René, el mago del colchón

Muchos cubanos recurren a los reparadores de colchones para no tener que comprar uno nuevo

Algunos reparadores de colchones han construido máquinas eléctricas que les permitan separar la guata para rellenar los colchones. (Revolico)
Algunos reparadores de colchones han construido máquinas eléctricas que les permitan separar la guata para rellenar los colchones. (Revolico)
Zunilda Mata

19 de marzo 2019 - 16:49

La Habana/Las manos se mueven ágiles y buscan primero las tijeras, luego el hilo y finalmente las agujas para lograr cerrar el largo corte hecho en un costado. No es un cirujano ni un sastre, sino un reparador de colchones que, en medio de una azotea habanera, repara esa mullida superficie donde más tarde dormirá aliviada una pareja, retozará un niño o descansará una abuela.

"Hay dos cosas en la vida donde nos merecemos un buen reposo: el colchón y el ataúd", reflexiona con tono filosófico René Puerto, un reparador de colchones con más de diez años de experiencia. "Del ataúd ni nos damos cuenta pero un colchón puede hacernos descansar de verdad o convertirse en un calvario".

Puerto se traslada por las barriadas habaneras de El Cerro, El Vedado y Nuevo Vedado anunciando a viva voz sus servicios. "Reparo todo tipo de colchones". Se mueve en una pequeña camioneta junto a dos ayudantes llevando con ellos todas las herramientas necesarias para su trabajo. "Nosotros le conocemos las vergüenzas a la gente", asegura.

"La mayoría de los colchones que tengo que reparar tienen más de 40 años pero he tenido delante de mí algunos con más de 70"

"La mayoría de los colchones que tengo que reparar tienen más de 40 años pero he tenido delante de mí algunos con más de 70", explica a 14ymedio Puerto, quien antes de dar el salto al trabajo particular era empleado de una filial del Ministerio de Comercio Interior.

Hace diez años obtuvo una licencia para ejercer como reparador de colchones por cuenta propia y ya no se imagina haciendo otra cosa que enderezando muelles, colocando un forro, dando puntadas o distribuyendo el relleno para que quede firme y mullido.

Puerto cobra cerca de 50 CUC por reparar un colchón camero y asegura poder hacerlo en menos de tres horas. "Eso si no me encuentro sorpresas como demasiados muelles rotos o parte del alambrón exterior partido", aclara. "Este trabajo lleva paciencia pero también hay que ser muy ingenioso para resolver los problemas que se presenten". Considera que "cada colchón es un misterio hasta que se abre".

"Siempre tuve habilidades con las manos y durante el Período Especial me dediqué a tapizar muebles pero enseguida me di cuenta de que si reparar un sofá es casi un lujo, reparar un colchón es una necesidad y hasta la gente con menos dinero está dispuesta a gastar un poco para dormir mejor".

El equipo de Puerto trabaja los modelos y tipos de colchones más comunes en Cuba: cameros, de cuna, los llamados "tres cuarto" y los enormes imperiales. "Lo mismo podemos arreglar los que están rellenos con guata que aquellos que además tienen algunas partes de espuma". Aunque dice preferir "los viejos colchones con buenos muelles de esos que ya no se venden en la tienda".

Con la apertura de las tiendas en moneda convertible, en los años 90, reapareció la venta de colchones

"Lo más importante es el esqueleto del colchón porque lo otro es el relleno y lo que pasa es que los que venden ahora en la shopping se ven muy bonitos pero no duran ni la mitad del tiempo que aquel colchón que compraron mis padres cuando se casaron hace un montón de años", opina Puerto.

Durante las décadas del 70 y el 80, comprar un colchón en Cuba era una tarea casi imposible. A través del mercado racionado se vendían unas pocas unidades para recién nacidos y parejas que se casaban, pero era una cantidad tan pequeña que no lograba cubrir la demanda. Con la apertura de las tiendas en moneda convertible, en los años 90, reapareció la venta de colchones.

Actualmente un colchón camero se vende en la red de mercados estatales a unos 250 CUC. El precio en el mercado informal puede descender a la mitad pero las estafas y adulteraciones son frecuentes. Reparar un viejo colchón es la única manera de dormir más cómodamente que tienen a su alcance muchas familias.

Juan se ufana de haber llevado el negocio de la reparación de colchones a "un escalón más alto", según dice a 14ymedio. "Antes lo hacía en la acera, en un parqueo o una azotea pero desde que puse un anuncio en Revolico para trabajar en las propias casas me va mejor y con menos riesgos". Antes, asegura, la policía lo molestaba mucho porque aunque tiene licencia "la mayoría de la materia prima que hace falta no se puede comprar de manera legal".

"Tela fuerte para el forro, alambre de acero para los muelles que hay que sustituir y la propia guata no están a la venta en ningún lugar", se queja. "No tenemos acceso a un mercado mayorista y tenemos que reciclar y recuperar todo lo que se pueda para no gastar materiales nuevos, pero de todas formas hacen falta recursos que hay que buscar en la calle".

"Lo más difícil es cuando nos toca trabajar con colchones donde ha estado postrado un anciano o una persona enferma porque entonces tiene manchas o huele mal"

En más de 20 años dedicado al oficio, Juan dice haber visto de todo. Cuenta que una vez una pareja en pleno divorcio le pidió separar un colchón camero para hacer dos personales. "Lo más difícil es cuando nos toca trabajar con colchones donde ha estado postrado un anciano o una persona enferma porque entonces tiene manchas o huele mal". Aunque Juan sabe que en estos casos el colchón puede ser un peligro para la salud, no duda en repararlo si le pagan.

"El día que más sufrí fue cuando visité a mi hermano en Miami y vi varias veces colchones tirados en la basura, casi nuevos", recuerda. "Tenía ganas de cargarlos todos y traerlos para Cuba pero no pude". Su hermano, como una broma familiar, le envía a cada rato fotos de otros colchones que va viendo botados en las calles de esa ciudad.

Otras veces los imprevistos no son tan negativos. "Una vez compramos un viejo colchón muy barato para sacarle los muelles y cuando lo desarmamos en el taller nos encontramos más de 1.000 CUP dentro en un rollito". La práctica de guardar el dinero debajo o dentro del colchón (a través de un hueco) es algo común en una Isla donde muchos siguen desconfiando de los bancos estatales.

"Ni siquiera pudimos devolver el dinero porque el colchón nos había llegado a través de varios intermediarios y cuando empezamos a preguntar nadie sabía quién era el dueño original". Con aquel imprevisto tesoro Juan compró un buen motor eléctrico para cumplir un viejo sueño.

"Entre mi hijo y yo creamos una máquina eléctrica que ayuda ripiar la guata. Eso ayuda mucho con los viejos colchones a los que se les ha puesto duro el relleno en algún lugar", explica. "Damos un año de garantía y el cliente se puede quedar todo el tiempo cerca para ver qué hacemos y qué materiales usamos, no hay trampa".

"La primera noche todo fue bien pero después empezaron a salir unas bolas y cuando no soporté más y lo abrí me di cuenta de que me habían cambiado todo el relleno original por sacos de hierba seca y sacos de yute"

Las estafas son muy comunes en ese sector, por eso a Juan le gusta actuar con transparencia. "Tenía un buen colchón que heredé de mi madre, le hacía falta cambiarle la tela exterior porque estaba manchada y arreglarle un par de muelles pero nada más", cuenta Marilú, una cliente que fue víctima de un engaño.

"Cometí el error de no mirar lo que estaban haciendo en el parqueo del edificio, que fue donde estaban reparando mi colchón", recuerda. "La primera noche todo fue bien pero después empezaron a salir unas bolas y cuando no soporté más y lo abrí me di cuenta de que me habían cambiado todo el relleno original por sacos de hierba seca y sacos de yute", lamenta.

Ahora Marilú está ahorrando para comprar un colchón en las tiendas en pesos convertibles y asegura que tratará de cuidarlo con esmero para evitar tener que recurrir más adelante a los reparadores. "Esa gente son como magos: lo mismo te pueden convertir un viejo colchón en una maravilla que cambiártelo por un montón de basura".

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