Soborno a cambio de electricidad
Camagüey/De paso por la finca de mis padres, al sur de Camagüey, me ha tocado vivir las tormentas locales que provoca el calentamiento del día. Aunque estas lluvias son beneficiosas para los cultivos, muchas veces están acompañadas por tormentas eléctricas que causan sobrecargas en las kilométricas "tendederas" (conexiones ilegales hechas de todo tipo de alambres) que llevan la corriente ‒con deficiente voltaje y peor potencia‒ hasta las casas de los campesinos. La tormenta del pasado miércoles en la tarde nos dejó toda la noche a oscuras, pero esta última dañó de forma permanente el viejo transformador que alimentaba una treintena de fincas.
Un par de días después, vinieron los linieros de la empresa eléctrica porque, según dijeron, "la línea estaba falla". Los vecinos ayudamos a que pasaran por los pantanosos caminos a caballo para encontrar el problema. Cuando nos dieron la noticia de que había que sustituir el transformador se nos heló la sangre. La última vez que pasó, demoró una semana encontrar el repuesto, pues esa línea de 4.000 voltios está obsoleta, por tanto ya no se fabrican sus transformadores. Enseguida los vecinos hicimos un acuerdo y, con mucho tacto, ofrecimos un jugoso regalo para "agilizar" el proceso. La cifra a reunir entre todos nos pareció poco ante la perspectiva de tener que ordeñar la vacas a oscuras y soportar el intenso calor de las noches.
Después de muchas gestiones, los linieros encontraron el repuesto en un almacén de Camagüey y volvieron a cambiarlo. Todos nos reunimos a ayudar y nos brillaban los ojos como a niños ante tantas herramientas que ya en nuestras mentes encontraban funciones alternativas. Cuando bajamos el transformador, el equipo tenía un hueco en el terminal de tierra. Allí, sin mucha vergüenza, pedimos que nos dejaran tomar un poco del aceite que salía por el agujero, porque eso es lo más efectivo para impermeabilizar los arreos y monturas, además de darle brillo.
Hablando con los linieros supimos que en los países de Latinoamérica su trabajo se paga aproximadamente a 60 dólares la hora
Después de la emoción por el restablecimiento del fluido eléctrico es tiempo de reflexionar, y surgen algunas preguntas. ¿Por qué la Empresa Eléctrica (UNE) no se responsabiliza por agilizar las reparaciones en las zonas rurales? ¿Por qué no electrifica a los campesinos de forma segura y efectiva para mejorar sus condiciones de vida y el rendimiento de sus tierras? ¿Por qué no le paga a sus obreros un salario digno del riesgo y la complejidad de su trabajo? ¿Hasta cuándo tendremos que estar sobornando para recibir lo que por derecho nos corresponde?
Hablando con los linieros supimos que en los países de Latinoamérica su trabajo se paga aproximadamente a 60 dólares la hora. Si tuvieran un salario digno no serían necesarios los sobornos-regalos para agilizar sus gestiones. Si fuera real la propaganda del Gobierno que dice querer hacer regresar a los hombres al campo, deberían, al menos, electrificar las fincas para poder usar los sistemas de riego en vez de la primitiva siembra de secano además de mejorar las condiciones de vida en el campo. Sabemos que eso implica inversiones millonarias; pero también producirá grandes ganancias para la UNE porque las tarifas eléctricas que se aplican a los campesinos alcanzan los 5 pesos por kilowatt consumido por encima de los 5.000.
Para ponerlo más sencillo, una casa donde se cocina con eléctrico y tiene un refrigerador y un ventilador puede llegar a pagar 400 pesos al mes; pero un campesino que mantiene el riego eléctrico en sus tierras pagará 13.459 CUP por 5.000 kilowatt. Estas altas tarifas recaudan millones de pesos que anulan toda excusa respecto a la falta de presupuesto que se pueda alegar.