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Los revolucionarios radicales no aprenden ni olvidan

El propósito de los revolucionarios radicales, no es estimular a los empresarios para que innoven y creen riquezas, sino sustituirlos, apoderándose de las compañías que obtienen beneficios. (EFE)
Carlos Alberto Montaner

22 de octubre 2017 - 14:43

Miami/Es muy extraño. Los revolucionarios radicales suelen emular los modelos evidentemente fracasados. Chávez decía, extasiado, que Venezuela viajaba al mar cubano de la felicidad. No sé si lo dijo él o se lo contó uno de los pajaritos que habla con Maduro, pero parece que el país llegó a su destino.

Ya no hay comida ni medicinas, abundan los presos políticos y los guardias aporrean en las calles a quienes protestan. Hace pocas semanas los policías y otros rufianes mataron a 150 jóvenes y “jóvanas”, como dice Maduro, un gobernante tenazmente preocupado por el género femenino. Los venezolanos mejor preparados se han largado al exilio y cunde la desesperanza. Igualito.

Las FARC y otros narcoguerrilleros comunistas miran arrobados el modelo venezolano con la intención de que Colombia también se desplace hacia el mismo mar cubano de la felicidad

Simultáneamente, las FARC y otros narcoguerrilleros comunistas, a juzgar del entusiasta apoyo de Iván Márquez al reciente fraude electoral de Maduro, miran arrobados el modelo venezolano con la intención de que Colombia también se desplace hacia el mismo mar cubano de la felicidad. Algo parecido a lo que sucede en España con Pablo Iglesias, Monedero y el grupo de Podemos. Quieren cubanizar o venezolanizar a la Madre Patria.

Y no se trata de ausencia de modelos exitosos. Hace pocas fechas la ONU publicó su Informe Mundial de la Felicidad 2017, y ya se sabe que los burócratas de Naciones Unidas suelen ceñirse a los datos rigurosos. Las diez naciones que encabezan esa lista son, por orden: 1: Noruega. 2: Dinamarca. 3: Islandia. 4: Suiza 5: Finlandia. 6: Países Bajos (Holanda). 7: Canadá. 8: Nueva Zelanda. 9: Australia. Y 10: Suecia.

¿Por qué estas naciones son las más prósperas y felices?

Para llegar a esa conclusión los expertos de la ONU tuvieron en cuenta: las declaraciones de los encuestados, la esperanza de vida, el índice de violencia social, el ingreso per cápita, el nivel de desempleo, la cantidad de graduados universitarios, las horas de trabajo, el acceso a los cuidados médicos y a Internet, la longevidad alcanzada por el promedio y hasta la frecuencia de la risa. Fue un trabajo exhaustivo

¿Por qué los revolucionarios violentos y radicales, si efectivamente quisieran el bienestar de sus sociedades, no siguen de cerca esos ejemplos?

Por varias razones que me tocó explicar en un seminario internacional organizado por la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala al cumplirse 100 años de la revolución bolchevique.

Hace 100 años que triunfó el comunismo en Rusia y 26 que terminó en un completo fracaso, pero eso no importa. Los revolucionarios radicales no se dan por enterados.

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