La sucesión dinástica de Rosario Murillo y la purga política en Nicaragua
Columna
La sucesión legal está resuelta, pero el malestar que está provocando la purga en el FSLN cuestiona la viabilidad política de la sucesión dinástica
En los últimos tres meses, dos figuras históricas del Frente Sandinista de Liberación Nacional –el ex miembro de la Dirección Nacional del FSLN, Bayardo Arce, y el general en retiro Álvaro Baltodano– fueron purgados por la esposa de Daniel Ortega, la “copresidenta” Rosario Murillo, y se encuentran en la cárcel. Un tercero, el ex agente de inteligencia Néstor Moncada Lau y asesor de seguridad nacional, conocido como el “guardián de los secretos de la pareja dictatorial”, también está detenido por órdenes de Murillo.
En realidad, desde que Daniel Ortega regresó al poder en Nicaragua en enero de 2007, Rosario Murillo inició la decapitación política de los cuadros más cercanos y leales a Ortega, para sustituirlos con el monopolio de su influencia política en el círculo íntimo del poder.
El primero en caer en desgracia fue Dionisio Nicho Marenco, alcalde de Managua entre 2004 y 2008, uno de los principales operadores políticos de Ortega en la oposición, y además artífice de la apertura de las relaciones económicas con la Venezuela de Hugo Chávez, que después sería un pilar del régimen de Ortega. En noviembre de 2007, Murillo acusó a Marenco de “traidor”, por criticar algunos aspectos de la gestión presidencial y, después de dejar su cargo como alcalde, Marenco se retiró de la vida pública.
La misma suerte corrió el coronel en retiro Lenin Cerna, ex compañero de cárcel de Daniel Ortega en los años 70, y ex director de la Dirección General de Seguridad del Estado durante el Gobierno revolucionario en los 80. Desde su retiro del Ejército 1999, Cerna fue nombrado Secretario de Organización del FSLN en la oposición y continuó en ese puesto en el Gobierno. Hasta que en 2011, fue destituido de su cargo y expulsado de la Secretaría del FSLN en El Carmen, sede del Estado-partido-familia, por órdenes de Murillo.
La misma suerte corrió el coronel en retiro Lenin Cerna, ex compañero de cárcel de Daniel Ortega en los años 70, y ex director de la Dirección General de Seguridad del Estado durante el Gobierno revolucionario en los 80
En los primeros dos periodos de Gobierno, la primera dama Rosario Murillo únicamente ejercía el cargo de coordinadora del inexistente “Consejo de Comunicación y Ciudadanía”, a cargo de controlar los medios de comunicación, pero en la práctica adquirió una influencia política dominante.
Después de la elección presidencial de 2016, Murillo se convirtió en vicepresidente de Daniel Ortega, y se colocó en la línea de sucesión constitucional. El estallido de las protestas de abril en 2018 puso en jaque el poder del régimen de Ortega, pero su respuesta fue una brutal represión policial y paramilitar que dejó más de 350 muertos, miles de detenidos, y la imposición del Estado policial que aún sigue vigente.
En noviembre de 2021 Ortega y Murillo fueron reelectos, sin competencia política, en unas votaciones en que los siete precandidatos presidenciales de la oposición estaban encarcelados, y el único partido opositor ilegalizado.
La sucesión dinástica de Rosario Murillo continuó por las vías de hecho, mientras se deteriora la salud de Daniel Ortega, y el régimen intenta consolidar su poder a través de una radicalización autoritaria. Las razones detrás de la purga política en el Estado, el partido, la Policía y el Ejército, responden a la paranoia e inseguridad de Murillo y su urgencia de colocar a cuadros leales a ella, y no a Ortega, en la cadena de mando del régimen.
En noviembre de 2022 fue destituido y arrestado el comisionado general Adolfo Marenco, director de investigación e inteligencia de la Policía Nacional, mientras que en febrero de 2023, fue desalojado de sus oficinas el exvicepresidente y ex jefe del Ejército, Omar Halleslevens.
En octubre de 2023 se ejecutó la gran purga en la Corte Suprema de Justicia, que empezó con la destitución de facto de la presidenta de la CSJ Alba Luz Ramos, y continuó con la barrida de jueces y magistrados, y más de 1000 funcionarios de esa institución.
El 19 de mayo de 2024, Humberto Ortega Saavedra, hermano de Daniel Ortega, exmiembro de la Dirección Nacional del FSLN y ex jefe del Ejército Popular Sandinista, declaró a Infobae que en ausencia de Ortega “debería convocarse a una elección”, porque no tendría “sucesores en el poder”. Esa misma noche, la Policía allanó su casa y le impuso arresto domiciliario de facto, y Ortega murió, aislado en un hospital militar, cuatro meses después, tras haberse identificado como “prisionero político”.
En junio de 2024, cayó el ministro de Hacienda Iván Acosta, el “gerente” del Estado, también leal a Rosario Murillo, señalado por presunta “corrupción no autorizada”.
En junio de 2024, cayó el ministro de Hacienda Iván Acosta, el “gerente” del Estado, también leal a Rosario Murillo, señalado por presunta “corrupción no autorizada”
El año 2005 se inició con la caída del comisionado general Horacio Rocha, “ministro asesor en temas de seguridad”, irónicamente, el ejecutor por órdenes de Murillo de las purgas contra el policía Marenco, la magistrada Ramos, y el general en retiro Humberto Ortega, entre otros.
En febrero de 2025, entró en vigencia la nueva Constitución, concebida como un traje a la medida de Rosario Murillo, que estableció la figura de la “copresidencia”, integrada por un “copresidente” y una “copresidenta”. De esta manera se resolvió por la vía legal la sucesión de Murillo en el poder, en caso de una ausencia de Ortega, pero aún queda pendiente la sucesión política.
La purga de los últimos leales a Daniel Ortega, el general en retiro Álvaro Baltodano, condenado en un juicio secreto en la cárcel por “traición a la patria”, y del asesor económico presidencial Bayardo Arce quien, junto con Baltodano, fue el principal operador de la alianza de Ortega con los grandes empresarios privados entre 2009 y 2018, ha provocado zozobra e incertidumbre en el “sandinismo histórico”.
“A cualquiera le puede caer la guillotina de Rosario Murillo”, afirmaron, con temor, decenas de sandinistas y funcionarios públicos que hablaron con Confidencial.digital, en el exilio, bajo protección de sus identidades.
Rosario Murillo está lista para heredar el poder de Daniel Ortega, pero el profundo malestar que la purga está provocando en las propias filas del régimen, genera muchas dudas sobre la viabilidad política de la sucesión dinástica.
________________________
Nota de la Redacción: Este texto se publicó originalmente en el digital nicaragüense Confidencial, que nos autoriza a reproducirlo.