Tiburón… y pollo por 'pescao'

José Miguel Gómez quería ser presidente, por eso lideró la Guerrita de Agosto ante la reelección de Estrada Palma

En 2012 se suscitó polémica sobre la pertinencia de conservar o demoler el gigantesco complejo escultórico de G y 29. (Ecured)
En 2012 se suscitó polémica sobre la pertinencia de conservar o demoler el gigantesco complejo escultórico de G y 29. (Ecured)
Yunior García Aguilera

17 de enero 2024 - 16:36

Madrid/El presidente de la República con el mayor monumento en Cuba es, quizás, José Miguel Gómez. En 2012 se suscitó polémica sobre la pertinencia de conservar o demoler el gigantesco complejo escultórico de G y 29. La chispa fue encendida por un tema del grupo Obsesión.

"Túmbenlo", rapeaban, "y no me digan que eso es patrimonio / que no se pue' tumbar porque es de Eusebio / esta solicitud no es pa' escritorio / es una exigencia del pueblo". Para algunos, aquel monumento era el homenaje a un racista, causante de la masacre de los independientes de color, ocurrida un siglo antes. Para otros, Gómez representaba el mayor paradigma de la corrupción. Sin embargo, la mayoría de los cubanos solo conoce una frase relacionada con quien fuera nuestro segundo presidente: "Tiburón se baña, pero salpica".

En efecto, el guajiro era un corrupto. Hubo varios escándalos durante su gobierno, como el canje de terrenos entre el Villanueva y el Arsenal

En efecto, el guajiro era un corrupto. Hubo varios escándalos durante su gobierno, como el canje de terrenos entre el Villanueva y el Arsenal. Es innegable que vació las arcas y salió del cargo con los bolsillos llenos. Pero el tiburón parecería una sardina si lo comparamos con el apetito de los hermanos Castro, quienes acabaron adueñándose de todo un país, arruinándolo durante décadas y metiéndonos pollo por pescao.

José Miguel Gómez es también el general de las tres guerras de independencia, el adolescente que dejó sus estudios para incorporarse a la gesta libertadora, el mambí que fue ascendiendo a fuerza de batallas, no desde un sillón o una hamaca.

El héroe del Jíbaro llegó al fin del conflicto con el grado de mayor general. Tras la firma del Tratado de París fue uno de los nueve generales invitados al acto de cambio de mando. Luego acompañó a Calixto García en su viaje a Washington. Fue miembro de la Convención Constituyente que redactó la Carta Magna de 1901. Y sería nombrado por Brooke como Gobernador de Las Villas, siendo elegido luego por voto popular. No cabe duda de que, para esa fecha, era una de las figuras más importantes del país y alguien "presidenciable".

Su gestión como gobernador fue excelente, construyendo carreteras, mejorando la agricultura y la ganadería, e invirtiendo en educación. Pero tal vez lo más notable fue la manera en que se granjeó una enorme popularidad entre la población afrodescendiente, colocando en su Gobierno a varios negros y mestizos. En ese momento absolutamente nadie lo consideraba un racista.

Para votar en la Cuba de entonces era necesario ser varón, mayor de 21 años, tener más de 250 pesos en valores y estar alfabetizado. Pero estas últimas condiciones se exceptuaban para los miembros del Ejército Libertador. Y, dado que la mayoría del mambisado estaba formada por afrodescendientes, entonces el voto negro cobraba un valor de suma importancia.

José Miguel quería ser presidente. Por eso lideró la Guerrita de Agosto, ante la reelección de Estrada Palma. Este, a su vez, solicitó la intervención norteamericana, que duraría tres años. En 1908, Gómez derrotaría a Menocal con el 60% de los votos y su Partido Liberal obtendría la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes. El Senado sería solo suyo y de sus aliados, entre los que se encontraba un nuevo partido: los Independientes de Color (PIC).

Los liberales cubanos estaban divididos en dos bandos: los nacionalistas, con Zayas a la cabeza; y los republicanos, liderados por José Miguel

Los liberales cubanos estaban divididos en dos bandos: los nacionalistas, con Zayas a la cabeza; y los republicanos, liderados por José Miguel. Una anécdota ilustra muy bien las rencillas entre ambos. Cuentan que, durante el banquete de la victoria, se repartieron tabacos que tenían los rostros de ambos en las anillas. Gómez agarró uno con la imagen de su vicepresidente, lo encendió y soltó en tono jocoso: "Yo, a Zayas, me lo fumo". El Chino, como apodaban a Zayas, no era fumador. De modo que, acompañando la frase con la acción, le respondió: "Y yo a José Miguel... me lo meto en el bolsillo".

Entonces llegó el año 1912. El PIC había sido proscrito dos años antes. La Enmienda Morúa, impulsada por un patriota mulato, prohibía la existencia de partidos conformados por una sola raza. La decisión pudo ser polémica, pero era justa, y varios patriotas negros la apoyaron. No obstante, tanto conservadores como anexionistas comenzaron a echarle leña al fuego, buscando el derrocamiento de los liberales o una nueva intervención norteamericana. Ante el alzamiento de los independientes de color, Gómez actuó con mano dura, demasiado dura. Más de 3.000 cubanos negros fueron masacrados.

No, José Miguel no era un jurel, era un tiburón. Pero en aquella masacre había más de un culpable.

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