimos no aparece en ningún registro accesible.
Las implacables leyes de la biología conducen a calcular que la merma se hará mucho más dramática cuando se realice el octavo Congreso del Partido en 2021
Las implacables leyes de la biología conducen a calcular que la merma se hará mucho más dramática cuando se realice el octavo Congreso del Partido en 2021 (si es que se celebra). Para entonces, probablemente no quedará nadie que se sienta culpable por los fusilamientos ni por las confiscaciones, que es el precio que se paga hoy por exhibir el blasón de haber pertenecido a la generación histórica que encontró su certificado de pedigrí aquella noche de octubre en que el teatro Chaplin, hoy Karl Marx, sirvió de escenario para presentar al flamante Comité Central.
En este centenar de nombres hay dos suicidios (Osvaldo Dorticós y Haydée Santamaría), un fusilado (Arnaldo Ochoa) y un condenado a 20 años de prisión (José Abrantes). Pero la mayoría ha muerto, en combate o en la cama de un hospital; o ha pasado a retiro, bien por achaques de la edad o por destituciones. Al menos ninguno ha desertado (que se sepa), si es que eso le sirve de mérito a quienes hicieron el casting.
Aquella fue una tropa obediente a los designios del máximo líder. Los tronados aceptaron con docilidad su castigo, los ascendidos asumieron con humildad su promoción. Callaron sus discrepancias y probaron a aplaudir como miembros de la mejor claque; supieron cuándo levantar la mano para aprobar y cómo salirle al paso a los compañeros que se desviaban del camino y, en ese trance, se hicieron hábiles en la oscura redacción de informes delatores.
Ya pasaron, ya están pasando. Habrá que aprender a perdonar sin olvidar. El futuro, como dice el irreverente roquero Gorki Águila, pertenece por entero al futuro.